El comienzo:
Mejor vayamos al inicio de
mi vida: Naci en alguna parte de este planeta Tierra, de cielo bello iluminado
por la luna y las estrellas, mas específicamente en la ciudad de Puno, en el
Perú. Por el trabajo de mis padres tuvimos que trasladarnos a un anexo de
provincia, un pueblito de las alturas del altiplano. Hasta los tres años viví
ahí, hacia, dicen, mucho frio, lo cual parece normal porque Puno está a más de
cuatro mil metros de altura, yo no recuerdo mucho de esa época, lo que si
recuerdo claramente son dos episodios traumáticos de mi niñez.
El primero, aunque
traumático para mi, recordado ahora es un poco gracioso. Un día, no recuerdo
que edad tenía pero recién aprendía a caminar, salimos a la plaza central del
pueblo y como era campo había vacas, ovejas, carneros, de esos que cornean. Uno me comenzó a corretear
por el parque, así es como aprendí a caminar y de frente a correr. Hasta ahora lo recuerdo, pero no
con pena, si no como algo gracioso, si mis
padres hubieran tenido una cámara lo podían haber filmado, y seguro que habría
aparecido en la tele en uno de esos programas de videos graciosos.
El otro es un poco triste. En esos años estaba
en su apogeo el terrorismo de los años ochenta en el Perú, los terrucos, nombre
con el que se les conocía, entraban a pueblos alejados donde no había policías
ni militares, hacían asambleas donde adoctrinaban en su ideología a los pobladores, asesinaban a autoridades o a todos
los que estaban en su contra. Uno de esos días hubo un fuerte rumor de que
terroristas habían atacado el pueblo anterior al nuestro, los siguientes éramos
nosotros, esto me contó mi mama, pero lo que recuerdo claramente cuando tocaron
la puerta de nuestra casa era un vecino que nos dijo eso, que estaban cerca al
pueblo.
Todo quedó en un rumor,
ellos afortunadamente nunca llegaron, pero sí que estuvieron cerca. Por las
noticias nos enteramos que mataron a mucha gente, muy, pero muy cerca de
nosotros.
Con esa experiencia mis
padres cambiaron sus planes la familia. Nació mi hermano y a pesar que era un
sitio lindo, según me cuentan, nos vinimos al Cusco que es aun más lindo.
Ya instalados en el Cusco,
con cinco años asistí a un jardín de niños muy cerca de mi casa y
posteriormente hice la primaria en una escuela también en mi mismo barrio, solo
les puedo decir que es en San Sebastián para evitar los autógrafos, ja, ja.
Siento que viví
una niñez muy inocente y de hecho fue así: disfruté del campo jugando con
vecinas a las casitas, a las muñecas, corriendo
y saltando a más no poder. Recuerdo que de noche salíamos a jugar de todo, nos
divertíamos un montón, eran otros tiempos, es notorio que las cosas han
cambiado.
Aun sueño
con ese cuerpo, sin una pizca de temblor, ágil, audaz, atrevido, con función
motora normal, que podía bailar rítmicamente. Realmente debemos perder algo
para valorar lo que tenemos. Debe ser una ley o algo así. Cuando llega la
enfermedad a tu vida y llega una como la que a mí me ha tocado, es como una
bofetada. Ahí es cuando descubrí que no era tan importante mi estatura, sobre
todo si tenía un buen cuerpo o si estaba “rica” como dice la juventud últimamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario