El pecado que se define como la transgresión
voluntaria y con conocimiento de un precepto religioso. No existe.
En Teología
moral se lo considera un acto malo, o la omisión culpable de un acto bueno
obligatorio. Por extensión, se denomina pecado a todo aquello que se aparta de
lo recto y justo, o que falta a lo que es debido.
Existen pensamientos
erróneos, existen palabras con intención de ofender, existen malas acciones, y
si los representantes de las distintas creencias religiosas, les quieren llamar
pecados, está bien, pero no pueden atribuirle a Dios, de manera más o menos
interesada, la condena a perpetuidad, a no ser que se confiese el pecador, única
manera de quedar redimido de los pecados.
El Papa
Francisco, máxima autoridad de la iglesia católica, ha dicho recientemente que
Dios no condena a perpetuidad. Pero, permítanme que añada algo más, Dios no
condena nunca.
La tradición
judeocristiana, cuya fuente fundamental es la Biblia, ha entendido el pecado,
en términos generales, como el alejamiento del hombre de la voluntad de Dios.
Pero la realidad
es que el hombre no necesita pecar para alejarse de la voluntad de Dios. El
hombre ya vive alejado de Dios, y no es por ser pecador, es sencillamente
porque no sabe quién es realmente, ni sabe quién es Dios.
Cree el hombre
que es un ser independiente de Dios, cuando lo que es, realmente, es una parte
de Dios.
Cree el hombre
que cada uno de los seres que le acompañan en la vida también son
independientes y ajenos a él, con lo cual tiene que proteger lo que él
considera suyo, y a los que considera los suyos, cuando la realidad es que
todos son lo mismo, hermanos, hijos del mismo Padre.
Cree el hombre
que lo que considera pecado le aparta de Dios, cuando lo único que le aparta de
Dios es su propia mente.
Cree el hombre
que tiene que buscar a Dios en los templos, en las catedrales, en las
mezquitas, en las iglesias, en las sinagogas, en los conventos, en los salones
de culto, en las basílicas, en los santuarios, o en las capillas, cuando lo
tiene bien cerca: Habita en su propio corazón.
Cree el hombre
que Dios premia a los buenos y castiga a los malos, cuando la realidad es que
Dios ni premia, ni castiga, porque no hay ni buenos, ni malos. Dios Ama a todos
por igual y su Amor es total e incondicional.
Todo lo que hay
son hombres que están realizando un camino de evolución y crecimiento para
acercarse a Dios, Y se tienen que acercar a Dios porque les ha separado de Él
la ignorancia, la mala fe y las creencias erróneas.
Todo lo que hay
son hombres aprendiendo a Amar, aprendiendo a compartir, aprendiendo a respetar.
Todo lo que hay
son hombres tratando de conectar con su alma, su parte divina, para, a través
de la belleza de su alma, poder contemplar la belleza de los demás, ya sean negros,
blancos, amarillos o mestizos, ya vistan con seda o con harapos, ya hablen como
Cervantes o Shakespeare, o sean mudos como una roca, ya tengan cuentas
millonarias o se peleen por un centavo, ya sean ateos o creyentes, ya sean
musulmanes o cristianos, ya sean comunistas o capitalistas, ya sean de derechas
o de izquierdas, ya sean honrados o ladrones.
Y estos hombres,
que tienen que aprender a vivir desde el alma, que no saben lo que es, ni donde
se encuentra; que tienen que aprender a Amar cuando desconocen lo que es el
Amor; que tienen que aprender a respetar cuando desconocen lo que es el
respeto; que tienen que ayudar a compartir cuando se les ha enseñado que lo
suyo es suyo y tienen que defenderlo; que tienen que aprender a perdonar cuando
solo les hablan de venganza; tienen un hándicap importante: LO HAN DE APRENDER
SOLOS, y encima con una guillotina sobre sus cuellos, que amenaza con cortarles
la cabeza si no hacen lo que nadie les ha enseñado.
Alguien puede
pensar que si no existe el pecado y que Dios Ama a todos hagan lo que hagan, para
que reprimirse y no robar o no engañar, para conseguir vivir en la opulencia y
sin doblar el espinazo.
Aunque es cierto
que no existe el pecado, y que Dios Ama a todos Sus hijos hagan lo que hagan,
existe una ley que se denomina la Ley de la Causa y el Efecto, o Ley del Karma,
cuyo enunciado dice que es una energía trascendente (invisible e inmensurable)
que se genera a partir de los actos de las personas. Según esta ley, cada causa
genera un efecto, a cada acción le corresponde una reacción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario