Segunda
parte de ¿Para qué has nacido?
Podemos
utilizar la “Ley de la Atracción” para acercarnos a Dios.
La
“Ley de la Atracción” es la creencia de que los pensamientos, (conscientes o
inconscientes), influyen sobre las vidas de las personas, argumentando que son
unidades energéticas que devolverán a la persona una onda energética similar a
la emitida.
La
frase "Ley de la Atracción" ha sido utilizada por escritores,
teósofos, autores, filósofos y parlanchines. Según los partidarios de dicha
ley, esto significa que los pensamientos, emociones, creencias, anhelos, etc.,
que una persona posee, (sean estos conscientes o inconscientes), provocan
consecuencias afines a lo que se desea. A este proceso se lo describe como
«vibraciones armoniosas de la ley de la atracción».
Por
lo tanto, bien se puede decir que “atraemos a nuestra vida aquello que está en
sintonía con nuestros pensamientos dominantes”.
Conozco
muchísimas personas que dicen que la “Ley de la Atracción” no funciona, y no lo
hace porque, a pesar de mantener el pensamiento de lo que desean en la mente,
ese deseo no llega a materializarse.
Sin
embargo, conozco otros, bastantes menos, que dicen que sí funciona, porque han
conseguido, mediante las mismas técnicas que los anteriores, materializar sus
deseos.
¿Qué
grupo tiene razón, los que dicen que si funciona, o los que dicen que no? Pues…,
ambos tienen razón.
La
“Ley de la Atracción” es mucho más que un simple enunciado, y es mucho más,
porque no es una ley aislada, (de hecho, prácticamente, ninguna ley del
Universo lo es), ya que existen muchas relaciones entre diferentes leyes.
Incluso
aunque fuera una ley independiente, el mero hecho de pensar, e incluso, de
visualizar el deseo no es suficiente, ya que se ha de sentir la emoción y
vibrar en la misma sintonía. Es posible, que pensar, emocionarse y vibrar, se
consigan durante una, dos, e incluso, tres horas al día, pero ¿Qué pasa con las
21 horas restantes del día? Es más que seguro, que el resto del día se esté con
el pensamiento cambiado, que se esté pensando en la carencia, con la emoción
correspondiente y vibrando en la sintonía contraria.
Y
¿Los que si lo consiguen? Seguramente el trabajo que realizan las personas que
si consiguen materializar el deseo no es diferente a esas tres horas que
trabajan las personas que no lo consiguen, ¿Por qué ellos sí?
Porque
no es una ley independiente. Está completamente relacionada con el “Plan de
Vida” que el alma ha aceptado para su encarnación. Y si el Plan de Vida dice
que la persona tiene que vivir debajo de un puente, va a vivir debajo de un
puente, con “Ley de la Atracción” o sin ella. La diferencia, si trabaja
aspectos de la “Ley de la Atracción”, es que el puente será más o menos cómodo.
Pero no va a salir del puente para ir a un palacio si en su Plan de Vida no
aparece contemplado.
Sin
embargo, se puede trabajar la “Ley de la Atracción” para algo que todas las
almas tenemos contemplado en nuestro Plan de Vida: Acercarnos a Dios.
Esta
es la nueva Ley de la Atracción:
Piensa en Dios, siente la emoción de vivir en Él, vibra en Su sintonía, y de
manera inmediata vas a sentir Su Energía, que te va a ayudar a despertar del
sueño de esta vida, de la que incluso, desconoces la razón por la que vives y,
además, te vas a conectar con tu Plan de Vida y vas a conseguir todo lo que
aparezca contemplado en él, en la máxima expresión. Siguiendo el ejemplo del
puente, conseguirás vivir en el mejor puente de la comarca.
Pero
puede ocurrir como en el trabajo normal de la “Ley de la Atracción”, que más de
tres horas sean difíciles de mantener, y las horas restantes sigamos con el
miedo de siempre, la ira de siempre, la envidia de siempre, la crítica de
siempre, etc., etc., con lo que el trabajo se difumine como el humo. Pues las
horas restantes vamos a seguir acercándonos a Dios, pero de manera diferente:
Vamos a pensar, vamos a emocionarnos y vamos a vibrar con cualquier persona que
tengamos delante, como si del mismo Dios se tratara. Y cuando no tengamos a
nadie delante, vamos a agradecer lo que tenemos, sea mucho o poco, según
nuestra consideración, así seguiremos conectados con nuestro Plan de Vida y
seguiremos recibiendo los dones que aparecen contemplados en él, también en su
máxima expresión.
Lucha
por algo que merezca la pena. ¿Para qué perder el tiempo en tratar de conseguir
tener una casa en la playa o en la montaña? En lugar de perderlo, gánalo,
haciendo lo que has venido a hacer: Acercarte a Dios.