Jueves 6 de abril 2023
Hoy
es Jueves Santo, festividad católico-cristiana, que conmemora la última cena
que realizó Jesús con sus discípulos, según cuentan diferentes escritos y, cada
Jueves Santo, la iglesia católica quiere que recordemos la experiencia del amor
fraterno que Jesús quiso expresar en el gesto del lavatorio de los pies, que es
expresión del amor hecho servicio.
Parece
un buen día para reflexionar, y mi cerebro, desde primera hora de la mañana, lo
ha sentido y ha comenzado con preguntas, un poco etéreas, ya que la respuesta a
la pregunta que ha comenzado a hacer, con más insistencia, parece difícil de
contestar.
La
pregunta es: ¿Cuánto habré crecido a lo largo y ancho de mi vida? Y este crecimiento no se refiere al cuerpo
físico, ya que por lo que respecta al cuerpo estoy bastante crecidito. Se
refiere a mi sabiduría. Ella es la que tiene que crecer.
La
respuesta de cuanto he crecido no es tan clara como decir que dos más dos son
cuatro. Es algo más complicado y, para tratar de acercarme a la respuesta, he
partido de la idea del amor hecho servicio. Es decir, ¿hasta donde llega mi
capacidad de servir?
Aunque
antes de analizar la evolución de mi vida como servicio creo que sería bueno
saber cual es mi punto de partida o, lo que es lo mismo, saber desde que nivel
de sabiduría he comenzado la andadura de mi vida.
Tengo
muy claro que todo es cuestión de creencias. Lo que yo creo es verdad para mí,
así como lo que tú crees es verdad para ti. Y cada uno, tú y yo, nos vamos a
mover por la vida en función de esas verdades que, por supuesto, no van a ser
iguales, incluso, pueden ser opuestas, (aunque por eso no tenemos que
pelearnos. Tenemos que respetarnos).
La
misma sabiduría es, no solo, la aceptación de determinadas verdades, sino la
actuación y el comportamiento, de manera coherente, en consonancia con dichas
verdades. Es decir, pensar, hablar y actuar de manera congruente. O, lo que es
lo mismo, se trata de actuar según lo que se habla y de hablar según lo que se
piensa.
Por lo tanto, pienso que, si analizo cada una
de mis creencias, sobre la vida, sobre Dios, sobre la muerte, sobre el amor,
sobre la Creación, entre otras, podré saber cuánto ha sido mi crecimiento.
Siempre
me ha parecido que la vida y Dios son dos conceptos que parecen estar muy
unidos. Lo pensaba en mi adolescencia y, lo sigo pensando ahora: “Si somos
hijos de Dios y estamos en la vida, seguro que algo tiene que ver Dios con
nuestra vida”. Hoy creo que son indisolubles.
La
pregunta que siempre me he hecho es si he nacido para hacer algo concreto, si
tengo o, mejor, si cada uno de los seres humanos, tenemos una misión
determinada que realizar en la vida. La respuesta a esta pregunta ha sido muy
cambiante. Demasiado cambiante. Tanto que no me ha ido danto tiempo para ir
asimilando las distintas creencias que han ido apareciendo en relación a la
vida.
La
primera creencia sobre la vida fue, totalmente, material, porque espiritualidad
me enseñaron poca. Todo lo que hicieron mis enseñantes, sobre todo en el
colegio, que era muy católico, con una gran influencia religiosa, fue
aterrorizarme. Y huyendo de ese terror me volqué en la vida física. Entonces creía
que, si no pensaba en una cosa, para mí no existía. Y aunque no sabía muy bien
de donde procedía ese pensamiento, resulta que es coincidente con mi creencia
actual sobre la vida: Yo puedo crear mi propia realidad.
Pero
mejor sigo la secuencia, sin adelantar acontecimientos. Nací en una cuna
católica, y eso marca mucho. Me enseñaron que Dios, es nuestro Padre que está
en los cielos, que nos ama mucho, gracias a lo cual perdona nuestros pecados,
si nos arrepentimos de ellos, pero que si morimos en pecado íbamos de cabeza al
infierno. Teniendo en cuenta lo que contaban, entonces, del infierno, pensaba
que “mucho amor no parecía tenernos nuestro Creador, cuando nos enviaba al
fuego eterno, porque ¿qué padre, por mucho malo que hayas hecho, te castiga de
manera tan terrible?
Para
alejarme de tanto terror me olvidé del Dios que me estaban enseñando y me creé
un Dios a mi conveniencia, pero eso hizo que se acabara mi religiosidad, antes
de empezar, y comenzara a practicar una espiritualidad creada a la conveniencia
de mis creencias.
Tengo
que dejarlo aquí. Es muy tarde. Mañana sigo.
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