Querido hijo:
Entiendo que has
enfrentado momentos de dificultad, que has sentido el peso de la incertidumbre
y la carga de la soledad incluso cuando tus actos de generosidad han sido
constantes y desinteresados. Tu bondad, esa luz que irradias al dar sin esperar
nada a cambio, es un don preciado que nunca ha pasado desapercibido ante mis
ojos. Aunque hay momentos en los que puedas dudar del impacto de tus acciones,
quiero que sepas que tu generosidad ha sembrado semillas que florecen en formas
que a veces escapan a la vista inmediata.
La promesa de
"ciento por uno" es más profunda de lo que puede parecer a simple
vista. No se trata exclusivamente de bienes materiales o recompensas tangibles.
Lo que te prometo es un enriquecimiento que trasciende lo físico, un estado de
paz, plenitud y conexión que supera las expectativas terrenales. Cada acto de
bondad que realizas deja una huella que no se mide en monedas ni en posesiones,
sino en las transformaciones que inspiras en las almas de otros.
Las bendiciones no
siempre llegan de manera inmediata o en la forma que esperas. A veces, las
manifestaciones de esos regalos divinos se presentan en instantes de paz
interior, en la gratitud sincera de quien ha recibido tu apoyo, en la
construcción de lazos de amor que tejen una red invisible de conexiones
humanas. Cada acción generosa que llevas a cabo genera un impacto que perdura
más allá del tiempo que podemos comprender.
Sé que has aguardado
reciprocidad en los momentos más oscuros, y cuando las respuestas no han
llegado en los términos que deseabas, te has preguntado si tus esfuerzos han
sido en vano. Pero lo que debes recordar es que, en esos mismos momentos de
lucha y adversidad, has demostrado una fortaleza interna que brilla como una
prueba de las bendiciones que han germinado dentro de ti.
Tu capacidad para
mantener la fe, para enfrentar los desafíos con valentía, y para seguir siendo
una fuente de luz para quienes te rodean, es un reflejo de las recompensas que
el universo te devuelve, aunque a veces no las reconozcas como tales. Tus actos
han iluminado el camino de muchas vidas, incluso en días en los que sientes que
tu propia luz se apaga.
Quiero que sepas que
tu papel en este mundo es único. Nadie más tiene el don de tocar las vidas que
tú has tocado de la manera en que lo has hecho. Cada gesto desinteresado, cada
sacrificio que has ofrecido, tiene un propósito más allá de lo que a menudo
alcanzas a percibir. Todo forma parte de un plan mayor, un diseño divino que se
despliega paso a paso, incluso cuando los caminos parecen oscuros o
inciertos.
Cuando las dudas
amenacen con nublar tu espíritu, recuerda que no estás solo. Estoy a tu lado en
cada paso que das, en cada susurro de oración, en cada lágrima que derramas. Y
aunque la recompensa que esperas no siempre se manifieste de inmediato, la
esencia de tu bondad y tu generosidad jamás será olvidada ni pasada por
alto.
Confía en que cada
experiencia que vives, cada sacrificio y esfuerzo, tiene un propósito profundo.
A veces, las respuestas que buscas están ocultas en los momentos más
inesperados, en los detalles más pequeños de la vida diaria. Mantén tu fe viva
y tu esperanza intacta, porque estoy contigo en cada instante, guiándote hacia
un futuro lleno de significado.
Hijo mío, sigue
adelante con el corazón lleno de amor, porque en el amor está la semilla de
toda recompensa verdadera. Las bendiciones que buscas llegarán, tal vez no en
la forma que imaginas, pero sí de la manera más adecuada para tu alma. Confía
en mi plan y en el propósito que he trazado para ti, porque nunca te
abandono.
Con amor eterno.
CARTAS A DIOS –
Alfonso Vallejo
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