Quiero
gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de la ignorancia,
rasgando el velo de la incomprensión, rasgando el velo del miedo, y se aposente
en el espacio sagrado de los corazones, que es el lugar donde están grabados
los recuerdos de todas las vidas que nos hemos permitido vivir, el lugar donde
se encuentra el verdadero propósito del viaje a la materia, el lugar donde se
guarda el archivo de nuestra verdadera filiación, el lugar donde se encuentra
todo aquello que en nuestro desatino buscamos desaforadamente en el exterior, allí
donde no se encuentra; lugar que de manera inconsciente, y con la inestimable
ayuda de nuestros padres y educadores, hemos cerrado a cal a canto, para hacer oídos
sordos al sufrimiento ajeno, y satisfacer así, sin remordimiento, los caprichos
del ego.
Quiero
gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de la ambición,
rasgando el velo de los deseos, rasgando el velo de las preocupaciones, y se
aposente en las mentes de los hombres, que es cuna del dolor, de la tristeza y
del sufrimiento, para que se adormezcan los pensamientos que separan al ser
humano de su propia esencia, que es
Amor, que es Paz, que es Alegría.
Quiero
gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo del poder, rasgando el
velo de la ambición, y se deposite en los despachos de aquellos que rigen los
destinos de la humanidad, para que comprendan de una vez y para siempre, que su
misión es el servicio y el reparto equitativo de la riqueza entre todos los
habitantes del planeta, no solamente entre sus amigos o entre los que más
tienen, y que su trabajo, por el cual rendirá cuentas al otro lado de la vida,
no estará completado mientras una sola persona viva en la pobreza.
Quiero
gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de pobreza, rasgando el
velo de la humillación, rasgando el velo de la discriminación, y se deposite en
el alma de aquellos que malviven la miseria y sienten en ellos la injusticia,
para que se empapen de la energía del Amor y reciban la fortaleza necesaria
para sobrellevar con dignidad una vida injusta a todas luces.
Quiero
gritar y que mi voz traspase el mundo, llegando a ti que paseas tu mirada por
estas líneas, y que mi grito se deposite en tu corazón, y ablande la dureza que
pueda habitar en él, para que trates a todos como a tus hermanos del alma, para
que sientas tu conexión con ellos, para que sientas tu conexión con todo, para
que sientas que eres una parte fundamental, una parte única del Universo. Para
que cambies hacia la justicia y el reparto equitativo, y empiece así a cambiar
tu mundo con tu cambio.
Y
después del grito el silencio, y con el silencio el sueño. He soñado que un
mundo mejor es posible. Un mundo más equitativo, un mundo en el que no importe
ni el lugar de nacimiento, ni la raza, ni las creencias, ni el sexo. Un mundo
en el que todos sus habitantes tengan las mismas oportunidades de acceso a las
riquezas del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos
sintamos alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que
sintamos a nuestro prójimo como nuestro hermano. He soñado con un mundo lleno
de Amor.
He soñado
contigo, que no sólo sientes la humedad en tus ojos ante el sufrimiento de un
niño o la soledad de un anciano, sino que te rebelas ante la injusticia, ante
la discriminación del tipo que sea, ante la pobreza. He soñado contigo, y he
visto como trasmutabas tu rabia en compasión, y tu compasión en ayuda, porque
sabes que la compasión por sí sola no resuelve problemas, que es tu entrega la
que alivia el sufrimiento.
Ha sido
un gran sueño. Gracias.