De la novela "Ocurrió en Lima". Capítulo II, parte 7.
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No entiendo nada Ángel.
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Déjame que te hable de Dios y así lo
entenderás. De Dios sería suficiente con que te dijera que “Dios Es”, y lo Es
desde siempre. Pero, ¿cómo empezó todo? Como para nosotros es casi inconcebible
que algo no tenga principio o fin podemos decir que al principio de los tiempos
había Nada y esa Nada era Dios. Fue a partir de esa Nada, es decir de Dios, que
comenzó la Creación. Por lo tanto, todo, absolutamente todo, procede de Dios,
tú y yo incluidos. Todos los seres humanos somos lo mismo, somos hermanos,
todos hijos de Dios. Cada uno de nosotros somos como un átomo de la Energía
Divina. Ese átomo o chispa de energía vive al otro lado de la materia y seguirá
haciéndolo hasta que se encuentre preparado para volver a unirse a Dios.
–aproveché una pausa en el relato de Ángel para hacerle un resumen de lo que yo
estaba entendiendo.
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Permíteme que te haga un resumen para
ver si lo voy entendiendo. Dios no es, ni ha sido una persona como Jesús, Buda
o Mahoma. Dios es la Energía Suprema de la que procede todo. -¿es correcto?
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Así es. –corroboró Ángel.
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Entonces al otro lado de la vida está
Dios y todos los que han vivido o vivirán en la materia.
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No. Dios no está al otro lado de la
vida. Dios Es, Dios Está. Está aquí y allí. Está a este lado de la materia y
está al otro. Al otro lado están todos los que han vivido o vivirán en la
materia, pero están en Dios. De la misma manera que la luz de una vela está en
la luz del Sol. Iluminadas por el Sol puede haber miles, millones de velas.
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Y nosotros en la materia, también, estamos en Dios, porque Dios lo es Todo. ¿Lo
entiendes? –quiso saber.
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Lo entiendo. Entonces todos existimos
desde siempre y vamos a vivir para siempre de forma independiente o formando
parte de Dios. -sin embargo, había algo que no entendía y así se lo hice saber
a Ángel.
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Hay algo que no entiendo muy bien. ¿Por qué cuando una persona tiene una
experiencia cercana a la muerte, cuando vuelve a la vida nos habla de lo bien
que se está al otro lado y de la sensación de amor que ha sentido y, sin
embargo, nosotros en el cuerpo no sentimos ese amor ni esa sensación de
cercanía con Dios como lo sienten ellos? Se supone que, si todos vivimos en
Dios, tanto al otro lado de la vida como en este lado, todos deberíamos de
sentir ese amor. ¿Por qué no lo sentimos?
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Por un tema de energía, -respondió
Ángel- La vibración cuando estamos en el cuerpo es mucho más baja y no somos
capaces de apreciar la sutileza de la energía que nos envuelve. Aunque, en
realidad, no hay un lado y otro lado de la vida. Lo que pasa es que el alma, lo
que somos, vibra diferente con materia que sin materia.
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Este es, justamente, el trabajo que se ha de realizar cuando se está encarnado
en un cuerpo. Primero, llegar a entender, de manera intelectual, que todos
somos hermanos, hijos de un mismo Padre, para, a continuación, comenzar a
percibir esa realidad que se ha comenzado a entender. A eso se llega
incrementando la cantidad de amor.
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¿Ese es el objetivo de la vida?, ¿es lo
mismo que el propósito que yo tuve claro hace un momento?
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Exacto –sentenció Ángel-, lo sentiste
hace un momento. Solo tienes que recordar que formas parte de un Todo, que
todos somos lo mismo y que, por lo tanto, hemos de amar a todos como a nosotros
mismos. Ese es el único propósito de la vida. ¿Te suena la frase, ama al
prójimo como a ti mismo?
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Sí que me suena, pero el que seamos
incapaces de aceptarnos tal como somos es una prueba inequívoca de que no nos
amamos. Así que si no nos amamos y tenemos que amar a todos como a nosotros
mismos, lo tenemos mal.
Mientras
Ángel movía la cabeza afirmativamente, con una mueca de tristeza en su cara, mi
pensamiento realizó un repaso de los grandes conflictos armados, de los
millones de desplazados por la guerra y el hambre, de los millones de niños que
mueren por desnutrición, de la violencia familiar, del nefasto reparto de la
riqueza, de la hipocresía de las religiones, de los dirigentes psicópatas, de
la intolerancia a todo lo que es diferente. Aunque no hace falta desplazarse a
un país en conflicto para vivir todo eso, ya que en el nuestro tenemos un poco
de todo: políticos corruptos, machismo, falta de respeto hacia todo lo que se
mueve, hambre, racismo, pobreza extrema, trabajo precario, corrupción en
cualquier estamento oficial, falta de servicios básicos, inseguridad
ciudadana.
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Termine mi pensamiento en voz alta- El
mundo, en estos últimos tiempos, parece haberse vuelto loco.
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En estos últimos tiempos no Antay –me
corrigió Ángel-, en el cuento del Paraíso Terrenal recuerda que Caín mató a su
hermano y solo fue por envidia, es decir, solo fue por un pensamiento.
Pensamiento producido por una falta de amor. Por eso te comentaba en nuestro
primer encuentro que tienes que aprender a amarte. ¿Cómo lo llevas? –preguntó.
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Creo que lo llevo bien porque he
comenzado a cambiar mi modelo de comparación mientras aprendo a no compararme
con nadie.
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Es perfecto ese trabajo. Está muy bien
compararte con un modelo menos demandante, pero, como tú bien dices, lo
importante es no compararse. Lo importante es aceptar lo que eres.
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Ahora que hablas de aceptar, hace unos
días me ocurrió algo curioso. Me senté a meditar para ver si eran ciertos los
beneficios de la meditación que acababa de leer y creo que estuve hablando con
Dios. ¿Tú crees que me estoy volviendo loco? –estaba seguro que Ángel, con la
sabiduría que parece almacenar, era la persona idónea para que opinara sobre mi
posible conversación con Dios.
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No creo, en absoluto, que te estés
volviendo loco. Si tú crees que hablaste con Dios, es seguro que sí hablaste
con Él, y ¿sobre qué trató la conversación?
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Sobre la aceptación. Me acordé de ti y se me
ocurrió pensar que aceptarse uno mismo es una prueba de amor. Si me acepto es
que estoy satisfecho conmigo. ¿Qué opinas? –pegunté a Ángel, buscando su
aprobación.
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Me parece perfecto. Así funciona. La aceptación es una prueba de amor.
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Y ahora puedo contestar a tus preguntas. Preguntabas como se llega de manera
consciente a ese estado que tú has denominado como "complitud". Se llega cuando
detienes el pensamiento, cuando te desidentificas del “Yo”.
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No hay nadie que viva en ese estado de manera permanente. Pero si hay personas
que llegan a él. Se puede conseguir en la meditación.
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Tú fuiste consciente de que todo tiene un propósito que es aprender a amar,
como Dios nos ama, y para eso se organiza la vida. Cada uno de la manera que
estima conveniente, porque cada alma sabe, antes de venir a la vida, que es lo
que necesita para alcanzar la meta del amor.
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Y si no se consigue en la vida, se repite. Por eso nacemos y morimos unas
cuantas veces.
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Pero mientras se trabaja para lograr el objetivo máximo, que ya sabes que es
aprender a amar, como Dios nos ama, nos programamos otros pequeños trabajos que
no son otros que cerrar los círculos que se mantienen abiertos de otras vidas.
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Esos círculos son las causas pendientes. Pagar lo que debes o cobrar lo que te
deben a ti. Te pongo un ejemplo muy claro: Alguien que mate a una persona tiene
que recibir algo similar o equivalente para que el círculo se cierre.
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Pensando en tu ejemplo, se me ocurre
pensar que ese círculo no se va a cerrar nunca. En esta vida me matan a mí, en la
siguiente vida mato yo, y volvemos para que me vuelvan a matar y seguiríamos
así indefinidamente. No se acaba nunca.
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Por supuesto que se acaba, -respondió
Ángel con una sonrisa- Se acaba cuando se perdona. Si en esta vida te toca
matar a ti, pero en lugar de hacerlo perdonas a la persona que te hace el daño,
ahí se acaba y se cierra el círculo.
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Entiendo. Todo se basa en amar y
perdonar. El único propósito de la vida es ese: amar y perdonar.
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Aun voy a ir un poco más allá, -me
anunció Ángel- Si amas no necesitarás perdonar, porque nunca te sentirás
ofendido. Y si no hay ofensa, no es necesario el perdón. Por lo tanto, puedes
reducir el propósito de la vida a un solo concepto: amar.
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La programación final la conocen las almas, por eso encarnan, por su afán para
aprender a amar, cuanto antes, para disfrutar del gozo de unirse a Dios. Y las
programaciones para ir cerrando círculos pendientes las organizan, de manera
independiente, cada alma, de acuerdo con las almas involucradas en el círculo
que tratan de cerrar.
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No son propósitos opuestos, solo que cada alma tiene sus propios temas
pendientes. Y si no se cumple el propósito, no pasa nada, volverán a la vida,
una vez más, para poder cumplirlos. Las veces que sean necesarias.
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¿Lo tienes más claro?
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Creo que sí, aunque sigo sin tener muy
claro para que puede servirme en la vida.
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Para ser feliz. Cuanto más te acercas
al amor más felicidad sientes en tu interior.
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Y cambiando de tema, ¿te importa si vamos caminando por donde tú venías? Tengo
que recoger unas cosas en una tienda delante del Parque Kennedy –esto último lo
dijo ya levantándose del banco.
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No, no me importa. Te acompaño –y
comenzamos a caminar hasta el parque.
Subíamos
lentamente, ahora, hablando de nimiedades, del tiempo y del cambio de ministros
que había ocurrido dos días atrás. Estas sí que eran conversaciones normales,
como las que estaba acostumbrado a mantener, y no como la que habíamos tenido
hasta levantarnos del banco.
Al
llegar a la altura del edificio donde está mi departamento le dije a Ángel que
ya me quedaba en casa. Nos despedimos sin más, como la vez anterior.
No
había dado ni diez pasos hacia el portal de mi casa cuando me crucé con Álvaro,
un vecino de mí mismo bloque.
- ¿Qué
tal Antay?, ¿disfrutando de esta mañana tan magnífica? –fue su saludo.
- Si
–contesté- un día así hay que aprovecharlo.
- Y
siempre solo, ¿no te aburres?
- No me
aburro, estoy acostumbrado, pero hoy no he estado solo, he estado conversando
con un amigo –No sé porque lo dije. Supongo que para justificar mi soledad.
- ¡Ah!,
como te he visto subir solo por el paseo pensé que habías salido solo. Bueno te
dejo, que me esperan –y se alejó dejándome pensativo.
¿Cómo
puede ser que me haya visto solo?, si hasta medio minuto antes de encontrarme
con él estaba con Ángel. ¡Qué extraño! Miré para ver por dónde estaba Ángel y
no le vi por ningún lado. Otra vez había desaparecido y, ahora, no había baño.
Y seguro que Álvaro no estaba haciendo un chiste. Es como si Ángel después de
dejar mi compañía desapareciera sin más y, lo más sorprendente es que parecía
que fuera invisible a los ojos de los demás. ¿Me estará volviendo loco la
soledad?