El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 28 de marzo de 2016

La evolución del hombre (I)

          Nada de todo lo malo que nos sucede sería posible si los seres humanos supiéramos realmente que somos, quienes somos, de dónde venimos, que es la vida y lo que realmente hacemos en ella. No existirían guerras, ni atentados, ni asesinatos de ningún tipo, ni robos, ni hambre, ni sufrimiento, ni dolor. No existiría ningún tipo de discriminación, ni de rechazo, ni de tortura. No existirían barreras, ni existirían separaciones.

         Todo sería paz, alegría, bienestar, felicidad y amor, solo por nombrar alguna de las cualidades que se está perdiendo la humanidad por su ceguera.

         Todos somos lo mismo, somos hermanos, somos hijos de Dios y estamos aquí para recordar el camino a casa.



         Este es el problema, que tenemos que recordar cuál es el camino para volver a casa, y para recordarlo tenemos que recordar primero cual es nuestra casa y cuál es nuestra estirpe o nuestra esencia, algo que cuando estamos fuera del cuerpo conocemos a la perfección.

         Una buena pregunta sería: “Si ya sabemos lo que somos al otro lado de la vida, ¿Por qué el olvido para tener que volver a recordar?”. No hay respuesta a esta pregunta, o al menos yo no he conseguido encontrarla, sencillamente porque no entenderíamos la respuesta. Lo cierto es que estamos aquí, y que ya que estamos, además porque lo hemos elegido, hagamos lo que hemos venido a hacer. Y lo que hemos venido a hacer es recordar.
    
Un día, al principio de los tiempos, o al menos al principio de “nuestro tiempo”, todos estábamos en el mismo nivel del olvido. Hoy, sin embargo, ya no podemos iniciar nuestro camino desde ese punto, porque ya hemos recorrido un trecho, unos más y otros menos, no importa cuánto. Lo que importa es donde estamos ahora, porque es ahora cuando se inicia el tramo final. En realidad, siempre es el tramo final para todos, estemos donde estemos. Es una manera de decir que ¡Para qué mirar atrás, si ya no existe!, miremos adelante.

Cuando todos estábamos igualados en la línea de salida, la separación que todos sentíamos en relación con los corredores que nos acompañaban en esa línea de salida era total. Eso suponía que no existían países, ni fronteras, ni políticas, ni religiones. No podía existir nada, ningún grupo organizado, en razón de nada, porque nos sentíamos totalmente individuales, por lo que el rey, o el presidente, o el maestro, o el gurú era el propio ego.

A partir de ahí comenzamos a evolucionar, pero nuestra evolución fue desigual.


Continuará………….


domingo, 27 de marzo de 2016

Aceptar: El pórtico de una vida feliz (y 2)

Dios vive dentro de cada uno, desde el beato hasta el criminal, Dios vive en todos, sólo tenemos que aceptarlo, sólo tenemos que recordarlo y Dios se hace presente, porque nada en la vida es aprendizaje, sólo es necesario recordar, y en ese momento se acaba el sufrimiento.

         Hemos de permitir que se disuelvan las viejas formas de vivir con las que tan familiarizados estamos, y es cuando esas viejas ideas se desvanecen cuando realmente empieza la Vida, cuando se es consciente, cuando se alcanza la felicidad. Cuando conseguimos esto, el entorno, que todavía vive en las ideas que nosotros hemos abandonado, trata de hacer que volvamos al sufrimiento porque no puede entender en su inconsciencia, y por lo tanto aceptar, que salgamos del cercado conocido del dolor en el que ellos tan cómodos se encuentran, pero hay que aceptarlos, no ven más allá, ellos todavía necesitan el dolor como medio de subsistencia. Ya  llegará el día en que empiecen a plantearse si existen otras formas de vivir, entonces nosotros seguiremos estando a su lado para ayudarles en su trabajo de reciclaje, para ayudarles en su trabajo de encontrarse con ellos mismos, para ayudarles a volver a casa.



         La vida es Una, nuestro corazón lo sabe. El corazón sabe que tú y yo somos la misma cosa, el corazón sabe que no hay nada fuera de cada uno de nosotros, y siempre busca lo mejor para todos, porque lo que es bueno para ti es bueno para mí. Todos estamos embarcados en la misma nave con el mismo destino. Solamente el ser humano que vive desde la mente es capaz de odiar, de envidiar, de permitir que otro ser humano pase hambre, solamente el ser humano que vive desde la mente es capaz de matar.

         No tenemos que hacer nada para ser felices, sólo respirar, sólo aceptar, sólo mantenernos conectados a la Madre Tierra, sólo sentir a Dios en nuestro corazón, sin preocuparse por nada, sin cerrarse a la vida. Sólo así llegará la Luz a nuestra vida, sólo así conseguiremos la felicidad. 

La tolerancia lleva implícita en sí misma aceptación y respeto, porque tolerancia es aceptar y respetar las ideas, las creencias o las prácticas, cuando son diferentes o contrarias a las propias. Es aceptar y respetar las diferencias étnicas, sociales, culturales y religiosas. Es reconocer los intereses, los sentimientos y los valores del otro. Es aceptar al humilde, al soberbio, al rico, al pobre, al ignorante y al ilustrado.

Tienes que vivir consciente, para comprobar cómo va generándose en tu interior esa bola de fuego, que va a salir por la boca en forma de exabrupto dirigida hacia alguien, posiblemente muy cercano a ti, y bloquearla, no dejar que salga. En ese momento piensa que quien tienes delante eres tú mismo, y en lugar del exabrupto deja que salga humildad y respeto.

Al principio cuesta ser consciente y serán muchas las veces que seas consciente después de sucedido el hecho, pero ya es algo, con el tiempo irás consiguiendo ser consciente antes, hasta que llegue un día en el que te darás cuenta del momento exacto en que se forma la bola de fuego en tu interior. Y con un poco más de tiempo, no mucho, ni tan siquiera llegará a formarse esa bola. Entonces habrás ganado la partida.

         Cada persona se encuentra en un punto del camino y no podemos exigir que todos sean como nosotros pensamos que deberían de ser. No hay dos seres iguales, cada uno tiene un número de vidas determinado con diferentes vivencias, con diferentes aprendizajes, con diferentes creencias, todo lo que tenemos que hacer es tolerar, es aceptar, es respetar.


         Aceptar a los demás tal cual son es una puerta de acercamiento a Dios, aceptar al hermano es aceptar a Dios.


sábado, 26 de marzo de 2016

El corazón sabe....




Aceptar: El pórtico de una vida feliz (I)

         Todo está bien. La vida es perfecta, es completa, es total, ni le sobra ni le falta nada; somos nosotros los que decidimos experimentarla en formas diferentes, y lo hacemos de múltiples maneras, pero sobre todo lo hacemos en la dualidad del “bien” y del “mal”.

         “Esto está bien”, “esto está mal”, y bajo ese prisma actuamos durante toda nuestra vida, y es esa visión la que determina como nos encontramos. Cuando “creamos” algo que calificamos como “bueno”, nos sentimos bien, somos felices, estamos alegres; pero cuando nuestra “creación” se  decanta por algo calificado como “malo” llega a nosotros el sufrimiento, la tristeza o el dolor.

         Entre este “bueno” y este “malo”, se pueden intercalar todos los estados imaginables. A fin de cuentas es nuestra propia creación, pero no dejará de ser la forma en que cada uno decide experimentar su propia vida, totalmente alejada de la realidad.



         Toda nuestra vida solo es fruto de nuestra propia creación. Es claro que no somos conscientes de ello, pero vivimos la vida que hemos decidido vivir, nuestras acciones de este momento están determinando nuestro mañana, y cuando recogemos el fruto de nuestras acciones, si ese fruto es de dolor, de desencuentros, de desengaños o de sufrimiento, en nuestra ceguera no somos capaces de comprender que sólo estamos recogiendo el fruto de nuestra siembra, de nuestro abono, del cuidado que hemos realizado de nuestras acciones en cada momento. Es como el labrador, recoge lo que siembra: No puede recoger melones si ha plantado zanahorias.

         Nuestra alma necesita vivir todas las experiencias, pero no es necesario que esas vivencias sean un sufrimiento continuo. Para eso la formula es aceptar, es vivir cada instante de la vida como si fuera el último, sin ningún condicionante, sin culpar a nadie de nada, sólo vivir ese instante, sólo estar; ni tan siquiera es necesario que investiguemos el por qué de la situación o de las acciones que nos han llevado hasta ese punto, sólo hay que aceptar el momento.

         Aceptar el momento no es resignarse, no es convivir con una pesada carga de sufrimiento. Aceptar es ser activos para conseguir la felicidad que es nuestro derecho de vida.

         Sólo así podremos comprobar que cuando parece que no hay esperanza aparecen apoyos o situaciones que nos llevan directamente a encontrar la salida de nuestro dolor, aparece la luz que nos va a permitir atravesar nuestra oscuridad. No son necesarios planteamientos del tipo “tengo que…..”, “debo de...…”, no es necesaria la idea de que necesitamos algo para cambiar la situación, porque esta cambia sola, y vamos a lograr cualquier cosa de manera instantánea en cualquier nivel de nuestra existencia, desde la cuestión más nimia hasta la más importante, porque no hay en la vida nada que sea más importante que nada, todo es sólo vida.


Continuará………………..


miércoles, 23 de marzo de 2016

Sólo vida


Solo tú eres responsable

PERLAS PARA EL ALMA


Digan lo que digan, o hagan lo que hagan los demás, no son en absoluto responsables de tus pensamientos, de tus emociones o de tus reacciones. Lo que ocurre en tu interior que te hace reaccionar de una u otra determinada manera es tu responsabilidad, es esa energía que se encuentra en ti el origen de tu reacción. 

Y NO TIENE QUE HABER REACCIÓN, ya que lo único que ha pasado es que alguien ha dicho o hecho algo. Es como si hablara del tiempo.

Sólo tú eres el único responsable. Imagina que no lo ves, imagina que no lo escuchas, imagina que no te lo cuentan. ¿Te afectaría?, está claro que no, por lo tanto ahí es adonde tienes que llegar.


martes, 22 de marzo de 2016

lunes, 21 de marzo de 2016

Compromiso

Los sueños parecen al principio imposibles,
luego improbables,
y luego, cuando nos comprometemos,
se vuelven inevitables.

Mahatma Gandhi

       Para la realización de cualquier actividad en la vida es imprescindible asumir la obligación personal de implicarse y comprometerse para llevar esa actividad a  buen término.

          De la misma manera que un enfermo no sana si no asume la decisión personal de sanar, alguien que quiera avanzar por el camino que le va a llevar a Dios ha de tomar las riendas de su vida, y sujetarlas con fuerza, porque el camino por el que se dispone a transitar no es fácil, ya que supone abandonar la comodidad de lo conocido, supone enfrentarse a sus propios miedos, supone abandonar la manada social para adentrarse en solitario a lo desconocido, supone caerse para tener que levantarse una y otra vez, supone escuchar cómo le tildan de sectario, supone ir contra una sociedad que mira mal a los que se saltan las normas, y todo esto hace que el que decide vivir desde el espíritu para acercarse a Dios, sin utilizar la religión, es una especie de loco o de tonto que posiblemente se haya dejado engañar por “sepa Dios quien”.



         Es imprescindible implicarse, porque en este trabajo no hay nadie que te haga seguimiento, ni que te vaya examinando y poniendo nota para ver cómo y cuanto adelantas o para ver si necesitas refuerzo. Tú eres tu propio maestro, tu propio jefe, tu propio examinador y tu propio evaluador, y podrás engañar a cualquiera, pero no te puedes engañar a ti mismo y mucho menos a Dios.

         Necesitas observarte, necesitas paciencia, necesitas conocerte, necesitas enfrentarte a tus miedos, necesitas trabajar en silencio, sin alardear de nada porque el trabajo que vas a realizar es un trabajo entre tú y Dios.

         No te van a valer medias tintas porque te harán caer en el desánimo, ya que a diferencia de cualquier objetivo que se busca en la sociedad este no tiene premio material, ni el reconocimiento público que tanto nos agrada a los humanos.  


sábado, 19 de marzo de 2016

Yo Soy el alma

Los que nos asomamos a esta ventana, a estas alturas del viaje ya somos totalmente conscientes de que somos un alma.

Es cierto que es imposible mantener esa conciencia de ser alma de manera permanente en nuestra mente, que es a fin de cuentas el vehículo que nos sirve de transporte para desplazarnos a lo largo y ancho de nuestra vida, pero en condiciones normales, de vez en cuando, durante nuestro día, son varias las oportunidades, que por una u otra razón, nos acercan al pensamiento de que somos alma.

También somos conscientes de que “somos lo que pensamos”. Lo cual quiere decir que cada vez que pensamos que somos un alma, si somos capaces de mantener ese pensamiento durante un cierto periodo de tiempo actuaremos como almas, es decir, con todos los atributos que son inherentes al alma.



Según Alice Bailey, en su libro “Alma, cualidad de la vida”, las características del alma son: Inclusividad, amor, alegría, felicidad, participación, soledad, indiferencia espiritual, impersonalidad, desapego, libertad, serenidad, calma interna y responsabilidad.

Hemos de tener presente que un hecho que se repite con frecuencia se convierte en un hábito, en una costumbre. El pensamiento es energía, la emoción es energía, los sentimientos son energía, cada vez que se repiten se genera la misma energía, y esta se va acumulando en los chakras, en el campo energético, y hasta en cada célula del cuerpo.

Nosotros somos la energía que hay en nuestros chakras. Cada vez que pensamos y sentimos que somos el alma, añadimos un plus de la energía del alma y de sus atributos a nuestra aura, a nuestros chakras y también a cada célula física de nuestro cuerpo. Pensar y llegar a sentir que somos el alma nos va a hacer actuar desde ella, pensar y llegar a sentir que somos el alma nos acerca a Dios, que es nuestro destino final.

El objetivo es actuar en nuestra vida de manera inconsciente desde el alma y de que ese actuar sea nuestro estado habitual. Para eso todo nuestro campo energético ha de estar impregnado de la energía del alma, y de momento, la única opción que tenemos para mantener el pensamiento de que somos el alma, es haciéndolo conscientemente.


YO SOY EL ALMA.


La espiritualidad y los niños

         ¿Serian necesarios tantos libros de autoayuda, tantos cursos de crecimiento personal, tantos tipos de terapias de sanación o tantos gurús, si ya fuéramos conscientes de quiénes somos y de qué es lo que significa la vida? Seguramente no. Y no serian necesarios porque tendríamos nuestra divinidad, no solo impregnada en nuestro ser, que lo está de nacimiento, sino también asumida.

         A base de lecturas, de cursos de crecimiento de todo tipo, de clases de yoga, de meditaciones y de terapias, la inmensa mayoría de nosotros, llegamos a aceptar esa divinidad, aunque no lleguemos a entenderla y mucho menos a integrarla, porque integrar la divinidad supone vivir desde el alma, y vivir desde el alma supone vivir el Amor, y vivir el Amor supone no volver a la vida. Y esto no parece que lo hayamos alcanzado.

Sin embargo, a pesar de no integrar ese conocimiento en nuestra vida, podríamos aprovechar, al menos, la aceptación de esa divinidad para ahorrar un camino importante, en algunos casos un camino de varias vidas, a nuestros niños.

No podemos cambiar a la sociedad que es la única responsable del sufrimiento del ser humano, pero si podemos cambiar a nuestra sociedad más cercana, familiares y amigos, y sobre todo enseñar a los que se inician en el recorrido de la vida, nuestros niños, para que crezcan con una nueva manera de entender de vida.



Ahorraríamos mucho tiempo, mucho sufrimiento y muchas desilusiones a nuestros niños si desde la cuna fueran conscientes de su divinidad, de su inmenso poder de creación, de la razón de la vida, de su origen y de su destino, de su unión y de su hermandad con el resto de seres, y sobre todo del poder del Amor.

No podemos cambiar a los que dirigen nuestros países fomentando la violencia, buscando enemigos, inventándose guerras y matando inocentes, porque aunque parezca que les elegimos nosotros no es así, los coloca el gran capital que es quien realmente mueve los hilos de las marionetas que nos gobiernan, pero si podemos inculcar la grandeza de la paz en los niños, la grandeza de la vida, el ahorro de dinero en armas y ejércitos que podría revertir en educación, en alimentación, es sanidad. Para eso tenemos que desterrar las televisiones, ignorar los juguetes que generen violencia y cubrirnos nosotros los adultos con el manto de la paciencia, de la tolerancia, del respeto y del amor para el trato con los niños.

No podemos cambiar a los fariseos que dirigen nuestras iglesias, fomentando la intolerancia, fomentando el desprecio y el maltrato a las diferencias, fomentando la desunión y el terror hacia Dios, pero si podemos enseñar el amor a los niños, enseñarles a respetar absolutamente a todos, sin distinción, enseñarles que significan igualdad y hermandad, enseñarles a practicar la amabilidad y la ecuanimidad, enseñarles a buscar a Dios en su corazón, y para todo esto tenemos una herramienta fundamental: El ejemplo.


Aprovechemos lo que nosotros, ya de adultos, estamos aprendiendo para ahorrar a nuestros niños el sufrimiento al que les abocamos con las enseñanzas tradicionales de nuestra sociedad, e incluso, paradójicamente, con nuestro propio mal ejemplo, y enseñémosles el camino de su espiritualidad desde la más tierna infancia. 

domingo, 13 de marzo de 2016

¿Cómo sé que me amo? (y 2)

¿Cómo sé que me amo? es la continuación de ¿Por qué amarse a uno mismo?

No se puede amar a nadie si no nos amamos a nosotros mismos, ya que como decíamos en la entrada anterior para dar algo es imprescindible tenerlo, y para dar la energía del amor también, por lo tanto el primer paso es trabajar en nosotros, es aprender a amarnos.

¿Cómo hacerlo?

Sé tu mismo siempre, en cualquier circunstancia, ante cualquier situación, con independencia de quien está delante de ti. Cuando alguien se ama a sí mismo no tiene porque esconder nada, está satisfecho de sí mismo tal cómo es, por lo tanto no tiene que fingir ser quien no es y no tiene que ponerse ninguna máscara en función de la persona que tiene delante.


Ya sé que puedes pensar: “Si me presento tal cual soy, a veces, las personas pueden ofenderse, o no entenderme, o pueden forjarse una idea errónea sobre mí, o no valorarme en su justa medida. Además soy consciente de algunos aspectos de mi personalidad y de mi carácter que en según qué condiciones, es mejor que no salgan a la luz, Creo que lo más seguro es presentarme tal como le gusta a la persona con la que interactúo, y con mucha más razón si es una persona a la que quiero complacer o una persona de la que quiero conseguir algo. Sobre todo si no me cuesta excesivo trabajo, tengo practica en fingir ser quien no soy”.

Ese pensamiento es una prueba irrefutable de que no te amas. No te sientes satisfecho de ti, entregas tu poder al primero que llega presentándote ante él tal como a él le gusta, le estás engañando dando una imagen ficticia, y te estás engañando a ti, lo cual no te va a permitir evolucionar, vas a quedarte estancado en tu engaño ocultando tus carencias y divulgando tu mediocridad.  

Como inicio del trabajo conseguir ser consciente de tus máscaras, ya tiene algo bueno: Eres consciente de tus debilidades, eres consciente de tu carácter, eres consciente de tus limitaciones, eres consciente de tus malos hábitos.

La parte no tan buena es que una vez eres consciente de todo eso, en lugar de mejorarlo lo escondes. Así no vas a llegar a ningún sitio, y mucho menos a Dios, que es realmente tu destino aunque no seas consciente.

Has de conseguir desprenderte de cada una de tus máscaras, para interactuar en la vida tal cual eres sin esconderte detrás de nada. Por eso has de analizar cuando te escondes, por qué te escondes, para qué te escondes, y como es la actuación que realizas.

Las personas con las que te vas encontrando en la vida solo han sido colocadas por ti, en tu camino, precisamente para que seas consciente de ese defecto que traes de fabrica, para que seas consciente de la debilidad de tu carácter, para que seas consciente de la baja autoestima que sientes por ti, para que seas consciente de tus miedos, de tus malos hábitos, de tu pereza o tu falta de voluntad, para que seas consciente de tu falta de respeto y de tu falta de compasión, en suma, esas personas han pactado contigo en tu Plan de Vida ser un espejo donde aparezcan reflejadas tus debilidades, para que sea más fácil para ti subsanar todos esos “defectillos”, y empezar así a amarte para acumular la energía del amor con la que comenzar a entregársela a los demás.

Cuanto más seas tu mismo, sin máscaras, más cerca estarás de amarte a ti y de amar a los demás.

Carta de Albert Einstein a su hija Lieserl.
“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.
Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta!

Tu padre: Albert Einstein”


¿Por qué amarse uno mismo? (1)

Le preguntaron a Jesús sobre cuál es el primero de los mandamientos, y Jesús respondió: El primero es: “Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No existe otro mandamiento mayor que éstos.

Supongo que cuando Jesús contestaba esto ya debía de saber que al prójimo no se le ama en exceso, y que parece lógico, ya que tampoco nos amamos a nosotros mismos. ¿Sería alguien capaz de amar a otros si no se ama a sí mismo? Ciertamente no. ¿Por qué?

Solo se puede dar algo que se tiene, y amar a otros es darles amor, es darles respeto, es darles libertad, es valorarles. De la misma manera que no se puede dar una moneda si no se tiene, no se puede dar amor si no se tiene.


El amor es algo permanente, es tan permanente que es la energía que mantiene el Universo en perfecto orden, es tan permanente que Dios lo entrega, desde siempre, a nosotros, Sus hijos. Decía Einstein en dos párrafos de una carta que escribió a su hija Lieserl: “Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y que aún no ha sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor. Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, que es el amor querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida”. Al final de la siguiente entrada (¿Cómo se que me amo?), aparece la carta completa.

Esa energía tiene que existir en la persona para poder entregarla a los demás.

Ya tenemos claro entonces que el amor es una energía, que no un sentimiento, ya que el sentimiento solo es un estado de ánimo, es una alteración del ánimo producida por diferentes factores. El amor es inmutable, no se altera, todo lo que se puede hacer con él es entregarlo y conseguir que crezca.

Por lo tanto para amar ha de existir esa energía en el interior de la persona, y si existe solo es porque la persona ha acumulado la suficiente cantidad de energía, y la única manera de conseguirlo es amándose a sí misma. No se acumula amor por generación espontanea. Como todo en la vida, hay que trabajarlo.

Es entonces cuando las cualidades inherentes al amor las está recibiendo la persona de sí misma. Eso quiere decir que se respeta a sí misma, sin infringirse ningún tipo de vejación o autocastigo; que se valora en su justa medida, sin vanidad, sin soberbia, sin orgullo; que no se juzga ni se critica, porque sabe que todo está bien y que sus actuaciones están regidas por el amor, y si algo no está bien y ha de cambiarse, lo hará con amor, con voluntad, con disciplina, con caridad hacia sí misma, con benevolencia.

Ese trato que la persona que se ama se da a sí misma, va a ser el mismo trato con el que va a acercarse a los demás.

Y por supuesto en ese acercamiento a los demás y en el trato con el que va a dispensar a todos, no hay diferencia entre familiares, amigos o desconocidos. Cuando se ama no hay distinción.

Ya sé que esto es difícil, pero es así. Este es el verdadero motivo de nuestra estancia en la materia.

Pero tiene un inicio y no podemos saltarnos los pasos. No se puede amar a nadie si no nos amamos a nosotros mismos, por lo tanto el primer paso es trabajar en nosotros.


Continuará…….

domingo, 6 de marzo de 2016

Miedo

PERLAS PARA EL ALMA


Si. Solo estás en la vida para aprender a Amar, pero mientras no cambies el punto de mira no solo no vivirás en el Amor, sino que ni tan siquiera sabrás de qué te están hablando.

Es seguro que los que se han erigido en “jueces del mundo”, en “críticos intolerantes”, en “perfeccionistas de los demás”, desprecian cualquier idea o creencia que no sea coincidente con la suya propia. Esa es una manifestación más de la falta de Amor y de la sobredosis de miedo que arrastran, porque de la misma manera que la oscuridad es falta de luz, la falta de Amor provoca miedo.

Miedo a que otros sean mejor que él, miedo a que le quiten la razón, miedo a que le engañen, miedo al ridículo, miedo a lo que puedan pensar los demás, miedo a perder lo que ha conseguido, miedo a la muerte, miedo a la vida. Aunque pudiera parecer lo contrario, no se valora a sí mismo, por eso es imposible que conozca la valía de los demás, tampoco se respeta, razón por la que maltrata a todo el mundo, camina por el mundo aterrado tratando de ver entre las sombras para preservar su integridad. 

Vivir así es no vivir, y no vive porque no sabe de Amor.




Amor y punto.

PERLAS PARA EL ALMA


Si juzgas a tu pareja cualquier acción por nimia que sea, si tratas de cambiar a tu pareja porque “tú crees” que es lo mejor para ella, si tratas de dominarle o de manipularle “por su propio bien”, si coartas su libertad, si haces estas y muchísimas cosas más “en nombre del amor” que profesas a la otra persona, o “por su propio bien”, o “porque realmente sabes lo que le conviene”, o “porque está cegado y no ve la realidad”, o “porque………”.  Realmente no amas.

Porque el Amor lo único que desea es ver feliz al ser amado, es libertad, es ayuda, es servicio, es comprensión, es dar, es aceptación, es perdonar. Este Amor es la relación más profunda que pueda existir. Cualquier otra cosa es un sucedáneo.


                Ama y punto.


Libertad

PERLAS PARA EL ALMA


Cuantas personas crecen, envejecen y mueren, sin tan siquiera plantearse, ni una sola vez en su vida, que es lo que están haciendo aquí. De la misma manera que no se cuestionan que el Sol salga cada día.

Pero se lo planteen o no, la vida es una escuela en donde cada uno de nosotros aprende y practica las lecciones correspondientes a su nivel de estudio, a su nivel de evolución. Y en nuestro libre albedrío podemos hacer la vida que queramos, Dios nos lo permite, nos permite adecuar nuestro aprendizaje. Somos libres para vivir nuestra vida, somos libres para practicar las lecciones o darle satisfacción al cuerpo físico, somos libres para ser felices o para sufrir, somos libres para sentirnos culpables o para amar, somos libres para perdonar o para odiar.