El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 14 de marzo de 2022

Detrás del pensamiento

 

Siempre me comparaba con personas que eran más altas, más atractivas o más inteligentes, según mi criterio. El resultado era claro, siempre me veía más bajo, menos atractivo y menos inteligente, que el modelo elegido, lo cual hacía que me sintiera mal. Era lógico. Si me comparaba con alguien más alto, siempre me iba a ver más bajo. Si el modelo era más rico, siempre me iba a ver más pobre. Eso me llevó a pensar que para estar satisfecho conmigo tenía que cambiar el modelo, porque siempre iba a haber alguien más alto, más atractivo y más inteligente que yo.

Y cambié el modelo. Me comencé a comparar con quien era más bajo, menos atractivo y menos inteligente que yo. El resultado fue espectacular. Comencé a sentirme orgulloso de mi aspecto. Teniendo en cuenta que había nacido en Cusco y, seguro que por mis venas corre sangre inca, medir un metro setenta y dos centímetros parece una altura más que considerable. Lo que se espera de un descendiente de los incas es que sea moreno de ojos oscuros, y hubiera podido explicar muy mal mi ascendencia de haber salido blanquito, de cabello rubio y con ojos azules. Más que descendiente de los incas hubiera parecido descendiente de los vikingos. Si estaba orgulloso de mis padres, también, tenía que estarlo de los genes que hicieron que fuera tal como soy. En ese momento pensé en algo que había dicho Dios, y era que yo había hecho una primera elección antes de venir a la vida. Por lo tanto si yo era moreno y con ojos negros debía de haberlo elegido. Me sigue pareciendo una tontería, pero…

Y, aún comencé a hacer algo más. No compararme. Con independencia de si lo había elegido o no. A fin de cuentas yo no sabía nada de otras vidas. Lo único de lo que podía dar fe era de esta vida y empezaba a tener claro que cada uno es como es y punto. Si no me comparo, ni gano ni pierdo, todo está bien, todo está como tiene que ser. Yo voy a seguir siendo el mismo. Seguro que Ángel, con su filosofía, me habría dicho que soy como soy por alguna determinada razón. ¿Quién era yo para desear cambiar una razón que, aunque desconocida, debía de existir? 

En cuanto a la inteligencia, estaba claro que nunca iba a ganar un Nobel, en ninguna especialidad, pero cuando me sentaba delante de una computadora esta no tenía ningún secreto para mí, ni en cuanto al software, ni en lo que respecta al hardware. ¿Para qué necesitaba más? era suficiente.

Fui consciente de que compararme con los demás siempre hacía que me sintiera frustrado, triste, infeliz y, además, generaba en mí un sentimiento de envidia que no podía ser bueno para mi estabilidad emocional.

Un nuevo pensamiento comenzó a hacerse un lugar en mi mente, comenzando con una pregunta: “¿Si tanto me gusta compararme, por qué no lo hago conmigo mismo?, ¿por qué no retarme a ser mejor cada día?, ¿por qué no trato de vencer mis propios miedos, que es algo consustancial conmigo?

Este sería un nuevo trabajo, además de aceptar la vida, y vivir con atención, ahora, tenía que observarme para comprobar de donde procedían mis miedos para erradicarlos. ¡Tremendo trabajo!

Pero mis pensamientos antiguos trataban de engañarme y llevarme a su terreno con demasiada frecuencia. Sin ser consciente de cómo llegaban esos pensamientos, estos se encargaban de ir disparando dardos venenosos que iban dejando su poso: “Lo único que estás intentando es engañarte a ti mismo para estar bien, pero esa no es la realidad. La realidad es que te gustaría ser rubio, con ojos azules y eres moreno con ojos negros”. Recordé entonces que este pensamiento era exactamente igual al pensamiento sobre el dinero muy arraigado en mí: “El dicho de que el dinero no da la felicidad es solo un slogan para que los pobres se conformen con su mala suerte”.

De nuevo recordé las palabras de Ángel: “Como decía Buda: Somos lo que pensamos. Es decir, que si piensas en el miedo tendrás miedo y si piensas en la felicidad serás feliz”.

Ahora no solo lo entendía, sino que lo estaba comprobando en mí mismo. Mi propio pensamiento me estaba boicoteando, trataba de desequilibrarme y, bastantes veces, lo conseguía. Debía permanecer muy atento y, una vez consciente del pensamiento, poner la voluntad para cambiarlo. ¡Era un ingente trabajo!, porque cuando menos lo esperaba ya estaba el pensamiento diciéndome muy bajito al oído: “Ese que acaba de pasar es más alto que tú. La verdad es que no eres tan alto”. Y cuando pasaba uno más bajito, se callaba, el muy…, a pesar de que pasaban un buen número de personas más bajas que yo.

Era como si conviviera con un demonio en mi interior que además actuaba sin ningún tipo de control por mi parte. Estaba completamente desatado, estaba como loco, aprovechaba cualquier resquicio para maltratarme. ¡Parece mentira que fuera mío!, más parecía un enemigo. Aparecía en cualquier momento, ante cualquier situación y, un gran porcentaje de veces, me encontraba tan indefenso que me ponía a conversar con él dándole la razón y sintiéndome muy mal por lo bajito y lo morenito que era.  

Me preguntaba ¿por qué sería el pensamiento tan malvado?, ¿por qué solo llegaban esos pensamientos malignos y no aparecía ningún pensamiento contrario, algo más benévolo, sobre algo que me hiciera sentir bien?, ¿de dónde procedían? Si es Dios quien habita en nuestro interior y no el demonio, todos los pensamientos deberían ser positivos, creados por Él y, sin embargo, todos son negativos, como si fuera el mismo Lucifer quien ocupara nuestro corazón.

(Del libro Vivir ahora, vivir sin tiempo. De Alfonso Vallejo)

 


domingo, 6 de marzo de 2022

Novela: Rasgar el velo de la soledad

 



“Rasgar el velo de la soledad” es el diario de un peregrino en el Camino de Santiago. Es el diario de la transformación de Gonzalo, un hombre que tenía una vida normal o, mejor, más que normal, porque podía considerarse un hombre feliz, algo que pocas personas pueden pregonar, como él, en voz alta.

Casado desde hacía veinte años con Natalia, se amaban con más intensidad que el primer día. Habían aprendido a amarse, desde el enamoramiento inicial, a través del respeto mutuo.

Tenían una hija de dieciséis años a la que habían enseñado el valor de la familia y a la que habían contagiado su felicidad.

Eran una familia feliz. Una familia de cuento de hadas.

Pero todo se acabó, un día, en un abrir y cerrar de ojos.

Como cada día, Natalia fue a buscar en coche a su hija al instituto. Nunca más regresaron a casa. Un conductor borracho se las llevó por delante muriendo, al instante, en el brutal impacto.

La vida de Gonzalo terminó también en ese instante y si no lo fue de manera real, si lo fue emocionalmente. Él pensaba que no podía seguir viviendo con tanto dolor, con tanta tristeza, con tanta ira contenida, sin apego a la vida y renegando de Dios, porque si realmente existiera no podía permitir tantas injusticias.

Después de casi un año desde que ocurrió el accidente seguía manteniendo el mismo dolor. Se acercaba la Navidad. No le apetecía ni la compañía ni amargar las navidades a su familia, por lo que  decidió pasarlas solo y para que no le molestaran no se le ocurrió mejor idea que hacer el Camino de Santiago.

En realidad, la idea de hacer el Camino nació en él a raíz de un sueño muy vívido que tuvo con su esposa y su hija, el primero desde el accidente. En el sueño él estaba realizando el Camino de Santiago y se encontraron en León, que es una de las etapas del Camino. En la despedida de ese sueño su esposa dijo “Nos volveremos a encontrar. Te esperaremos en este mismo sitio”. Esa despedida fue interpretada por Gonzalo como que tenía que realizar el Camino de Santiago.  

Desde la primera etapa en Francia hasta su llegada a Santiago, casi un mes y medio desde la partida, dos encuentros en el Camino, con la Virgen María y con una madre que, como él, había perdido a su hijo, resultarán sanadores para Gonzalo efectuándose en él una transformación total.

Del hombre triste y apagado que renegaba de Dios, al hombre que llegó a Santiago terciaba un abismo. Porque a Santiago llegó un hombre renovado, un hombre diferente que comprendió en su peregrinaje cual era la razón de la vida.

Gonzalo en este diario cuenta su experiencia, convencido de que puede resultar también sanador para todos aquellos que se enfrentan a una vida de dolor, de insatisfacciones, de tristeza o infelicidad.

¡Buen camino, peregrinos de la vida!


viernes, 28 de agosto de 2020

Como mariposa tocando el alma

 

Sinopsis:

Kepha, que fue Pedro, el primer discípulo de Jesús en una  de sus vidas, necesitaba volver a realizar un nuevo periplo en la Tierra porque aún no había finalizado su aprendizaje, aún le faltaban décimas en la calidad de su amor. 

En su Plan de Vida será Fran, y a través de la vida de Fran, a través de sus pensamientos, de sus emociones, de sus sentimientos y de sus vivencias, podrá recorrer el lector las diferentes etapas por las que todos los seres humanos han de transitar para alcanzar la serenidad, la alegría, la paz y la felicidad, que son un derecho de vida que pocos recuerdan y, a pesar de desearlo vehementemente, pocos logran llegar a vivir una vida plena. 

La vida de Fran es la misma vida que la del resto de los seres humanos, con las mismas situaciones, los mismos sufrimientos, los mismos deseos y las mismas carencias. 

Fran sabe que puede llegar a vivir una vida diferente basada en el amor, en la comprensión, en el respeto y en la ayuda, con un objetivo cada vez más claro: llegar a Dios viviendo una vida de alegría, de paz y de felicidad. Si Fran sabe que puede, y ¡puede!, tú también puedes. Solo necesitas, primero, desearlo y, a continuación, intentarlo. Ahora es el momento

jueves, 30 de julio de 2020

El niño que buscaba a Dios




Un día un niño quiso saber quién era Dios, así que fue a preguntarle al sacerdote de su tribu, pero este no pudo darle una respuesta satisfactoria.

Apenado el niño por no encontrar una verdadera respuesta, decidió ir a recorrer el mundo para encontrar la verdad

Dejando atrás su pequeña aldea, se fue, muy decidido a no volver, hasta encontrar lo que andaba buscando.

Recorrió muchos lugares, valles y desiertos, tuvo que afrontar diversos peligros, y se encontró con mucha gente culta, pero nadie sabía con certeza como responder a la pregunta: “¿Sabes quién es Dios?”

Un día llegó a los pies de una montaña en donde vivía un viejo y sabio ermitaño

Agotado por su búsqueda sin respuesta, el niño que ahora era un joven alto y fornido; decidió hacer un último intento y le pregunto al sabio: “¿Sabes quién es Dios?”, a lo que el sabio respondió: “Dios es esa energía vital de la cual todos nacemos, Dios es esa fuerza de amor y felicidad que ríe junto a nosotros, Dios es ese espíritu de rocío que llora a nuestro lado cuando nos sentimos más desolados. Algunos piensan que es quién nos ilumina y nos permite conocernos a nosotros mismos a través del yoga, la meditación, la oración y el silencio; otros creen que es un padre creador, que nos quiere y nos ama; y hay quienes están convencidos que Dios es un juez implacable y que necesitan complacerlo, para que no deje caer sobre ellos el peso de su cólera”.

La verdad es que para descubrir quién es Dios, tienes que escuchar la voz de tu corazón, ya que Dios vive en lo más hondo de nuestro ser, y a cada uno se nos presenta de una forma única e íntima, por lo que solamente tú puedes descubrir a Dios.

Feliz el joven, porque finalmente encontró la respuesta que andaba buscando, dio gracias al ermitaño y volvió a su aldea, sabiendo quien era Dios, y que cuando lo necesitara, solo tenía que buscar dentro de sí, y ponerse en contacto con lo más íntimo de su ser.




martes, 28 de julio de 2020

A propósito de Dios






¾    Señor, a pesar de saber que no interfieres para nada en los asuntos humanos, a veces, siguiendo la onda de otras personas, me pregunto ¿cómo puede ser que permitas tanto sufrimiento?

¾ Antay, ¿cómo puede ser que te preguntes eso sabiendo perfectamente que siempre permanezco neutral ante cualquier situación humana?

¾    Es que Señor, es mucho el sufrimiento. Las personas mueren en soledad, sin la compañía de sus seres queridos, después de haber pasado su enfermedad y su agonía, también, completamente solos. La pobreza está creciendo de manera exponencial por todo el planeta, ¿no hay nada que puedas hacer?

¾ Todos los que estáis encarnados ahora mismo sabíais, de antemano, que os ibais a encontrar con esto y, aun así, elegisteis nacer y lo hicisteis con alegría porque, muchos de vosotros, teníais fundadas esperanzas de que esta situación llevaba implícito un avance importante en vuestro crecimiento, un incremento en vuestra vibración.También sabes que nadie ha muerto en soledad. Todos han estado más acompañados que nunca. ¿Se te ha olvidado que no eres ese cuerpo?

¾    No se me ha olvidado. Pero muchos piensan que podrías hacer algo para aliviar tanto dolor.

¾     No soy yo el que tiene que hacer. Sois vosotros, las almas encarnadas, las que tenéis el mando. Sois vosotros, las almas encarnadas, las que estáis en un ciclo determinado de vuestro aprendizaje. Sois vosotros, las almas encarnadas, las que habéis atraído al virus. Sois vosotros, las almas encarnadas, las que tenéis que aprovechar el magnífico momento que habéis creado. Vuestro es el poder ¿Podría el rector de una universidad anular un examen, cuyas preguntas aparecen en los libros de texto, solo porque los alumnos lo consideran difícil?

¾    Pero, ¿hay algo que podamos hacer?

¾    Si. Amaros, respetaros, ayudaros.

¾    No has dicho orar. ¿Es qué orar no sirve de nada?

¾    Sirve de mucho. Pero recuerda el refrán: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Cuando oras estás elevando tu vibración, te acercas a Mi y te pones en contacto con tu misión en estos momentos. No reces para que yo extermine el virus, sabes que no lo voy a hacer. Pero no olvides que después de orar tienes que amar y respetar al otro para no contagiarle y al que no tiene, le tienes que ayudar.

¾    ¿Puede ser que el virus haya sido creado por otros hombres?

¾    Puede ser.

¾    Y te quedas tan tranquilo.

¾    Si fuera así, esos otros hombres también son Mi Creación.

¾    Pero son hombres que están dirigidos por Lucifer.

¾    Lucifer también es Mi Creación.

¾    Perdón Señor. A veces mi mente me juega malas pasadas y me hace creer que soy uno de tus hijos favoritos.

¾    Si que lo eres, pero hay otros miles de millones que también lo son.

¾    Gracias Señor.

¾    Yo te bendigo.



sábado, 18 de abril de 2020

"Yo Soy" el cambio

Este es el inicio de un largo camino. “Yo Soy” el cambio

Ya estamos viendo en los países en los que se están empezando a relajar las medidas de confinamiento cual es la preocupación de los dirigentes que son los que tendrían que liderar el tan ansiado cambio: Que la economía, tal como la conocemos, no termine de hundirse y que todo vuelva a la normalidad económica lo antes posible. Justo a esa normalidad basada en la desigualdad que no queremos.
Es posible que se den algunos cambios, sobre todo, alguna mejora de la sanidad, que está siendo el pilar de contención de la pandemia. Países que estaban desmantelando su sanidad pública intentarán detener su deterioro y otros que tienen una sanidad del siglo XIX intentarán adecuarse al siglo XXI. Pero poco más.
La pandemia, para los que sobrevivan, no va a servir más que para empobrecer a la clase media y terminar de hundir a la clase baja. La clase súper alta, que es la que realmente organiza el mundo a su antojo para su propio beneficio, no se va a ver afectada en lo más mínimo, salvo que va a enriquecerse un poco más. Incluso pueden salir mejor parados porque algunos, puede ser que les idolatren aún más porque donan millones para ayudar a frenar la pandemia. ¿Qué es un millón o dos o veinte comparado con lo que tienen?, es como para el resto de nosotros dar un dólar a un pobre a la puerta de una iglesia. Una limosna.
Lo que esta pandemia ha vuelto a dejar al descubierto es la solidaridad de muchísimas personas en cualquier parte del mundo. La solidaridad siempre emerge en las catástrofes, lo cual es fantástico, pero se reduce cuando la situación vuelve a la normalidad. Y mientras no se consiga una igualdad real, en la que no pase hambre ni un solo ser humano, la solidaridad va a seguir siendo necesaria.
Por lo tanto, los que tenemos claro que el orden mundial debería de cambiar tenemos que liderar el cambio. O, mejor, más que liderar el cambio tenemos que comenzar a abrir la puerta para que este se realice, porque va a ser una lucha sin cuartel, silenciosa y larga, muy larga, posiblemente nos lleve más de un siglo. A no ser que tengamos en unos años una nueva pandemia que mate a dos millones de personas y se lleve por delante la economía tal como la conocemos.
Casi todos los que creemos que vivimos en una sociedad injusta e iniciemos ahora la lucha o, mejor, que seguimos en la lucha que iniciamos hace algún tiempo, es seguro que volveremos a la vida dentro de cien o doscientos años y, es posible, que entonces sigan las desigualdades pero tendremos ya un terreno preparado y abonado por nosotros en esta vida, para que sea más fácil la batalla final, ya que nuestros hijos, nuestros nietos, bisnietos y tataranietos habrán seguido la estela que ahora iniciamos nosotros.
¿Cómo tiene que ser esa lucha? Ahora tiene que ser espiritual, porque nosotros no podemos cambiar el sistema económico, pero si podemos cambiar la espiritualidad. Tampoco podemos salir a las calles siete mil quinientos millones de seres a reclamar un cambio de orden cuando cada uno de los siete mil quinientos millones tiene una idea de orden diferente en su cabeza. Si no fuera así, no habría tanto voto disperso. Personalmente nunca he entendido como un obrero puede votar a la derecha. Pero aunque se vote a la izquierda, da lo mismo. Son los mismos con una corbata de distinto color. Y lo que necesitamos no son líderes de derecha o de izquierda, necesitamos lideres humanos, que se sientan iguales, que amen a sus conciudadanos, que lloren con ellos, que rían con ellos, que el sufrimiento de uno sea su propio sufrimiento, que no sepan de economía, que no sepan de leyes, que sepan de justicia humana, de igualdad, de compasión y de humildad.  
Por lo tanto, hemos de dejar de lado, aunque sigamos en la lucha por reducir la desigualdad, las batallas política y económica para centrarnos en la batalla espiritual.
            Así como hay diferentes sistemas políticos y económicos y diferentes religiones, en lo referente a la espiritualidad, no hay dudas, solo existe un orden, el orden del Amor, que conlleva inherente todos sus atributos: alegría, fe, igualdad, humildad, comprensión, justicia social, tolerancia, paz, serenidad, misericordia, felicidad, generosidad, compasión, libertad, aceptación, bondad, honestidad, fortaleza, respeto, servicio.
Porque el cambio, el auténtico cambio, es actuar desde el Amor. El Amor solo tiene una regla, la Regla de Oro: Trata a los demás como tú mismo quieres ser tratado.
            Tenemos que ser el cambio que propugnamos realizando nuestro propio trabajo interior para ser el Amor que demandamos al mundo, porque al final de todo el camino, dentro de uno, cinco o mil años, la energía que va a mover el mundo es el Amor. Ese es el cambio, ese es el final del camino. Empecemos en nosotros mismos y hagámoslo ya, no esperemos a mañana.
Nuestro objetivo tiene que ser elevar nuestra vibración en el Amor para ir influyendo en los que nos rodean y estos a su vez influir en otros y estos en otros y así sucesivamente hasta llegar al poder. Es un trabajo lento ¿verdad? Y más lento porque es una batalla con uno mismo y, aunque sea incruenta, es la más terrorífica de las batallas.
Para eso lo mejor es comenzar por el principio. Saber de dónde partimos cada uno de nosotros, porque el final del camino es el mismo para todos: aprender a Amar.
Como pasar de donde estamos al Amor no es tarea fácil, mejor vayamos ganando cada una de las partes, subiendo un peldaño tras otro, que no son otros que las cualidades del Amor, para llegar al Todo. Hoy trabajo la paciencia, el mes que viene la tolerancia, al otro el perdón y, así, un día tras otro llegaremos a la cima.
Voy a terminar esta entrada con unas preguntas. A partir de la próxima intentaré desgranar como ganar cada una de las etapas que nos van a llevar a la cumbre.
Podéis escribir y contestar para unificar ideas.
¿Tenemos claro que todos SOMOS UNO, que somos lo mismo, todos con el mismo origen, todos con el mismo fin?
¿Tenemos claro que somos más que un cuerpo?
¿Tenemos claro para que venimos a la vida?
¿Tenemos claro que organizamos nuestra vida antes de encarnar?
¿Tenemos claro que la pandemia estaba contemplada en nuestro Plan de Vida?
Si tenemos claro que está contemplada en nuestro Plan de Vida y, por lo tanto, aceptada por nuestra alma ¿Qué esperábamos ganar con ella?
La contestación a estas preguntas y, algunas más, lleva implícito el trabajo a realizar.
Cuídense, todos somos necesarios, ya que si falta uno tendremos que suplir su vibración entre los demás.
Bendiciones.





sábado, 11 de abril de 2020

Crisis, pandemia, cambio


El confinamiento se alarga y se estira como si fuera chicle.

He dejado de ver noticias, son un poco cansinas, como lo son también las informaciones que van apareciendo por las redes sociales.

He leído casi diez millones de causas por las que este virus ha mutado para apoderarse del género humano. Pero sea cual sea la causa, ¿qué más da? Está aquí y hay que lidiar con él. Desde luego si la causa fuera la nueva tecnología 5G no deberíamos de permitir su expansión, aunque, de ser esta la razón, ya se encargarán los “auténticos poderes”, que usan a los presidentes de los países y organizaciones como títeres, para hacernos creer lo contrario.   

Pero hemos de tener presente que nada ocurre por casualidad, y que todos y cada uno de los seres humanos que habitamos en esta época el planeta ya teníamos contemplada esta circunstancia en nuestro Plan de Vida y, por supuesto, la hemos elegido voluntariamente. Somos unos héroes.

Unos para morir, otros para enfermar y sanar, otros para ayudar a todos a dejar atrás la enfermedad, otros para vigilar el orden, otros para poner palos en las ruedas, otros para arrimar el hombro, pero casi todos para sufrir que es la espoleta del cambio. Unos para encumbrarse y otros para hundirse, Pero todos para crecer, y para aumentar nuestra vibración y la vibración del planeta. Porque no existe nada, absolutamente nada, contemplado en el Plan de Vida de cada alma, que no sea para su crecimiento, para su aprendizaje, para su acercamiento a Dios.

  Terminaba la entrada anterior diciendo “…. si de esta crisis no sacamos la enseñanza de que todos somos lo mismo y de que ayudando y respetando al otro, me estoy ayudando y respetando yo, no habrá servido de nada tantas muertes, tanto dolor, tanta carencia y tanto sufrimiento”.

Pero ahora ya sé que todo va a seguir igual.

Es muy difícil cambiar un régimen capitalista que es el que impera en nuestras sociedades, ya que son auténticos genios para atontar a los millones de súbditos que con unas migajas hacen al “gran capital” cada día más y más rico.

De esta crisis, todos, menos “ellos”, vamos a salir maltrechos, más pobres, más controlados y, sobre todo, con más miedo, que es la herramienta principal que utilizan para subyugarnos.

Bueno, en realidad, todo no va a seguir igual. Algo habrá cambiado, pero será a nivel individual. Tendrá que ser uniendo esas individualidades como se comience a gestar el cambio. Ahí es donde radica la posibilidad de cambio. Pero, aunque no se produzca, no importa, como género humano, nosotros o nuestros descendientes, tendremos nuevas pandemias, y así será hasta que el cambio se materialice. El cambio se tiene que realizar sí o sí.

Ya hemos comprobado que se puede vivir sin futbol, sin toros, sin misas, sin procesiones, sin políticos, pero no se puede vivir sin un hospital perfectamente equipado, con un personal dignamente tratado y sobre todo, no se puede vivir sin una barra de pan o sin un plato de lentejas. Por lo tanto, el cambio lo tenemos que hacer no haciendo manifestaciones salvajes para conseguir un día más de vacaciones, o un incremento de sueldo miserable, sino dando la espalda, todos unidos, a todo lo superfluo que el gran capital ha hecho que consideremos esencial. Porque si nos manifestamos para conseguir tal o cual cosa, nos la van a dar para que volvamos a trabajar, pero ya se encargaran de sacárnosla de otro sitio. Son listos, son muy listos, y nosotros somos tontos, muy tontos.

Cuando no vaya gente a los eventos deportivos, no se gastarán millones y millones de dólares en sueldos para los jugadores. Todos los sueldos deberían oscilar en una banda de entre 1 como mínimo y 5 como máximo. Es decir, que, si el sueldo más bajo son 1.000 dólares, el más alto no debería ser superior a 5.000. En ningún lugar del planeta.  

Cuando nadie vote a los ineptos que se enriquecen a nuestra costa enfrentándonos a los unos contra los otros, podremos cambiar nuestro sistema político, porque los políticos, sea cual sea su insignia y su doctrina, enfrentan a los ciudadanos del norte con los del sur, favoreciendo a los cada vez más ricos y defenestrando, engañando y manipulando a los cada vez más pobres.  

Cuando los lugares de culto se encuentren vacíos un día sí y otro también, es posible que los líderes de las religiones reflexionen y se unan para ayudar a hacer un mundo igualitario y no condenar ni discriminar a nadie, porque entenderán realmente lo que significa ser hijos de Dios y apostarán por una sola religión: La religión del Amor.

Cuando nadie mire la basura televisiva, la cambiarán para enriquecer nuestra alma y no embrutecer nuestros egos. Y así sucesivamente con cualquiera de los métodos de atontamiento que utilizan contra la población.

Todos somos uno, todos somos lo mismo y nos enfrentan los políticos, las religiones, los deportes, los programas de televisión. Lo único que buscan es la separación. Divide y vencerás.

Somos nosotros los que tenemos que comenzar a gestar el cambio. Todos unidos. Ayudándonos. Vibrando al unísono en el Amor. Hasta entonces todo seguirá igual.

Sigan cuidándose.
Bendiciones.



jueves, 19 de marzo de 2020

El poder de la bendición y el coronavirus


El poder de la bendición y el coronavirus



La energía de la bendición es una de las más poderosas que existe, junto a las energías del amor y del perdón.

Ahora parece ser un buen momento para hacer uso de esa energía enviándosela a los enfermos del coronavirus para reforzar los tratamientos médicos y las cadenas de meditación y de oración que se estén realizando.

Cada bendición puede durar menos de medio minuto. Por lo que puedes bendecir a más de un enfermo. En un cuarto de hora se puede enviar la energía de la bendición a treinta personas. 

Teniendo en cuenta que todos estamos en casa y tenemos tiempo, más que de sobra, se puede dedicar un cuarto de hora en la mañana y otro en la tarde. 

¿Cómo hacerlo teniendo en cuenta que no conocemos a las personas enfermas, a no ser que tengamos algún conocido con el virus?

Se puede hacer visualizando, pensando o imaginando la silueta de una persona con un número delante. Si vas a enviar la energía a treinta personas, piensa en un país y vete cambiando el número del 1 al 30, por ejemplo. Y en la tarde sigue desde el número 31 en adelante, y así cada día.

Alguien puede pensar, ¿cómo va a llegar la energía a una persona de esa manera que parece tan sutil? No te preocupes, ya se encargará la energía, que es más inteligente que tú, de llegar a la persona que la envías.

Para realizar la bendición:

-        Siéntate con las plantas de los pies bien apoyadas en el piso. 
-      Levanta las manos a la altura de los hombros con las palmas dirigidas al frente. Los brazos cómodos al lado del cuerpo.
-        Con los ojos cerrados imagina a la persona delante de ti.
-        Pide a Dios que abra tu canal de Luz.
-        Imagina que llega una energía a ti por tu chakra corona.
-        Esa energía baja hasta tu corazón y se reparte por tus brazos para salir por tus manos.
-        Visualiza esa energía saliendo de tus manos y llegando a la persona que tienes delante.
-  Repite en tu interior: Yo te bendigo, yo te bendigo con salud, yo te bendigo con paz, con amor, con serenidad, con abundancia y prosperidad. Yo  te bendigo. Te amo.

Cambias la imagen de la persona que tienes delante y vuelves con la bendición. Cuando digo cambias la persona, en realidad, lo que tienes que cambiar es el número. Así hasta que te canses.

Si esto te resulta difícil, puedes visualizar un país y enviar la bendición a los enfermos de todo el país. Puedes hacerlo como te apetezca, pero aprovecha parte de este tiempo de ocio con el que nos hemos encontrado.

Yo te bendigo.


Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (4)


Cinco vidas en una



He vivido en quince poblaciones de tres países diferentes y he realizado más de una treintena de mudanzas. Sí, es cierto, mi chakra base nunca ha sido muy grande, comparado con el resto de chakras, y eso, a pesar de trabajar específicamente en él desde que conozco que somos energía. Si tenemos en cuenta que este chakra también tiene que ver con el dinero ya podéis haceros una idea de cómo se encuentra mi estado de cuentas. Pues tan escurrido como el chakra.

Todos los cambios de vivienda, de población y de país los he realizado sin mirar atrás, sin añoranza por lo que dejaba y con una cierta ilusión, tampoco excesiva, por lo nuevo que estaba entrando en mi vida.

No tengo mal recuerdo de ninguno de los lugares donde he vivido, excepto dos. Uno cuando era muy pequeño. No creo que tuviera más de cinco años. Nos fuimos a vivir a una especie de cuarto en el subsuelo de una panadería, (mis padres eran más pobres de lo que yo lo soy ahora), y recuerdo por las noches ver pasar por delante de la puerta de la habitación a los panaderos que estaban trabajando haciendo el pan. A mí eso me asustaba. Pensaba que eran demonios vestidos de blanco que venían por nosotros en mitad de la noche.

El otro, treinta y tantos años después, fue mi estancia en un mini piso al que me fui cuando me separé por primera vez. Era un sitio muy frío, inhóspito, con cuatro muebles destartalados. Dormía vestido arropado por todas las ropas de que disponía entonces. Estuve dos meses en esa especie de Siberia, y puedo decir, sin temor a equivocarme, que fueron los peores de mi vida, con diferencia, ya que al dolor de la separación se unía el frío y la incomodidad. Es posible que una separación traumática, como fue la mía, viviendo en un palacio hubiera sido más llevadera.

Tengo claro que he llegado a esta vida con una buena parte de la asignatura del desapego aprobada en alguna de mis vidas anteriores. Reconozco su importancia porque el apego es, justamente, una de las emociones que mayor sufrimiento provoca en mis compañeros de viaje por la vida.

El diccionario, que es quien más sabe de definiciones, define el apego como una inclinación especial hacia algo o hacia alguien. Esta inclinación hacia alguien puede generar un vínculo afectivo y a través de este vínculo se espera encontrar protección, paz, felicidad, seguridad y hasta amor. 

Creo que este es uno de los grandes males de los seres humanos. Los otros dos grandes males son el no saber realmente quienes son y el no saber para qué venimos a la vida.

Afortunadamente solo he convivido durante una parte de mi vida, unos cuarenta años, con los dos últimos. ¡Que ya es bastante! Pero de apego creo no haber sufrido ni un gramo.

Vivo independiente desde los diecisiete años. Me he casado tres veces y tengo dos hijos y dos nietos, una niña de diez años y un niño de ocho que es la misma edad que tiene mi hijo pequeño, es decir, su tío.

Estoy a punto de cumplir setenta años. Nunca pensé que llegaría tan lejos, teniendo en cuenta que todos los hombres de mi familia, por la rama paterna, murieron con sesenta y cuatro años. Siempre hay excepciones que confirman la regla. Me he programado para vivir 92 años.

Reflexionando sobre la nomadicidad y las vicisitudes de mí vida me siento como si hubiera vivido, al menos, cinco vidas en una.

Cuento como primera vida el tiempo transcurrido desde mi nacimiento hasta que abandoné el hogar de mis padres para vivir una vida independiente con diecisiete años, a novecientos kilómetros del que había sido mi hogar.

La segunda vida abarca un ciclo, también de diecisiete años, desde mi independencia hasta el divorcio de mi primera esposa y madre de mi hija mayor.

Es curioso, ahora soy consciente de que el ciclo de la tercera vida, también, tiene una duración de diecisiete años, tiempo en el que volví a casarme y a separarme por segunda vez mientras iniciaba el acceso a una vida más espiritual.

La cuarta vida engloba una vida en solitario, sin pareja, regentando un centro de yoga y salud, en el que daba clases de yoga, guiaba meditaciones, realizaba cursos de formación de terapeutas y hacía sanación.  Este ciclo fue más corto, de tan solo diez años. Fue una etapa de intenso aprendizaje.

Y, por último, la quinta vida, la vida en la que me encuentro desde hace diez años, lejos de mi país de nacimiento, dedicándome básicamente a mi hijo, a mi esposa, a la sanación y la escritura.  

En plena cuarentena por el Covid19, confinado en casa como el resto del mundo, ¿estaré iniciando mi sexta vida o será la Tierra y con ella la humanidad la que está iniciando una nueva etapa?

Hace tiempo que escucho y leo, sin llegar a creérmelo, que la humanidad está dando un salto importante en su crecimiento. Supongo que debíamos ir demasiado lentos y “alguien” ha decidido darnos un empujoncito. Porque si de esta crisis no sacamos la enseñanza de que todos somos lo mismo y de que ayudando y respetando al otro, me estoy ayudando y respetando a mí, no habrá servido de nada tantas muertes, tanto dolor, tanta carencia y tanto sufrimiento.

¡Cuídense y así cuidarán al otro!

¡Bendiciones!

 CONTINUARÁ

Como la canción "Resistiré" del Dúo Dinámico se ha puesto rabiosamente de moda, la comparto con vosotros.