Yo opino que…………, yo creo que lo que tendrías que hacer es…………., parece mentira que fulanito haga…………, no tienes razón en nada de lo que dices……….., hay que ver como viste………, no sé cómo no le da vergüenza………, lo mejor para ti sería………, vaya amigo que se ha echado……….
Este es el deporte universal: Juzgar, criticar, opinar.
¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la vida del resto del mundo?, posiblemente nadie, y sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la vida de esa persona.
Cualquier juicio, cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo de sus creencias.
Pero, los pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.
Para que se termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien. Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado, porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.
Te proponemos un ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier cosa que hagan las personas de tu entorno, a colocarte en su lugar si por cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica. Ni tan siquiera tienes que comprender, solo respeta y acepta.
El respeto y la aceptación es entrenamiento y practica, por lo que la crítica va a surgir, no te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención en sus cualidades. Con la práctica, te acostumbrarás a observar las acciones de los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin que te afecte lo más mínimo.
Cuando consigas incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que el ejercer de juez permanentemente es agotador.
Dedica la vida a vivirla, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada segundo que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una vida incompleta. La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo. Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es además un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es posible que siga viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu vida para nada.
Empieza ahora a mirar con otros ojos, empieza ahora a aceptar y a respetar, no esperes a mañana, no desperdicies más tu vida.
Si fueramos más conscientres de que todo eso que hablamos de los demás, tan sólo es un reflejo de algo que hay en nosotros, seguramente más profundamente podríamos llegar a partes de nosotros mismos. El respeto de todo lo que acontece ante nuestros ojos ante nuestro interior, es la base de cultivar un jardín con la esencia del silencio, del no juicio, de la no crítica, de la no opinión. Hemos dejado durante tanto tiempo que la mente actúe sóla, que ya se pone en marcha automaticamente haciéndose partícipe de todas las situaciones, emprender el camino del respeto desde el corazón quizás no se pare el piloto automatico de nuestra mente, pero estoy segura que con paciencia, respeto y amor, no llegará más allá de la primera estación.
ResponderEliminarUn abrazo de luz.
Para Alfonso Vallejo,
ResponderEliminarHola Alfonso soy Dolors de Cervera, como estás? Cómo te va la vida por Perú? Me gustaria tener noticias tuyas; también querría darte un millón de gracias por no dejar de pensar en mi madre.
Un abrazo muy fuerte, cuidate mucho.
Dolors Ribalta