Una de estas leyes es la Ley del Karma, o ley de la causa y el efecto, o ley de la causalidad. El Karma no es sinónimo de castigo, sólo es la consecuencia de nuestras acciones. Por lo tanto, no existe un Karma bueno o un Karma malo, como muchas veces escuchamos, existe el Karma y punto. El Karma sólo ajusta el efecto a la causa. Todos los pensamientos, palabras o acciones, buenas o malas, que hemos realizado en esta y en anteriores vidas, nos traerá consecuencias buenas o malas, para esta vida o para las siguientes.
Si los pensamientos, palabras o acciones han sido malas, pagaremos por ello; pero si han sido buenas, recibiremos nuestra recompensa.Todo está perfectamente calculado y planificado. Nada sucede por casualidad en nuestra vida. No existe la suerte, no existen los accidentes. Todos en nuestra actual existencia, estamos recogiendo lo que sembramos en nuestras vidas anteriores y a la vez estamos sembrando lo que recogeremos en las próximas. En el momento de planificar cada vida, concertamos con los Señores del Karma la cantidad de Karma de la que nos vamos a liberar.
Los Señores del Karma, son los encargados de planificar nuestra vida en la Tierra. Son los que determinan donde nacer y en qué familia, son los que determinan cada encuentro, cada situación, cada experiencia, y la cantidad de Karma de la que nos vamos a liberar. Toda esa planificación es presentada para ser aceptada o no por el ser que pronto comenzará su viaje en la Tierra. Normalmente todos aceptamos dicha planificación y venimos a la vida con una hoja de ruta debidamente marcada. Con las personas que vamos a interactuar firmamos un "contrato kármico". Nos ponemos de acuerdo en lo que cada uno le va a hacer al otro con la intención de enseñar o aprender algo. El proceso de aprendizaje es mutuo y el contrato kármico se firma de común acuerdo, pero cuando llegamos a este plano, nos olvidamos de lo firmado, y haciendo uso de nuestro libre albedrío podemos seguir la hoja de ruta marcada o desviarnos del camino.
El Karma es la causa que nos tiene atados a la rueda de la reencarnación, al proceso de nacer y morir, una y otra vez. Mientras tengamos Karma pendiente, seguiremos en este proceso.
Pero si cada acción, del tipo que sea, genera Karma, ¿Cómo liberarnos del Karma? La única manera de no generar nuevo Karma, es realizar cualquier acción sin ningún tipo de deseo, sin esperar ningún fruto de la acción realizada, ya que es el deseo el generador del Karma. A cada causa corresponde un efecto y a cada acción un fruto. El deseo los enlaza. Si se acaba con el deseo, si cualquier acción se realiza sin apego, ya no se generará más Karma.
Recuerda: “Quien siembra vientos, cosecha tempestades”. Así que siembra ayuda, siembra perdón, siembra colaboración, siembra alegría, siembra amor, y alcanzarás la liberación.
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