Es cierto, “somos lo que pensamos”, y entre nuestros pensamientos está ese que nos dice que siempre hay alguien que sabe más que yo, alguien más rico, alguien más importante, alguien con más poder; pero curiosamente también los hay menos sabios, más pobres, menos importantes y con poco poder; pero ¡qué curioso!, en esos pensamos menos.
Detrás de ese pensamiento de que hay alguien que tiene algo más, lo que sea, se forja el deseo, ¡Yo también quiero ……….. más! Y se comienza un peregrinaje mental y de emociones en pos de ese más que la mente ha decidido que necesita. Pero, es asombroso, al no pensar que tiene suficiente de lo que sea, no quiere nada con los menos ricos, menos sabios, menos importantes, con menos poder.
¡Qué poderoso es el pensamiento!, que nos hace ir en pos de “maestros”, en pos de “religiosos”, en pos de “políticos”, en pos de “famosos”.
Ninguno te va a enseñar lo que realmente necesitas, ninguno te va a enseñar el camino para conseguir la paz interior, ninguno te va a enseñar a amar.
¿Sabes que con esa paz interior y ese amor puedes conseguir lo que quieras? Eres un hijo de Dios y vas como un pordiosero detrás de cualquiera, porque confías más en cualquiera que en ti mismo.
¡Ya está bien!, ¡Ya está bien de confiar en los demás y no confiar en nosotros mismos!, ¡Ya está bien de perseguir “maestros”!, ¿No crees que ya es momento de ser tu propio maestro?, ¿No crees que ya es momento de empezar a confiar en ti?, ¿No crees que ya es momento de que te conviertas en tu propio Dios?
Toda la debilidad, toda la ignorancia, toda la confusión que creas sentir, sólo es producto de la desconexión con tu alma.
Conéctate con tu alma, siéntate, respira y medita en tu respiración.
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