He
realizado algunos cursos de sanación energética, de varios tipos: con
imposición de manos, manipulando la energía, o a través de la meditación; y en
todos esos cursos, de manera más o menos nítida, comentaban que esa era la
técnica que Jesús utilizaba en sus curaciones. Unos basaban el argumento en que
Jesús imponía sus manos, otros porque existía una transferencia de energía,
otros porque Jesús meditaba, u oraba, en muchas ocasiones antes de la curación.
Las
sanaciones de Jesús, eran tan imponentes, tan increíbles, tan grandiosas, que
siempre se han calificado como milagros, y sin embargo, muchísimos de los terapeutas
o sanadores energéticos, que circulamos por el mundo, no podemos arrogarnos ni
un solo milagro, y eso que hemos asistido a muchos más cursos de formación de
los que asistió Jesús. Aunque, posiblemente, si podamos atribuirnos algunas curaciones,
más o menos rápidas, incluso en dolencias desahuciadas por la medicina
tradicional, pero no para calificarlas de milagro.
Pero
no sólo Jesús ha realizado curaciones milagrosas, también han existido otras
mujeres u hombres, que han realizado ese tipo de sanaciones, seres
extraordinarios, que por su ejemplo de vida, les han subido a los altares,
sobre todo a los altares de la iglesia católica. Pero, lo extraordinario de su
vida no eran los milagros, lo extraordinario de su vida es que su bandera era
el Amor. El mismo Amor que distinguía a Jesús, y que todos Ellos repartían a
diestro y siniestro, sin fijarse para nada en quien era el receptor de dicho Amor.
Incluso una de las definiciones de milagro, dice que un milagro es un acto de
Amor.
Esa
era la base de la curación de Jesús, su inmenso Amor por los seres que tenía
delante, con una fe ciega en su curación, uniéndose además a ese Amor una
mentalidad recta, que no cuestionaba para nada ningún aspecto de la persona que
se encontraba frente a Él.
No
hay ninguna diferencia entre mortales. Las mismas cualidades de Jesús y de esos
seres extraordinarios, tenemos el resto de mujeres y hombres que poblamos el
planeta. No hay nada que no pueda curar suficiente Amor, no hay nada imposible
para el Amor, ninguno estamos excluidos para vivir el Amor y para realizar las
obras que el Amor produce: las sanaciones milagrosas.
¿Cuántos
sanadores pueden hacer gala de una mente recta y sana?, ¿Cuántos sanadores
viven en el Amor Divino?, ¿Cuántos tienen únicamente por objetivo la felicidad
y el bienestar del otro?, ¿Cuántos viven para servir a los demás?
Una
mente sana y recta, vivir en el Amor Divino, buscar la felicidad y el bienestar
del otro y servir a los demás por encima de todo, son las bases que debe
practicar cualquiera que pretenda ser un sanador.
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