Si quieres conocer algo, léelo.
Si quieres aprender algo, practícalo.
Si quieres dominar algo, enséñalo.
Yogui Bhajan.
No enseñamos, únicamente, cuando nos
colocamos delante de un grupo de personas para dictar una lección o para
explicar algún tema. Estamos enseñando, y aprendiendo constantemente, cada
segundo de nuestra vida. Todos somos a la vez maestros y alumnos, con cada
palabra y con cada acción, con las que vamos interactuando en nuestro vivir
diario.
Cada vez que expresamos miedo,
enseñamos el miedo; cada vez que criticamos, enseñamos la crítica; cada vez que
atacamos, enseñamos el ataque: cada vez que amamos, enseñamos a amar; cuando
vivimos en paz, enseñamos la paz; cuando servimos a otros, enseñamos la
caridad.
Enseñamos con cada acción de la
vida, pero a la vez que enseñamos, estamos afianzando y dominando dicha acción
en nosotros mismos. Cada vez que se actúa con ira, la ira se hace más fuerte en
nuestro interior; cada vez que se actúa con temor, el miedo se fortalece.
Todos en conjunto, formamos nuestra
sociedad, por lo tanto, ¿Qué es lo que puede enseñar la sociedad?, es muy
claro, la sociedad enseña el compendio de las enseñanzas de cada uno de sus
miembros: separación, lucha, ataque, que dirán, etc., etc. Pocos son los
maestros que enseñan amor, serenidad, caridad, benevolencia, paz; y son tan
pocos, que la sociedad ni se inmuta. Incluso muchos de sus miembros les tachan
de locos, de sectáreos y peligrosos para la propia sociedad.
Y curiosamente, son esos mismos
miembros de cada sociedad, los que se escandalizan y se rasgan las vestiduras
cuando conocen, por los medios de comunicación, (que son la representación más
genuina de los valores más paupérrimos de la sociedad), las acciones de la
guerra emprendida por dirigentes enfermos, o conocen feminicidios y maltratos; pero no se
escandalizan, en cambio, cuando permiten ver, y por lo tanto aprender, a sus
hijos, en esos mismos medios de comunicación, como se encumbra el despilfarro, como se
ensalza a los analfabetos, como se idolatra a falsos ídolos, como tienen de
ejemplo a gentes que su único mérito es la ignorancia, la avaricia, el engaño,
o la promiscuidad.
Por lo tanto, ya que no podemos dejar de enseñar,
porque es una faceta inseparable de nuestra vida, y tampoco podemos dejar de
aprender y fortalecer nuestras propias enseñanzas, ¿Por qué no somos un poco
más selectivos, y elegimos nuevas enseñanzas?, por ejemplo, aquellas que nos
lleven a descubrir cómo se vive en paz, cómo se vive la felicidad, y cómo se
vive el amor. Podemos escuchar a esos “locos”, que otros tratan de sectáreos, y
poner en práctica sus enseñanzas. ¡A lo mejor tienen razón!
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