¡Cuántos abrazos perdidos por “el qué
dirán”!, ¡Cuántas caricias reprimidas!, ¡Cuánta incomprensión!, ¡Cuánto
sufrimiento inútil!
La sociedad es tan ignorante, que
prefiere reprimir sus impulsos, antes de que sus conciudadanos “digan”.
¡Qué dañina es la sociedad!, ¡Qué
dañina la conciencia social! Su afición favorita es juzgar y criticar al prójimo,
es buscar lo que la sociedad considera un fallo, y que no es nada más que algo no
coincidente con sus propias creencias.
Creo que alguna vez hemos comentado
que una persona puede tener mil virtudes y un “algo” que la sociedad considera
defecto. Y que en vez de alabar alguna de esas mil virtudes, se centra, con
saña, en ese “algo”. ¿Por qué?, ¿Por qué no se fijará la sociedad en las
virtudes de la persona, en vez de recalcar lo que podrían ser sus defectos? Es
muy posible que sea por envidia, o por orgullo, o por ignorancia, o por vivir
desconectada del alma, o por pobreza espiritual, o por inmadurez de carácter.
En el “qué dirán” hay dos partes: Una
el crítico, otra el criticado.
Por lo que respecta al criticado que
hace caso de las críticas, ha de valorar en cuanto está su autoestima, en cuanto
se valora. Aquel que hace caso de la crítica es alguien que se tiene en muy
poca estima y que entrega su poder a los demás, para que hagan y deshagan a su
antojo. Quien entrega su propio poder a la sociedad, ya puede tener claro que
va a ser destrozado y vilipendiado con saña. Y además, parece que por pura
afición, por el mero hecho de ¿hacer mal?, ya que el “crítico”, no gana
absolutamente nada. Destroza a la persona y se queda tan feliz, sin tener en
cuenta el daño que está causando.
No se debe entregar el propio poder
a nadie. Cada persona tiene que actuar según sus propias convicciones, sin
tener en cuenta la opinión de los demás.
En cuanto al “crítico”, cada crítica
que se forma en su mente o sale de su boca, sólo es una prueba de que algo está
fallando en él y de que está juzgando algo que se encuentra en sí mismo y no le
gusta. Si alguna vez es consciente del daño que hace, lo mejor que puede hacer
para evitar engrosar su bolsa kármica, es pedir perdón de inmediato, mental, si
así fue la crítica, o de palabra si el daño fue causado por la boca.
Y después aprovechar las lecciones,
buscando en sí mismo la causa de la crítica, y una vez encontrada, comenzar a
actuar para eliminarla, trabajando de manera consciente la virtud contraria.
Digan lo que digan, vive tu vida. Nadie
va a vivirla por ti.