Hace pocos
días fue el aniversario de mi nacimiento, y como cada año, en la misma fecha, me
inundaron sensaciones contrapuestas:
Alegría por un lado, una alegría
inmensa, porque muchas personas, familiares, amigas de la vida o amigas de las
redes sociales, se acordaron de mí y me dedicaron unos minutos de su tiempo,
unos minutos de su vida, solo para decirme que están ahí y que me envían sus
mejores deseos. ¡Es emocionante!
Y por otro lado, no sé si llamar
desazón o incredulidad a la sensación. Porque en realidad ¿Cuál es el merito
objeto de la felicitación?, ¿Vivir?, ¿Envejecer?, ¿Acercarnos a la muerte?
De hecho, parece que si existe algún
merito sería el de haber llegado a la vida, y seguir en ella. Pero en este
caso, el merito no es del homenajeado, en todo caso sería de su mama, que fue
quien hizo el trabajo, primero de llevarlo en su interior, después de dar a luz
para traerlo al mundo, con dolor, y más tarde cuidar del bebé para que crezca,
con lo que eso lleva aparejado, noches y noches sin dormir de un tirón, y
atención permanente, y no sólo en la infancia, la atención de una madre perdura
en el tiempo de la niñez, de la adolescencia, de la madurez y hasta de la vejez
del hijo. Así que ¡Felicidades mama!
Si el motivo de la felicitación es ir
cumpliendo años, ¡maldita la gracia! Si la inmensa mayoría de los seres humanos
tienen miedo a morir, o a la enfermedad, o al dolor, que es lo mismo, ¿Cómo
puede ser posible que celebremos el acercarnos a la muerte?, o ¿Celebramos que
hemos pasado un año más vivos?
La mejor felicitación es aquella que
te desea un nuevo año lleno de
bendiciones, de paz, de abundancia, de alegría y de amor. Pero no hace falta
esperar que la persona envejezca para desearle todo esto. Se puede hacer cada
día a lo largo de toda la vida.
Leí en un libro que se titula “Las
voces del desierto”, que los aborígenes australianos no celebran los
cumpleaños, porque realmente no tenían nada que celebrar, no era merito suyo el
envejecer, es algo consustancial con la vida. Celebraban cuando la persona
había conseguido algún logro en la vida, ya que ese era su esfuerzo personal y
su trabajo. Y sobre todo si ese logro estaba asociado con el crecimiento de la
persona, nada que ver con el envejecimiento. Es interesante, parece más lógico.
De cualquier forma, con independencia
de logros, méritos o envejecimiento, lo hermoso de los cumpleaños es el recordatorio
de los que comparten o han compartido tu vida.
Pues Alfonso muchísimas felicidades y un año y todos los demás años lleno de amor y bendiciones.un abrazo.
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