En una mano lleva la piedra, y con la otra
muestra el pan.
Tú, hipócrita, saca primero la viga de tu propio
ojo,
y entonces
verás mejor para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Mateo 7:1
Los seres humanos tenemos una
habilidad especial que no suele ser mencionada en ningún tratado de fisiología:
Es una especie de “visión a ciegas”. Somos capaces de ver una motita en el ojo
de nuestro hermano con una visión completamente obstaculizada por una viga de
enormes dimensiones en nuestro propio ojo.
Y con esa visión especial, encontrar
una aguja en un pajar no suele ser ningún problema, siempre y cuando la aguja
sea un defecto y la paja un buen número de virtudes. Somos capaces de reconocer
un defecto entre mil virtudes, y además ser ciegos para las virtudes, haciendo
una auténtica disección del defecto, analizando las causas, y después de haber
masacrado con la palabra al portador del defecto, le podemos ofrecer, con la
mejor de nuestra falsa sonrisa los remedios para curar su mal.
Más que seres humanos tendríamos que
llamarnos seres hipócritas, porque somos capaces de fingir creencias,
sentimientos, cualidades, opiniones y virtudes que no tenemos, y hablar de
ellas como si fuéramos expertos, cuando ni tan siquiera las practicamos. Somos
capaces de cambiar una cara que juzga con dureza a una dulce sonrisa en un instante,
solo por el mero hecho de ver aparecer “nuestro reo”. Somos capaces de enseñar
un pan con una mano, mientras arrojamos piedras con la otra.
Criticando a los demás, lo único que hacemos es
esconder nuestros auténticos sentimientos, nuestras verdaderas limitaciones,
simular virtudes que no tenemos, y ocultar defectos reconocidos por nosotros mismos.
¿No sería mejor sacar primero la viga de nuestro
ojo, para ver con mayor claridad la paja en ojo ajeno?, ¿Qué pasaría si nos dedicáramos
a alabar las virtudes de los que nos rodean, en lugar de resaltar los
defectos?, ¿Qué pasaría si primero limpiáramos nuestra casa, antes de criticar
la suciedad en casa de los otros?
Para limpiar primero tu casa, te propongo un
juego. Diles a tu familia y a tus amigos que te escriban en un papel, aquello
que menos les agrada de ti, (por supuesto ruégales que sean honestos). Recíbelo
sin juicios, sin críticas y sin justificaciones. Analízalo, y comienza a
trabajar para cambiarlo, porque si eso es lo que opinan de ti, eso lo que eres,
con independencia de lo que tú opines sobre ti mismo.
El vídeo d’avui està dedicat, amt tot el meu cor
als sabadellencs.
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