En
la vida física tenemos un sinfín de oportunidades de crecimiento. Casi me
atrevería a decir que las tenemos todas. Es mucho más rápido el aprendizaje dentro
de un cuerpo que el que se puede atesorar al otro lado de la vida, sin cuerpo.
La
razón es simple. Al otro lado de la vida nada interfiere en nuestro contacto
con Dios, sabemos lo que somos y lo que tenemos que hacer, mientras que en este
lado, dentro del cuerpo, no tenemos ninguna conciencia de lo que somos, no
tenemos conciencia de Dios, no tenemos conciencia de nuestra divinidad, no
tenemos conciencia de la tarea a realizar, nuestra conciencia no va más allá de
nuestro cuerpo físico, al menos en un elevadísimo porcentaje de personas, en realidad
nuestra conciencia mientras permanecemos dentro de un cuerpo está tan
comprimida, y tan impregnada de materia que prácticamente solo tenemos conciencia
de nuestra realidad física.
En
estas condiciones, podemos calificar de auténticos héroes a todos aquellos que,
a pesar de la pesadez del cuerpo, a pesar de la contaminación de la materia, a
pesar de la sociedad, maligna, corrompida y carente de valores, a pesar de la enseñanza
recibida, a pesar de la desinformación, en un alarde de locura, como lo podrían
calificar sus conocidos, o en un alarde de valentía como se contempla desde el
otro lado de la vida, comienzan una lucha consigo mismos para expandir esa
conciencia que permanece dormida en lo más recóndito de sus deseos.
Por
eso el crecimiento realizado desde el cuerpo, es de una rapidez y una eficacia extraordinaria,
ya que contra viento y marea, en contra de lo aprendido, en contra de las
iglesias, en definitiva en contra de la sociedad, el héroe, o el guerrero, como
también se le denomina, comienza, al principio lentamente, tratando de buscar respuestas,
a preguntas sencillas, como ¿Quién es?, o ¿Qué hace aquí, en esta vida que
parece tan injusta?, y cuando descubre lo más importante, que las respuestas no
le van a llegar desde el exterior, sino desde su grandeza interior, la rapidez
en su crecimiento se convierte en exponencial. Desde entonces, a más expansión
de su conciencia, menos recorrido en el camino de la vida tendrá que recorrer.
Los
guerreros se van convirtiendo en héroes a medida que avanzan en su despertar. Sus
batallas las libran, en un principio, a golpe de tambor, que todo el mundo sepa,
o al menos su mundo, que están involucrados en una guerra contra lo
establecido, queriendo incluso arrastrar a los suyos en su propia lucha.
Después comienzan a comprender que cada persona ha de librar su propia batalla
y recorrer su propio camino de despertar, y dejan de tocar los tambores, para
vivir el silencio tanto en su interior, como en su exterior.
Pero
después, cuando se comienza a abrir los ojos, hay que seguir atentos, porque la
mente, con su inmenso poder, va a tratar de amarrar a esa conciencia que se
despega de ella para expandirse más allá de la realidad física, como si de un
globo se tratara, para que se quede en la periferia del cuerpo y no se aleje
demasiado. Entonces el guerrero es como si se convirtiera en un soldadito de
plomo, sin fuerzas para seguir en su despegue.
Hemos
de aprovechar la vida física. Una vida es cortísima, y hemos de permanecer
atentos a esa mente que intenta que el globo no se eleve. No nos puede valer
quedarnos en la periferia de la conciencia, hemos de seguir la pelea. Esta no
se acaba hasta que seamos total y absolutamente conscientes de nuestra
divinidad, y de nuestro Amor por toda la humanidad. Hasta que lleguemos ahí,
aun nos quedan viajes de ida y vuelta. No dejes que te acune la mente haciéndote
creer que como lees libros “raros”, o meditas a veces, ya estás por encima del
bien y del mal. No te dejes engañar, el final sucede cuando Amas, no cuando
hablas del amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario