Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Últimamente todas las entradas tienen
una continuación, y para no ir escribiendo siempre continuará y continuación
de, no indicaré nada hasta que haya una entrada independiente.
No era habitual que
los Señores del Karma preguntaran al alma cuál sería su elección. Ellos saben
de antemano que todas las almas elegirían una vida dura, una vida de
sufrimiento, una vida en la que pudieran eliminar todo el Karma pendiente, para
terminar cuanto antes su andadura terrenal y poder unirse definitivamente a
Dios.
Si ya es difícil cumplir
la programación establecida, imaginar una vida así, dura y con sufrimientos
extremos, programada por el alma interesada. Sería imposible de llevar a buen
puerto por la cantidad de dolor y sufrimiento que tal vida comportaría. Por eso los Señores del Karma
asignan a cada alma el Karma justo y necesario con posibilidades de ser
eliminado. Y, aún así, ya sabemos que es lo que ocurre. Los seres humanos, no
solo no cancelan el Karma asignado a la vida, sino que incrementan su carga, al
confundir la vida de sueño que viven en la materia con la real y auténtica vida.
La inmensa mayoría de
los seres humanos, una vez en la materia, creen que la vida es el espacio de
tiempo comprendido entre el nacimiento y la muerte del cuerpo. Y no es así. Una
vida es el espacio de tiempo y de “no tiempo” comprendido entre dos
nacimientos, y en ese periodo se contabiliza un nacimiento a la vida física,
una vida en la Tierra, la muerte del cuerpo, la estancia al otro lado de la
vida y una nueva encarnación. Así se vive una experiencia completa, siendo el
espacio más pequeño el comprendido por la vida física. Pues bien, es justamente
ese espacio ínfimo de tiempo lo que los seres humanos consideran toda una
vida.
Y en ese ínfimo
espacio de tiempo los seres humanos se ocupan en hacer justamente lo contrario
de aquello que habían planificado al otro lado de la vida: Darle la espalda a
Dios. Cuando, paradojas de la vida, la única razón para la vida es reconocer la
propia divinidad y realizar la unión con Dios.
-¡Qué
curioso! Por un lado elegiría una vida en la que pudiera quemar todo el Karma
pendiente y aprendiera definitivamente a Amar, para no tener que volver. Sin
embargo, continuó Kepha,
siento tanta pena por cómo se encuentra la humanidad que podría sacrificar la
liberación total del Karma, y dedicaría la vida a enseñar a mis hermanos cuál
es el camino para volver a Dios. Si, si me dan a elegir elegiría la segunda.
-Perfecto
hijo, ¡Así será! Que tu misión principal sea enseñar a tus hermanos que han de
hacer para recordar qué son, de dónde vienen, y adónde tienen que ir. Le
contestó uno de los Maestros del Consejo.
-Y prosiguió: No vas a guardar ni un ápice de memoria de lo que eres, ni de lo que
somos, ni de donde estamos, ni del cual es el objetivo de la vida, ni de
nuestra divinidad. Y no lo vas a hacer porque esa va a ser, precisamente, tu
misión. Demostrar que se puede llegar a Dios desde cero, sin ningún tipo de
ayuda, y después enseñar ese mismo camino a los demás. Pero si vas a tener una
ayuda: Tu intuición. Tienes que ser capaz de viajar a tu corazón para sentirla,
y después mantenerla sin pasarla por tu mente para que no la eches a perder.
Ninguno de nosotros te va a dar ninguna pista, de ninguna de las maneras que
solemos hacerlo. Únicamente podremos confirmarte aquello que ya tengas claro.
Ahora hijo mío vete a meditar mientras preparamos esa vida. Impregnarte del amor
a Dios que sentías en tu vida de monje, cuando le prometiste dedicarte a Él,
imprégnate del conocimiento de tu vida de Willaq Umu,(sumo sacerdote inca), de
la compasión de tu vida como sacerdote cuidador de leprosos, del amor que
compartías con Jesús en tu vida de Pedro, de la vida de sacrificio cuando
luchabas por los mínimos derechos de tu amado pueblo americano. Medita hijo.
Volveremos a llamarte.
Continuación de “El Plan de Vida (La
vida de Kepha)”
El libre albedrío es
la capacidad de elección del ser humano. Pero se ha de tener en cuenta que esa
capacidad de elección tiene ciertos límites. Imagina que existe un camino de
varios kilómetros de ancho, delimitado en toda su lateralidad por dos murallas
de 100 metros de altura desde el inicio hasta el final del camino. A ese camino
se accede por una puerta. Esa puerta es el nacimiento, es la llegada a la vida
de la materia. Cada alma tiene su puerta, cada alma tiene su camino, y una vez
dentro del camino no se tarda mucho en encontrar otras puertas para seguir
avanzando. Es la primera elección en la vida física, que en estas primeras
ocasiones son los padres los que van eligiendo por sus bebés. Ellos lo siguen haciendo
hasta determinada edad, ya que son los padres los que deciden la guardería, el
colegio y el tipo de educación que van a recibir sus hijos. Pero elijan los
padres o los hijos, se van encontrando puertas por la que atravesar. Cada
caminante puede elegir la puerta que desee, y es claro que al otro lado, en
cada una de las puertas se va a encontrar vivencias diferentes. Y nuevas
puertas, y nuevas decisiones, siempre eligiendo cual traspasar, y así va a ser
hasta el final del camino, elección tras elección.
Cada persona puede ir
eligiendo puertas, traspasarlas, volver atrás o quedarse sentada en el quicio
de la puerta, pero lo que no podrá hacer nunca es saltar por encima de las
murallas que delimitan el camino para pasar a un camino contiguo, ahí se acaba
el libre albedrío, no se puede salir del camino al que se ha accedido a través de
la puerta del nacimiento. Será rey o mendigo, rico o pobre, pero siempre siguiendo
su Plan de Vida establecido, sin saltarse ni una coma.
¿Cómo saber cuál es
la puerta correcta?, no se sabe.
¿Se podría pensar
entonces que es cuestión de suerte elegir el camino correcto? No, nada tiene
que ver la suerte en las elecciones de vida. Pero de lo que se puede estar
completamente seguro es que nunca hay decisiones erróneas. Es cierto que los
resultados de algunas decisiones pueden causar sufrimiento, pero eso no
significa que se haya elegido una puerta equivocada. El sufrimiento es una
asignatura para el crecimiento, es una asignatura para aprender a amar,
desprendiéndose del miedo, que es la causa de cualquier sufrimiento. El error
sería permanecer en el camino del sufrimiento durante mucho tiempo, sin
atreverse a traspasar una nueva puerta.
Las elecciones que se
hacen en cualquier momento de la vida, son siempre correctas, ya que son las
mejores que se pueden hacer teniendo en cuenta la situación de la persona.
Nadie elije mal a propósito, nadie elije el sufrimiento.
En el Plan de Vida
para cada alma se recoge todo lo que se puede encontrar en función de la puerta
que elija. La programación de una vida es muy compleja, ya que se contemplan
muchísimas posibilidades en función de la elección de cada puerta. Son muchos
los Planes de Vida de muchas almas que tienen que coordinarse para que se den
los encuentros que se tienen que dar, y nadie sabe, ni a este ni al otro lado
de la materia cual va a ser la puerta elegida por la persona.
Hay situaciones
recogidas en el Plan de Vida que se pueden realizar o no, según sea la elección
de la persona. Pero existen otras situaciones programadas que se han de
realizar ineludiblemente.
El libre albedrío
también interviene es estas últimas, de tal manera que la puerta que va a
llevar a esa situación, la cual es imprescindible experimentar, va a aparecer
junto a las otras puertas en cada etapa del camino. Si siempre se obviara esa
puerta, llegaría un momento que esa sería la única opción que la persona iba a
tener delante.
En la Tierra el Plan
de Vida no suele cumplirse al cien por cien, ni al cincuenta, y posiblemente ni
al veinticinco por ciento. Sin embargo, los que al otro lado de la vida tienen
relación con el alma encarnada, como pueden ser sus guías y los Maestros, lo
tienen en cuenta al cien por cien. Lo tienen tanto en cuenta que cuando el ser
pone su vida en manos de Dios, con una fórmula parecida a “Señor, hágase Tu
Voluntad”, lo que hace es ponerse en contacto con el alma y con el Plan de
Vida.
Ningún Ser al otro
lado de la vida va a interferir en la programación que el alma ha aceptado
realizar en su vida física. Nunca, bajo ningún concepto.
-Kepha,
si te dieran a elegir, ¿Qué misión elegirías para tu próxima vida? Preguntó
uno de los Miembros del Consejo.
Ante esta perspectiva, Kepha
en su meditación trataba de impregnar, en cada átomo de energía de su ser, la
memoria de lo que es, de su hermandad con el resto de almas, de su divinidad,
de su eternidad, del Amor que todo lo envuelve, del Amor de Dios. Pero no era
fácil. Porque todo dependía de su programación de vida, y estaba tan…, cansado
podría ser la palabra, de entrar en un cuerpo, de arrastrar el ego, de buscar
con desesperación a su alma, de sufrir la separación de Dios, que daría
cualquier cosa porque fuera la última vez. Podría aceptar cualquier misión, o
una vida larga y de dolor. Y aunque él sabía que la última palabra iba a ser la
suya, también estaba seguro que aceptaría, con gusto, como todas las almas, cualquier
Plan presentado por los Maestros del Consejo para su vida.
-Si
no fuera porque la vida en la materia es el camino más rápido para unirnos a
Dios, no volvería. Es muy cansado, es aburrido. Visto desde aquí es muy corto,
es un suspiro, pero una vez en el cuerpo es demasiado intenso, lento, pesado y
largo. Me ayuda a preparar la nueva vida el ansia que tengo de unirme con Dios.
Le respondió a Jesús.
-Lo
sé hijo mío, pero cada vez está más cerca. Cada vez despiertas antes de la ilusión de
la vida. Le respondió Jesús.
Kepha se acercó al templo
donde los Señores del Karma o Consejo Kármico presentaban, al ser próximo a la
encarnación, un proyecto general de Plan de Vida, organizado por ellos, tomando
como base tres aspectos importantes: Uno, el objetivo a conseguir; dos, la
cantidad de Karma pendiente con posibilidades de ser liberado y tres, el punto
de partida, en función de la trayectoria y experiencias de vidas anteriores. Ya
que son los miembros de este Consejo Kármico quienes deciden cuándo y cómo
encarna cada alma.
Los miembros del
Consejo invitaron a Kepha a tomar asiento frente a ellos. Permanecían sentados
en semicírculo, por lo que podía ver a todos perfectamente. Detrás de ellos
también estaban sentados Maria, Jesús y sus amigos más afines, con los que
había compartido muchas vidas, haciendo de guía o siendo guiado por ellos, o
sencillamente encarnados actuando en roles muy próximos. Y estaba también Erihak.
Erihak era…. su alma
gemela. Habían encarnado juntos en un ochenta por ciento de sus vidas, casi
siempre como padre e hijo. Su evolución había ido pareja, traspasándose los
conocimientos de uno al otro. ¡Cuánto le gustaría a Kepha que Erihak le
acompañara también en este viaje!
Se encontraban en una
sala circular, blanca y luminosa. Para llegar a ella había que atravesar un
enorme pasillo, muy ancho, con sillas a ambos lados que flanqueaban puertas en
las que los mismos miembros del Consejo y sus ángeles ayudantes iban recibiendo
a almas o grupos de almas, en función de su despertar, para entregarles el que
sería su Plan de Vida.
Las almas que se
encontraban total y absolutamente dormidas recibían las instrucciones en grupos
reducidos, en lugar de recibirlas de manera individual, ya que el grupo iba a
permanecer prácticamente unido durante toda su experiencia en la materia hasta
lograr algún mínimo avance en su despertar y en su camino hacia Dios que les
pudiera llevar a independizarse completamente en un futuro, e iniciar así su
camino de despertar individual.
Estas almas después
de cada transito en la materia, volvían a agruparse según iban descarnando para
purificarse y volver a preparar una nueva vuelta a la materia con su grupo
establecido.
Las almas más
adelantadas eran recibidas de forma individual para presentarles su Plan
específico de Vida.
El Plan de Vida es,
sin lugar a dudas, el aspecto más importante del proceso de encarnación y la
auténtica hoja de ruta del alma en la materia. Es la máxima Ley que va a regir
la vida del alma una vez en la materia. Nada ni nadie va a ir en contra de ella.
En cada Plan de Vida aparecen
reflejados aspectos que se pueden cumplir o no y otros que se tienen que
cumplir si o si. Aunque el Plan de Vida es la guía suprema de todas las almas,
y ninguna otra ley va a ir en su contra, (incluida la famosa Ley de la Atracción),
sí que hay algo que puede variar en algún aspecto dicho plan, ya sea en su
realización, en la forma de llevarse a cabo, o en el tiempo en que va
cumpliendo lo recogido en el Plan. Ese algo es “el libre albedrío del ser humano”.
Que al ser humano le
llegue el conocimiento de que es un alma es muy fácil, les llega, de una u otra
forma a todos los humanos, es como conseguir ver una estrella en el cielo de la
noche, solo hay que elevar la vista arriba para ver la estrella. Para recibir
el conocimiento de que se es un alma solo hay que escuchar. Seguro que alguien lo
dice delante de la persona en cualquier momento de su vida, porque de alguna
manera se tiene que activar la memoria.
Que ese mismo ser
humano se lo crea es como ver la misma estrella y sentirla como propia.
Que lo integre en su
interior y conseguir vivir como un alma, que es su máxima expresión, es como integrarse
en la totalidad del Universo.
Primero llega el
conocimiento, a través de lecturas, de talleres, de charlas, escuchando una
conversación mientras viajas en autobús, o de un sinfín de posibilidades
diferentes. Al ser humano le llega una información, que la primera vez que la
recibe la puede calificar, siendo benévolo, de extraña: La información de que
es un alma, una energía desgajada de la Totalidad, desgajada de la Energía
Divina, en suma, desgajada de Dios, y que por lo tanto es Dios.
Lo que haga el ser
con ese conocimiento puede acelerar su proceso de unión con Dios, o
sencillamente dejarlo todo como está. La persona puede hacer uso de esa
información o no. Si no hace uso, o si no se lo cree, sigue como está. No va a ocurrir
nada. Va a seguir con su vida tal como la llevaba, sin más. Seguirá acumulando
vidas. No era su momento de despertar, ya le llegará.
Si esa información se
integra en su interior y comienza a hacerse preguntas sobre el sentido de la
vida, con las respuestas a sus preguntas estará descubriendo la existencia de
un nuevo camino, nuevo para él, pero no para otros, ya que hay millones de
almas que lo están transitando y millones que lo han finalizado. Ese camino es
el camino de retorno al Padre.
Integrar las
respuestas y el conocimiento inherente en ellas, conlleva al ser a un cambio de
vida. La persona pasa de vivir desde la mente a vivir desde el corazón. Y vivir
desde el corazón supone ponerse a disposición del alma.
Cuando el ser humano
sabe que es un alma, que es un ser divino, que es una parte de Dios, es cuando comienza
a utilizar su corazón. Mientras eso no ocurre es porque sigue dormido soñando
la ilusión de ser un cuerpo, soñando que es un ser independiente de los otros
que conviven con él en su encarnación, soñando que vive separado de Dios. El
ser dormido necesita vivir los sueños y estos solo se los puede proporcionar la
mente, llenando al soñador de dolor, de preocupaciones, de sufrimientos.
Cuando el ser comienza
a despertar ya no necesita sueños, deja de ser dominado por la mente. Deja de
soñar, deja de pensar como un humano para pensar como Dios. Así habrá comenzado
a transitar el camino de retorno a Dios. Así estará comenzando a trabajar en el
primer aspecto de la Tríada.
Pero son tres los
aspectos de la Tríada. El segundo aspecto es aprender a Amar.
Este Amor no tiene
nada que ver con lo que normalmente entienden los seres humanos por amor. Creen
los seres humanos que el amor es un sentimiento, y lo buscan casi con desesperación
en cada esquina, esperando que aparezca su alma gemela, porque le han llenado
la cabeza de historias de que si consigue encontrar a su alma gemela será una
locura de amor. Pero la realidad es que no existen las almas gemelas, tal como
quiere hacer creer la sociedad, esa sociedad sin entrañas, que nos hace llevar
a pensar que el amor no se activa hasta que aparezca otra persona que haga
temblar los sentimientos.
El Amor es inherente
a la persona, es una energía que se encuentra en el cuerpo energético del ser
humano y no se puede dar si no se atesora con anterioridad. Es como el dinero,
si no se tiene nada no se puede comprar ni una barra de pan.
¿Cómo se aprende a
Amar? A Amar se aprende Amando, de la misma manera que a cocinar se aprende
cocinando.
Una buena escuela
para comenzar la práctica del Amor es la familia. Es cierto que no es la única
y que posiblemente las haya mejores, pero tiene algunos puntos a favor, aunque
también tiene otros en contra. A favor está que lo primero que conoce el bebé
cuando llega a la vida es el amor, ya que ese amor es el eslabón que une al
bebé recién nacido con su mamá, el primer eslabón que lo enlaza con la vida. La
mamá ama a su bebé porque si, lo ama por encima de todo, lo ama sin condiciones.
No espera de él nada a cambio, y ese amor es lo primero que todos los bebés se
encuentran en los primeros meses de vida. Bien es cierto, que según va
creciendo el bebé ese amor incondicional se va convirtiendo en amor humano,
pero en lo más íntimo de su ser el niño, que está creciendo, ya tiene algo
parecido al amor que alberga en su alma. Es un buen punto de partida.
Si el bebé
permaneciera aislado el resto de su vida, es muy posible que no le abandonara
ni la inocencia ni el amor que son las condiciones con las que nace. Pero con
el tiempo y con la educación de sus educandos el niño comienza a perder la inocencia
y a cambiar su amor incondicional por un amor interesado.
Jesús enseñaba que
había que volver a ser niños para la unión con Dios:
Mateo 18:3 En verdad
os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino
de los cielos.
Mateo 19:4 Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí,
porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.
Juan 3:3 En verdad,
en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
No es la vuelta a la
niñez física lo que predicaba Jesús, era la vuelta a los valores de la
infancia: la bondad, la inocencia, la compasión y el amor.
El Amor incondicional
ya existe dentro de nosotros, ya que todos tenemos la capacidad de sentir
compasión por otro ser humano, solo tenemos que abrir un poco más el abanico. Si
se siente con uno, se puede sentir por todos, solo hay que ver a los demás como
si fuera uno mismo.
Cuando el ser humano
Ame a todos, con el mismo Amor que la mamá siente hacia su bebé, estará
acercándose a la máxima expresión del Amor, segundo pilar de la Tríada.
Y por último Amar a
Dios, con tanta intensidad, que el objetivo del ser humano sea la unión con Él.
Juan 4:18.- En el
amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el
temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
Juan 4:19.- Nosotros
amamos, porque El nos amó primero.
Juan 4:20.- Si alguno
dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no
ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.
Continuación de "Antes de la vida (La vida de Kepha)
Sabía Kepha que si
guardáramos memoria de nuestra divinidad ya no tendría objeto la vida, porque
es justamente el recordar la divinidad del alma el primer objetivo de la vida.
El segundo es aprender a Amar y el tercero amar a Dios con tanta intensidad que
solo se viva para servirle.
Esos tres objetivos
juntos, conseguidos en su máxima expresión, forman la tríada para la Ascensión.
El primer aspecto,
recordar que el ser humano es un alma, que esta es divina, y que está revestida
de un cuerpo para tener una experiencia terrenal, es el desencadenante de todo
el proceso y el responsable de que las encarnaciones, que hasta ese momento
iban sumando, comiencen a restar. Ese es el principio del fin de las
encarnaciones en la materia.
Los seres humanos no
somos conscientes de que todo es Dios, de que vivimos en Dios, de que estamos
llenos de Dios. Me recuerda la frase de Albertt Einstein ¿Qué sabe el pez del
agua donde nada toda su vida? Y a propósito de la frase he encontrado un cuento
que la refleja de manera clara.
El relato tiene por título
“Obo”, y no puedo decir quien es su autor, ya que buscando el autor solo he
encontrado By RafaelaS. No sé si es la persona que lo ha escrito o quien lo ha
recogido.
OBO
nadó un poco más rápido de lo habitual pues no faltaba mucho para llegar a la
gruta. En la oscuridad del lugar se apiñaban cientos de pequeños parientes de
su misma especie desconocida por los seres humanos: los Liki, los Peces más
transparentes del océano. Eran tan translúcidos que los demás peces se
confundían y sólo las Aguamala los reconocían por sus ojos celestes y sus
largas pestañas azules.
Un
día OBO se aburrió de que ningún Pez lo persiguiera.
-Pasan
de largo, se quejó con un Pez Payaso, ni siquiera nos miran, es como si no
existiéramos.
-El
Pez Payaso le contestó -mirando hacia donde creía que estaba OBO- que la suya
era una suerte increíble, que ya se quisieran los demás Peces pasar delante de
Tiburones y Barracudas haciéndoles muecas y que no los descubrieran.
Las
palabras del Pez Payaso no lograron consolar a OBO pues para él el asunto ya se
había transformado en un problema y el aburrimiento le había dejado sin hambre
y, lo que era peor, sin ganas de jugar.
Así,
por la tarde decidió hacer una incursión en otros territorios, lejanos de la
gruta. En el camino se encontró con un Pez Globo que se pegó el susto de su
vida cuando OBO le habló.
-¿Quién?
¿Quién anda por ahí? ¿Qui… quién dijo eso?
Se
agitó el Pez Globo luego de que OBO le preguntó si conocía un lugar interesante
por los alrededores, algo que pudiera ser realmente divertido. Una vez repuesto
del susto, el Pez Globo le explicó que no, que en toda su larga vida -pues ya
tenía dos años y ya era tatarabuelo de miles de Peces Globo- no había visto un
lugar interesante, lo que se llama interesante. Sólo rocas y arena y corales y
algas, lo mismo, siempre lo mismo en todas partes. Más tarde se encontró con un
Pez Espina y con un Pez Zorro que luego del susto tampoco le dijeron nada que
pudiera atraerle. Entonces OBO se alejó un poco más en medio de aguas mucho más
frías y completamente desconocidas por los suyos.
De
pronto, ahí mismo, con todas sus negras aletas desplegadas, estaba una
Mantaraya gigante. A pesar de que no podía verlo, no se sorprendió por la
presencia de OBO pues con su porte había aprendido a no temerle a casi nada.
-Perdone
que la moleste señora Mantaraya, dijo OBO, pero estoy buscando un lugar
diferente a todo lo que se ha visto en los alrededores, algo realmente
divertido.
La
Mantaraya miró hacia donde se suponía que estaba OBO y le dijo:
-No
conozco más que arena, corales, algas y rocas… pero, ahora que me acuerdo, he
oído hablar de un lugar muy especial.
-¿Especial?
saltó OBO emocionado.
-Sí,
se trata de un lugar lleno de AGUA.
-¿AGUA?
¿Qué es eso? preguntó intrigado OBO.
-La
verdad es que no sé, aceptó la Mantaraya, pero una vez un pez me habló de un
lugar lleno de AGUA… no, no me preguntes, no sé dónde queda ni cómo es, pero de
que existe, si existe, al menos eso creo.
Una
vez que se despidió de la Mantaraya, OBO siguió nadando en busca del AGUA, pero
la noche cayó y se quedó a dormir en una gruta deshabitada. En realidad no
necesitaba la gruta para esconderse de los demás peces sino para que no lo
atropellara un Pez Espuela o un Pez Martillo distraído. OBO soñó toda la noche
con un lugar que a la entrada decía AGUA: era una planicie hermosa y colorida,
pero al despertar no recordó nada más que imágenes acuosas, así que decidió
proseguir la búsqueda. Para su desesperación ningún Pez sabía lo que era el
AGUA ni dónde habitaba; algunos ni siquiera habían oído esa palabra en toda su
vida.
-¿AGUA?,
preguntó alarmado un Pez Flor, ¿de qué idioma sacaste esa palabra tan extraña?
Al
fin, después de mucho nadar y nadar OBO arribó a un lugar lleno de algas de
colores que danzaban frente a una pared blanca. OBO se arrimó a la pared y se
quedó dormido, muerto del cansancio. Así estuvo un largo tiempo hasta que la
pared se movió y lanzó al pequeño OBO contra las algas.
-Hey,
gritó OBO, sin saber qué estaba sucediendo. Por toda respuesta escuchó un
trueno, o más bien una voz parecida al trueno.
-¿Quién
dijo "hey"?, dijo la voz.
Por
primera vez en su vida OBO no sabía para dónde mirar. Frente a sí no había nada
excepto esa enorme pared blanca que se movía rápidamente hacía él. De pronto
vio con sorpresa que un ojo gigantesco lo estaba mirando. Por primera vez un
Pez que no fuera un Liki lo miraba de frente, como si en verdad lo estuviera
viendo. El ojo gigante parpadeó lentamente y Obo dio un salto hacia atrás.
También era la primera vez que veía parpadear a un Pez. Hey, exclamó de nuevo,
-Eso
es imposible.
-¿Qué
es imposible? rugió la voz.
-Parpadear,
dijo OBO atónito, no se puede parpadear.
La
pared empezó a temblar y algo parecido a una risa descomunal se dejó escuchar
por todo el lugar.
Pocos
minutos más tarde, cuando ya a OBO le había pasado el susto y la
"pared" había dejado por fin de reír, todo empezó a aclararse. OBO se
enteró de que aquella "pared" era una Ballena Blanca y que no solo
era el Pez más grande que jamás había visto sino que además, y esto sí que ya
le pareció fuera de toda realidad, ¡¡aquel Pez no era un Pez!! OBO no podía
entender aún cómo algo del porte de cincuenta o setenta tiburones, que tenía
nada menos que ¡treinta años de edad!, no intentaba devorarlo de un solo
atracón sino que, al parecer, lo único que quería era conversar con esa voz de
trueno y ese ojo parpadeante y esa risa huracanada. Una Ballena Blanca, ¿eh?
Nunca me imaginé que hubiera Peces… qué digo, cosas así en estos lugares.
-Mamíferos,
dijo sonriendo la Ballena Blanca, somos mamíferos.
Si
ya antes OBO no entendía nada, peor ahora. ¿Mamíferos? En verdad había muchas
cosas increíbles en ese lado desconocido del mar.
-Eso
quiere decir, prosiguió la Ballena Blanca, que no nacemos de huevos como los
Peces, sino de adentro.
OBO
se la quedó viendo de la misma forma en que tú te quedaría viendo a un
extraterrestre, esto es boquiabierto y con cara de tonto consumado.
-Lo
que quiero decir es que los bebés crecen dentro de nosotros y, luego de un
tiempo, cuando ya están lo suficientemente grandes, salen al AGUA.
-¿¡AGUA!?
OBO dio tres volteretas antes de tranquilizarse lo suficiente como para hablar.
¿Dijiste AGUA?
-Sí,
eso mismo dijo apacible la Ballena Blanca.
-Y
eso, ¿Dónde queda?
La
ballena se lo quedó viendo primero con un ojo y luego con el otro. No
parpadeaba siquiera. Tenía la boca abierta como si fuera a tragárselo.
-¿Que
dónde queda el AGUA?
-Sí,
gritó emocionado OBO.
-¿Que
dónde queda el agua? repitió incrédula la Ballena Blanca.
-Sí,
volvió a gritar OBO.
Otra
vez se oyó ese trueno retumbante y se sintió un remolino enorme girando en
torno a OBO. Es otra vez la risa, sí, la risa de la Ballena Blanca, se dijo
asombrado OBO.
-¿Que
dónde queda el AGUA? volvió a decir con ese vozarrón increíble antes de
entregarse a otro gigantesco ataque de risa.
OBO
permaneció inmóvil, como si de pronto se hubiera transformado en un Pez de
hielo. No, no lo podía creer. La Ballena Blanca le estaba diciendo, una vez que
le había pasado la risa, que todo lo que veía y le rodeaba era AGUA, que toda
su vida había transcurrido dentro del AGUA. Tonterías, dijo finalmente, si eso
fuera así, los Peces lo sabrían y nadie, nadie conocía que todo esto era el
AGUA.
A
la Ballena le dio ternura al ver el desconcierto de OBO.
-Ven,
le dijo, y lo subió sobre su lomo como quien sube a un niño a la terraza de un
edificio de trescientos pisos.
De
un impulso, OBO salió a un lugar lleno de claridad plateada y sintió sobre su
piel algo que lo estremeció y que la Ballena Blanca le dijo se llamaba
"viento", y vio dos animales largos y enormes que entendió que se
llamaban "barcos", y escuchó algo más retumbante y aterrador que mil
voces de ballena juntas que se llamaba "trueno", pero de pronto no
pudo ver ni escuchar ni sentir nada más porque todo se hizo oscuro, muy oscuro,
como la gruta en la que vivían con sus parientes los Liki.
Cuando
volvió en sí, el ojo parpadeante de la Ballena Blanca lo estaba viendo.
-Ah,
por fin, susurró. ¿Qué pasó? Preguntó OBO adormilado.
-Pasó
que conociste el lugar que no es AGUA.
-¿Y
después?
Después
no pudiste respirar ahí fuera porque eso no es AGUA, y tú, mi pequeño niño casi
invisible, eres un ser del AGUA. Eso mismo quería preguntarte, se avivó OBO.
Ah, más preguntas, me gustan las preguntas.
-¿Cómo
es que puedes verme si los demás no pueden?
La
Ballena Blanca sonrió. Por tus ojos celestes y tus largas pestañas azules,
dijo,
-pero
sobre todo te veo por la misma razón por la que puedo distinguir el AGUA del
AIRE, algo que tus amigos Peces no pueden porque sólo conocen el AGUA.
De
pronto OBO empezó a reír.
-¿De
qué te ríes? Preguntó divertida la Ballena Blanca.
-De
mí, dijo.
-¿Y
eso?
-Imagínate,
toda la vida en el AGUA y yo buscando el AGUA.
-Sí,
dijo la Ballena Blanca, pero no eres al único que le ha pasado. También a los seres humanos les sucede. Se
pasan buscando lo que ya tienen. Se desesperan por lo que creen que está muy
lejano cuando todo está dentro y fuera, rodeándolos, tocándolos, penetrándolos,
conformándolos.
OBO
se quedó en silencio.
-¿Dentro
también?
-Sí,
dentro, ¿no te has dado cuenta de que eres AGUA?
-No,
dijo OBO, ¿Cómo es eso?
-Pues
bueno, mi pequeño niño, en ti es más evidente porque eres casi invisible, pero
desde el Aguamala hasta la Mantaraya son en gran medida AGUA viva. Yo misma soy
una gran masa de AGUA viviente, al igual que las algas, los caracoles, los
cangrejos, las tortugas y los delfines. Los seres humanos son de AGUA a pesar
de vivir en la tierra, en especial su cerebro que es casi todo AGUA.
-Entonces,
exclamó OBO, es peor de lo que pensaba.
-¿Peor?
Dijo intrigada la Ballena Blanca.
-Sí,
explicó OBO, no sólo que yo era un Pez buscando AGUA, sino que era AGUA
buscando AGUA, ¿No es eso estúpido?
-La
Ballena Blanca sonrió y dijo: sí, estúpido, como casi todo lo que hacemos.
Luego
de un breve silencio, la Ballena Blanca empezó a reír provocando un verdadero
maremoto a su alrededor. OBO se contagió de aquella risa huracanada y también
rió un largo rato, agitado por remolinos cada vez más grandes.
-AGUA
que busca AGUA, qué divertido, gritaba de vez en cuando. ¡AGUA que busca AGUA!
¡ja ja ja ja ja ja ja!
Y
así fue como OBO empezó a descubrir cosas más y más interesantes de la aleta -o
si quieres, de la mano- de su nueva y sabia amiga. Claro, como era de
esperarse, cuando después de una larga travesía al fin OBO regresó a la gruta
de los Liki, nadie le creyó una sola palabra. Sólo la hermosa y dulce ABA lo
escuchó con seriedad hasta el final. En realidad ella tampoco creía nada de
eso, pero le parecía fascinante: aquella sí que era toda una aventura llena de
la desbordante imaginación de OBO, su amado Pez Gemelo, como ella le decía.
Pero,
cuál no sería la sorpresa de todos cuando vieron acercarse hacia ellos una
enorme pared blanca con un descomunal ojo parpadeante a cada lado, una
gigantesca sonrisa que nadie sabía dónde acababa y una voz de trueno que decía:
-Hola,
OBO, no pude aguantarme las ganas de conocer dónde vivías.
En
medio de la incredulidad de los Liki, OBO se echó para atrás, abrazó a la
hermosa ABA y exclamó: