Para
llevar y recoger a mi hijo del colegio tengo que pasar, (bueno, hay otros caminos,
pero no son tan agradables), por un parque que hay en San Isidro, que es un
distrito de Lima, que se denomina “El bosque del Olivar”, que cuenta con 1.600
olivos, algunos con 400 años de antigüedad.
Cada
vez que paso por “El Olivar”, que pueden ser cuatro veces al día, sobre todo
cuando voy solo, me da la sensación de que bajo algún olivo centenario me voy a
encontrar con Jesús, apoyado en el retorcido tronco del árbol, hablando a sus
discípulos.
Y,
a veces, es tal la sensación, que trato de agudizar el oído para escuchar sus
palabras. Incluso, algunos días, creo sentir Su palabra. Hoy ha sido uno de
esos días.
Hoy
el niño, (tiene cinco años), que no calle ni debajo de agua, tenía un día sorprendentemente
callado, con lo que los dos caminábamos de la mano en silencio, enfrascados
cada uno en sus propios pensamientos. Supongo que los suyos girarían en torno a
“Scrat”, la ardilla de la película “La era de hielo”, porque desde el fin de
semana anterior, que vio una de las películas de la saga, y desde que tiene una
“Scrat” de peluche, es su tema favorito.
Mis
pensamientos eran otros. Estaba dándole vueltas a mis propias miserias,
pensando: “no estoy preparado”, “no tengo suficiente información” para enseñar
a nadie. La verdad es que últimamente es un pensamiento recurrente.
Supongo
que los Maestros, al otro lado de la vida, deben estar un poco aburridos de mis
monotemáticos lamentos y decidieron darme la respuesta en forma de regalo, permitiendo
que escuchara la plática con la que en ese momento el Maestro instruía a sus
discípulos bajo el olivo más antiguo del parque.
Y
esto fue lo que me permitieron escuchar:
“Ya lo sabéis todo”,
pero más importante que saber es creer. Tenéis que creer en vosotros, porque si
no creéis en vosotros mismos, no podréis ayudar a otros. Por más que estudiéis,
por más que escuchéis, si no creéis en vosotros, no desarrollareis nada.
Ni siquiera es
importante si os equivocaos o no. Lo importante es que creáis en vosotros. ¿Has
oído Pedro?, tienes que creer en ti, porque vas a ayudar a personas mientras
creas en ti mismo.
Las personas a quienes
la gente cree, son las que hablan con seguridad de sí mismas. Y hablan con
seguridad porque se lo creen.
Solamente podréis ayudar
a la gente si creéis en lo que hacéis, si creéis en lo que decís.
No importa si más
adelante cambiáis de opinión. Si cambiáis de creencia también lo comunicareis,
contareis vuestra evolución de como habéis llegado a esa nueva creencia,
mientras tanto confiar en lo que creéis hoy y transmitir lo que creéis hoy.
Estáis de sobra
preparados para enseñar a los que se acerquen a vosotros. Los que necesiten
saber otras cosas ya buscarán a los maestros en esas materias.
Como
decía Marcos, (4:9): Si alguien tiene oídos para oír, que oiga.
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