Cuando aparece la enfermedad, los seres humanos
suelen preguntar, llevando la mirada al cielo: “¿Por qué a mí Señor?”, pero
casi ninguno lleva la mirada a su interior y se pregunta: ¿Por qué y para qué esta
enfermedad?
Casi
nadie duda, a estas alturas de nuestra evolución, de la conexión entre los
problemas emocionales y las enfermedades físicas, es normal que, si le comentas
a alguien que te duele la rodilla, te diga que busques la razón por la que no
quieres avanzar, o que a las contracturas en los hombros se las asocien con un
exceso de carga emocional. Pero todavía nadie, o muy pocas personas, asocian la
enfermedad física y el problema emocional con el alma, o con la programación de
esa alma para la vida, o con la misión de vida, o con el aprendizaje espiritual
pendiente.
Y
es, justamente el alma la que programa la vida, incluidas las enfermedades del
cuerpo que ocupa, que para el alma solo es un instrumento.
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