Solo el alma tiene
un conocimiento completo de la razón de la vida, pero, claro, el alma no habla
o, al menos, eso parece, y no nos puede comunicar que es lo que estamos
haciendo en esta vida.
Sin embargo, el alma
si habla, y sabedora de cuál ha de ser nuestro camino, nos sisea la ruta que
hemos de tomar y, a veces, la tomamos, sin analizar las posibles consecuencias,
dándonos de bruces con una alfombra de pétalos de flores o haciéndonos caminar
sobre los puntiagudos guijarros de un acantilado. Pero los diferentes caminos,
si se analizan con seriedad, con la perspectiva que da el tiempo, podremos
comprobar que eran necesarios.
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