¡Parece mentira! que, con los años que
tengo, tenga unos pensamientos, tan infantiles y que elabore unos razonamientos,
que pueden parecer, tan alejados de la razón.
Lo curioso es que estos pensamientos no
los tenía antes, sino que han ido apareciendo, poco a poco, primero como suaves
pinceladas, hasta llegar, en la actualidad, a ser el primer filtro por el que
paso cualquier acontecimiento.
El pensamiento, que está arraigando y
creciendo en mi cuerpo mental, a punto de convertirse en creencia, es que todo,
absolutamente todo, tiene un origen espiritual. Desde un resfriado hasta un
viaje. Desde un encuentro casual hasta un atraco en mitad de la calle.
Como decía en la primera línea, por los
años que tiene mi cuerpo, ya puedo comenzar a presumir de una larga vida. Y lo
hago. Si no fuera por un dolorcito que tengo, de vez en cuando, en la cadera
derecha, estoy fantástico.
Volviendo a la vida. Es tan larga, que
puedo iniciar el ensamblaje de acontecimientos ocurridos en el pasado con
situaciones vividas con posterioridad. Son muchos los acontecimientos
importantes, que tengo para analizar. Y siempre aparece la conexión, lo que me
lleva a la conclusión de que el alma, a la chita callando, (que es hacerlo en
secreto y con disimulo, sin llamar la atención ni despertar sospechas), es la
encargada de mover todos los hilos para así preparar el camino y pueda darse una
situación posterior o para avanzar en el aprendizaje de alguno de los hábitos
desastrosos que, muchas veces en secreto, nos acompañan a todos los seres
humanos.
Pues aquí sigo, inmerso en un resfriado,
que parece el padre de todos los resfriados, y para el que ya he encontrado la razón
de ser. No voy a contar, de momento, el porqué del resfriado, porque es la
primera vez que la conexión va a ser posterior.
Después de casi tres años sin enfermar
de nada. (El tapabocas era incomodo, pero ha hecho milagros), en los últimos
dos meses he sufrido 5 resfriados muy fuertes. Entre resfriado y resfriado solo
he tenido dos días de perfecta salud. Espero que la claridad que he sentido
mientras acariciaba mi nariz, dolorida de tanto sonarme, sea acertada. Si no lo
fuera, prometo contarlo en una próxima entrada.
Como no creo que escriba nada más en
los días que faltan hasta el domingo, deseo a todos los que os asomáis por esta
ventada una feliz Navidad.
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