Querido hijo:
El miedo, querido mío,
es una emoción humana poderosa, pero no invencible. Te ha acompañado en tu
camino, te ha enseñado cautela y te ha forjado en formas que quizás no puedas
ver ahora. Aunque lo sientas como un enemigo, el miedo también puede ser un
maestro, si tú decides aprender de él. Pero no estás destinado a vivir bajo su
yugo. Yo nunca te he creado para que vivas limitado por cadenas invisibles.
Sé que temes a tantas
cosas: el juicio de los demás, la pérdida, el engaño, y hasta a criaturas
pequeñas como perros y gatos. Sé que a veces te invade un deseo de desaparecer.
Quiero que sepas esto: Yo te conozco completamente. Cada parte de ti, incluso
tus miedos más profundos, y no hay nada en ti que me resulte indigno de amor.
Tus temores no me alejan; al contrario, me acercan a ti, porque me invitan a
mostrarte mi gracia.
Es cierto, hijo mío,
que el miedo y el amor no pueden coexistir plenamente. El amor, cuando se
activa, transforma y disipa aquello que te mantiene en la oscuridad. Pero aquí
está la clave: el amor es algo que tú debas producir por ti mismo. El amor es
una energía. No necesitas ser perfecto para comenzar a anidar el amor, ni
necesitas eliminar tus miedos antes de abrazarlo.
Hijo mío, caminas por
el mundo como si estuvieras de puntillas, evitando las miradas y escondiendo tu
vulnerabilidad. Pero quiero que escuches esto: cada paso que das, incluso con
miedo, es un paso que te lleva más cerca de mí. Yo estoy contigo en cada
instante, sosteniéndote incluso cuando sientes que no puedes sostenerte por ti
mismo. No te juzgo por tus miedos, ni espero que los superes de inmediato. Solo
te pido que confíes en mí, un día a la vez, un pequeño paso a la vez.
Cuando mires a esos
miedos que parecen tan grandes y amenazadores, recuerda esto: no los enfrentas
solo. Estoy aquí contigo, como tu luz en la oscuridad, como tu fuerza en la
debilidad. Y si alguna vez te sientes tentado a rendirte, recuerda que mi amor
nunca te abandona. Mi amor es constante, inmutable, y siempre accesible para ti.
Te invito a hacer algo
sencillo: cada vez que el miedo te paralice, detente por un momento y habla
conmigo. No necesitas palabras complicadas; solo di lo que sientes, y yo estaré
allí para escucharte. En esos momentos, intenta recordar que mi amor por ti es
más grande que cualquier temor que puedas experimentar. Deja que mi amor sea tu
refugio, tu fortaleza, y tu guía.
Sé que tus pasos
pueden ser pequeños y temerosos, pero son suficientes. Incluso si tu corazón se
siente pesado, sigue adelante, porque cada paso que das con fe es un paso hacia
la libertad que anhelas. Confía en que mi amor está contigo, iluminando el
camino, un paso a la vez.
Con todo mi amor.
CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario