Pongámonos
en manos de Dios y detengamos la locura de nuestra mente. Escuchemos la voz del
corazón: aunque no comprendamos con claridad cuál es nuestra misión en la vida,
siempre podemos intuirla. Y si ni siquiera logramos intuirla, vivamos
sencillamente con Amor.
Esa
forma de vivir transformará nuestra existencia en un paseo ligero, sin cargas
innecesarias, por un amplio camino adornado con pétalos de rosa.
Del
libro “Alma peregrina” de Alfonso Vallejo

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