Cuando
los placeres han corrompido igual el cuerpo y la mente, todo nos parece
insoportable; no por su dureza, sino por nuestra flojedad. Si no. ¿cómo se
entiende que reaccionemos con ira porque alguien tose o estornuda, por una
mosca que no conseguimos espantar, por un perro que se cruza en nuestro camino,
o porque al sirviente descuidado se le resbala de la mano una llave?
LUCIO
ANNEO SÉNECA

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