La letra que los niños aprenden con
sangre
se les va a olvidar cuando se cierre
la herida.
Aquello que los niños aprenden
jugando
permanecerá para siempre
Hari Krishan
La ducha de la mañana debe
reblandecer todos mis tejidos y facilitar el camino de la energía porque es en
ese momento cuando las intuiciones, las ideas y los mandatos del corazón, o lo
que sea, llegan con más nitidez a mi cerebro. A veces he pensado en ducharme en
seco, como hacen con la ropa en las lavanderías, o hacerlo sentado en postura
de meditación y meditar para sentir solo el agua y no tener pensamientos, pero
no, no lo he hecho todavía, pero no lo descarto.
Y es muy
pesado, porque soy muy mental para mí mismo, lo de los demás me lo creo todo a
pies juntillas, pero para mí soy como Santo Tomás, tengo que ver para creer, y
como no hago caso de inmediato me estoy duchando cada día con la misma
historia, y la ducha es larga, muy larga, ya que aunque haga Kundalini no sigo
las recomendaciones de Yogui Bhajan de ducharme con agua fría, me ducho con
agua caliente, ¡Me gusta, que le voy a hacer!, bastantes bofetadas nos va dando
la vida, como para encima, no disfrutar de los grandes o pequeños placeres
inocuos, y una ducha con agua caliente para mí es un placer increíble. ¿Dónde
estaba?, ¡Ah sí!, decía que es muy pesado ducharme cada día con la misma
historia, hasta que por fin, un buen día, hago caso a la historia del momento y
empiezo a actuar, unas veces con acierto y otras no tanto, debe de ser que a
veces el agua no está tan caliente, los tejidos no se ablandan tanto y la
información pasa distorsionada.
Todo esto,
es una introducción para haceros participes de la historia del momento, porque
necesito ayuda, porque necesitamos ayuda, porque la Tierra necesita ayuda.
Desde hace dos meses, me ducho rodeado de niños. Me explico. Todos los días la
idea que tortura mi cabeza es: “Tienes que enseñar a los niños”. Supongo que
los que sois intuitivos y leéis el blog os habréis dado cuenta de que en las
últimas entradas hablo demasiado de los niños. Y si, de momento, a pasar del
escaso éxito, ya que sólo tengo una encantadora alumna de cinco años, mantengo
dos horarios para niños, dos días a la semana, uno para niños de cuatro a siete
años y otro para niños de ocho a doce años, y lo voy a seguir haciendo hasta
que reciba, en la ducha claro, ordenes en contra. Pero como no me resigno a
seguir solamente con una alumna, iré llenando el facebook con publicidad de la
clase de niños, espero vuestra comprensión y podéis compartirlo, sobre todo los
que estáis en Lima o tenéis conocidos acá, no seáis tímidos, así ayudareis a la
causa, y cambiará la historia de mi ducha.
La idea es,
y ya lo estoy haciendo can Natalia, jugar a hacer yoga y aprender a meditar
también jugando, que es lo que también hacen todos los valientes que se atreven
a dedicar un espacio en su Centro para los niños.
Digo
valientes porque los que hacen yoga para niños lo son y mucho, porque los niños
no vienen solos a las clases, les traen los papas, y eso implica que a los
papas les guste el yoga, o que al menos crean que a sus hijos les va a ir bien,
y eso supone que no va a haber clases superllenas, lo cual tampoco podría ser,
ya que los niños necesitan mucha atención. ¡Vamos, que no es un negocio! Es
claro que los papas traen a los niños porque son traviesos, porque son muy
nerviosos, porque tienen estrés, porque enferman mucho, porque son muy activos,
porque no se relacionan con otros niños, o porque son tímidos y apocados. Cada
uno tiene su razón, ninguno va a venir declarando: “Quiero que mi hijo aprenda
a meditar para que llegue a ser un adulto mentalmente sano”, no, ninguno lo va
a hacer, pero nuestro trabajo, es trabajar para eso, trabajar para que ese niño
sea feliz desde entonces hasta que ya de abuelito finalice su camino en la Tierra,
y por supuesto, el objetivo de los papas también se va a ver cumplido porque ya
va implícito en la definición de yoga o de meditación.
Jugamos a
hacer yoga y jugamos a meditar, porque es jugando como los niños aprenden, y lo
que así aprenden va a mantenerse en su interior para siempre. La letra que los
niños aprenden con sangre se les va a olvidar cuando se cierre la herida.
Pero tenemos
que ser muchos. Hay que llegar a cuantos más niños mejor, porque se gana
muchísimo tiempo si los que aprenden a meditar y a ser felices desde su
interior son los niños. Estos niños cuando lleguen a adultos no se van a
comportar de la misma manera, dañina para ellos y para el resto de la sociedad,
que sus progenitores. Van a saber y van a actuar desde el conocimiento de que
la única moneda de cambio es el Amor, y no van a tener los traumas que tienen
los adultos debido a su debilidad de carácter o su nula voluntad, ya que cuando
estos niños lleguen a adultos además de los hábitos materiales, descansar,
comer, asearse, etc., tendrán los hábitos espirituales y sabrán cuidar a su
alma con el mismo mimo que cuidan su cuerpo. Decía en la entrada “Mejor desde
niños” que enseñar a meditar a un niño
con cinco, seis o siete años, es garantizar un adulto mentalmente sano, es
inculcar un hábito que será tan normal como lavarse, almorzar o ver la tele, es
inculcar las creencias de Dios, desde la perspectiva de que Dios es Amor, es
enseñarles desde pequeños que todos somos hermanos, es enseñarles a compartir y
no a competir, es ayudarles a madurar el carácter, es enseñarles a crecer y no
sólo a envejecer, es enseñarles a amar, es enseñarles realmente a vivir.
Hago
desde aquí un llamado a todos los meditadores para que enseñen a meditar a los
niños, hago un llamado a los instructores de yoga para que abran sus Centros
también a los niños, hago un llamado a los padres para que piensen seriamente
que quieren que sean sus hijos de adultos, que sean adultos sanos y felices o
sean dependientes de pastillas, de terapias, de libros de autoayuda, de
psicólogos o psiquiatras, hago un llamado a la sociedad en general para que
vuelquen su amor, (aunque sea con minúscula ya es importante), en los niños, en
todos los niños, tanto a los que les falta un plato de comida como a los que
les salen las golosinas por las orejas, porque los niños de hoy serán los
adultos de mañana, y si queremos un mundo nuevo se ha de comenzar por la base,
por los niños, los adultos bastante tenemos con subsistir con lo que nos hemos
encontrado, somos pocos los que estamos en esta onda, y ya no tenemos tiempo
material para cambiar nada, pero si todos los niños crecen en el Amor, es lo
que van a dar en su etapa adulta, con lo cual el mundo será algo más
equitativo, sin hambre, sin guerras, sin desigualdad, un mundo tolerante, un
mundo libre, en definitiva un mundo mejor, y todo gracias a los niños que
estamos educando y enseñando hoy.