Leía, no
hace mucho, uno de los miles de pensamientos que corren por las redes sociales,
creo que del Dalai Lama, que decía: “Los seres humanos pierden la salud por
ganar dinero, y después han de invertir el dinero ganado para recuperar la
salud”. Es muy cierto.
La vida de
la inmensa mayoría de los seres humanos está enfocada en la consecución de
bienes materiales, ya que eso es lo que han aprendido de sus progenitores y de
la sociedad, y es lo que a su vez enseñan a sus hijos. La sociedad, que no es
más que un conjunto de individuos, espera conseguir beneficios emocionales a
través de la posesión de los bienes materiales, y desgraciadamente no es así,
de ahí es de donde procede esa pérdida de salud, no solo física, sino también
emocional y mental.
La enfermedad
como todo, es energía, la enfermedad
aparece cuando malgastamos nuestra energía, cuando permitimos que nos la roben,
cuando la enfocamos hacia objetivos erróneos, o cuando la bloqueamos por alguna
emoción desmedida.
La pregunta sería. ¿No se perdería la salud
trabajando para conseguir la estabilidad emocional por distintos caminos a los
materiales?, pero eso ¿No implicaría entonces que no se podría conseguir la
estabilidad material? No solamente es posible, sino imprescindible y necesario
para nuestra salud el conseguir la estabilidad emocional desligándola de la
consecución de cualquier deseo material. Y por supuesto no se ha de renunciar a
la estabilidad económica, es más, alguien emocionalmente estable, está más
capacitado para la obtención de cualquier objetivo.
Recordar: “Energías iguales se
atraen”, por lo tanto encontrarse bien emocionalmente va a ser un plus añadido
para conseguir cualquier cosa, mientras que si se condiciona la estabilidad
emocional a la obtención de los objetivos materiales, es muy posible que no se
materialicen los deseos con lo cual nunca se va a conseguir la estabilidad
emocional. Es el pez que se muerde la cola: “Estoy mal, quiero conseguir algo
con lo que seguro voy a estar mejor, pero como estoy mal no puedo disponer ni
utilizar el cien por cien de mis recursos para conseguirlo, con lo cual no lo
voy a conseguir y voy a empeorar emocionalmente”.
Es momento de volver la vista al alma
y de cambiar las prioridades de vida, es momento de buscar la estabilidad
emocional sin condicionarla a nada material, es momento, posiblemente, de ir
contracorriente, porque contracorriente es conseguir el dinero desde la
felicidad y no como se hace ahora, tratar de conseguir la felicidad desde el
dinero, es momento de ser felices, es momento de terminar con el estrés y la
ansiedad, es el momento de la sanación.
Y una vez conseguido hay que enseñar
a los niños el cambio de valores. Prioridad uno: Trabajar para conseguir la
propia felicidad y la de los otros, prioridad dos: trabajar para conseguir el
dinero, que en vez de amasarlo se utilizará para ayudar a los que lo necesiten.
Es cierto que enseñar a invertir las
prioridades que marca la sociedad es ir contra corriente, pero en algún momento
ha de haber un punto de inflexión que incline las balanzas hacia la consecución
de bienes espirituales. Mejor desde niños.
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