Cuando te has pasado casi toda tu vida justificándote por todo lo que hacías o pensabas, a menudo condicionado por el qué dirán o pensarán tus amigos, tu familia, cuando hacías lo que no sentías pero creías que era tu deber, cuando, cuando…..
Y cuando a pesar de todo te sentías rechazada e insistías para identificarte contigo misma porque creías que así eras feliz. Entonces era cuando no eras tú….., pero te sentías “yo”. Con tu grupo de gente, con tu familia y con el deber moral de querer y entenderles porque claro, tú, ya se sabe, “eras un poco rarita”. Pero te conformabas con ese amor que, en realidad no era tal, sino egoísmo de los demás por tenerte a su lado, a su gusto, y moldearte a su manera, para tu supuesto mejor bienestar.
Y cuando todo eso pasó……, y diste un salto….., y te plantaste….., y sin dejar de amarles, al contrario….., amándoles con un amor completo, les dijiste amorosamente: ya no acepto tus críticas, ya no quiero tus reproches, ya no siento que te deba nada, ya soy yo, ya soy el Alma que vibra, que siente y que camina libre……, entonces tampoco te entendieron y pasaste a ser más que extraña. Te convertiste en alguien irreconocible, excéntrica, rara, pero ya te daba igual. Eras tú. Entendiste que cuando hacías “lo que debías” no eras tú, ni los otros eran ellos. Solo cuerpos, sólo mentes atrapadas en un mundo de conveniencias que no hacen feliz a nadie.
Cuando amas desde la libertad amas más que nunca, los lazos de unión son más, son nudos que no pueden deshacerse nunca. Eliges amar desde tu libertad y puedes sentir como sin apegos, sin dudas, sin temores, sin preguntas, sin nada, lo tienes Todo. Eres un alma y, necesariamente, necesitas nutrirte de todas y cada una de las almas que existen. Y les amas, aún cuando en su cuerpo mental no te comprendan e incluso te rechacen.
No es fácil vivir en el mundo cuando pretendemos satisfacer a los demás. No podemos permitirnos vivir en función de lo que los otros sientan de ti. No, porque significa que ya no queda ni un ápice de amor. Sólo egoísmo, castración, sometimiento, amargura e infelicidad que se reparte entre todos, a partes iguales.
Se vive desde uno mismo, desde lo que se siente, desde lo que uno cree que es su camino. Y en ese camino no importa cuáles sean tus uniones terrenales, con hijos, padres, hermanos, tíos, primos, amigos…………, no importa. Se vive desde la propia alma y solo desde ahí esas uniones son sólidas, de verdadero amor.
No podemos permitir que nadie pretenda decirnos como debemos vivir, ni tenemos ningún derecho a decirle a nadie como debe vivir su vida. Ni Dios en su Omnipotencia nos maneja para que seamos como Él quiere, El nos da la libertad y la respeta.
No, no y rotundamente no. Jamás dejes que nadie pretenda vivir por ti tu vida, y jamás oses dar grandes consejos. Camina, sin pisar a nadie, sin molestar, como si llevaras unos zapatos mágicos que, cuando sea necesario, te eleven para dejar a los otros donde están y para que ni siquiera se den cuenta de que tú pasas por el mismo camino y les has adelantado. Eso sería arrogancia.
Sé humilde, da la mano pero no aprietes con la fuerza de la obligación, del deber, del sentirte más que nadie. Que tu acercamiento a las personas sea suave, casi imperceptible, sólo lo suficientemente presente para que sepan que les ofreces tu corazón y tu ayuda, sólo si ellos quieren. De lo contrario, aunque con buena intención, sería como imponer un regalo que a ti te gusta al niño que sólo necesita tu sonrisa, tu mirada de aceptación plena. Esa eres tú, la Luz que alumbra sin deslumbrar, la mano que acaricia sin ahogar, el silencio que habla de amor.
No pretendas entendimiento en las cosas del corazón, porque este late a un ritmo diferente para cada uno y no comprende de razones humanas.
Ama desde el corazón y cada latido será rítmicamente perfecto y armónico con el de todos los corazones. Todo tiene su tiempo, todo tiene su hora. Esta es la tuya, no pares tu reloj interno, tu pulsación, tu vibración de Amor. Avanza inexorablemente hacia delante como el reloj camina sobre sus agujas. Sentirás que cada momento es la hora perfecta, el minuto, el segundo que te sostiene donde tú debes estar.
Como los relojes de otros países, cada alma tendrá una hora distinta, pero será la suya y, más lenta o más rápidamente, avanzará inexorable también a su propio encuentro con Dios, a su encuentro con la Vida.
Ama, ama, ama, ama todo lo que vives, no es ni bueno ni malo, es tu camino. Camínalo y si en él te acompañan otras almas, uníos, creced y esparcid la Semilla del Amor Eterno por todos los rincones del mundo, a cada corazón.
Y si sientes que caminas sola, sigue amando porque en todo está Dios. Él no te falla nunca.
Entrada publicada por Elisenda.
No se si es porque me siento identificada pero al leer esto mis hojos se han inundado de lagrimas ,me quedo con tus ultimas palabras ,sigue amando porque todo esta en dios el no te falla munca. un abrazo muy grande
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