Todos los seres estamos interconectados entre nosotros y con la Tierra. Eso nos da la oportunidad de poder sentirnos unos a otros, y de saber el estado en que se encuentra otra persona, tanto física como emocionalmente. Y ni tan siquiera es necesario, que para sentir a otra persona, esta tenga que encontrarse presente. Se puede sentir, tanto a una persona que está a nuestro lado, como a otra que está a cien, mil o diez mil kilómetros. Se puede sentir, también, a alguien que aparece en una foto, en la pantalla de la tele, o se la puede sentir, sencillamente pensando en ella. Pero no sólo eso, se puede sentir a una planta, a un animal o a un objeto inanimado, como puede ser una casa, o un coche. La interconexión es total y permanente.
La sensación percibida es real, tan real como puede ser aquello que percibimos por los sentidos de la vista, el oído o el tacto. La única diferencia es su sutileza.
Es posible, si no estás familiarizado/a con la energía, que tengas que hacer un acto de fe para creerlo, ¡hazlo!, créetelo, es así.
Seguramente ya has tenido alguna experiencia de este tipo, y no sé si te has preguntado cómo pudo ser, y cuáles eran las circunstancias de ese momento para que sucediera. La circunstancia necesaria para que eso ocurra es el silencio, el silencio mental, ya que para sentir algo en el interior, se ha de estar conectado con ese interior, y la única manera de entrar dentro de nosotros y sentir, es en silencio. El parloteo mental aleja a la persona de su interior, y la hace vivir y sentir únicamente aquello que está pasando por su mente. Recuerda las palabras del Buda: “Somos exactamente lo que pensamos”.
Para no generar ningún tipo de energía debido a pensamientos, que puedan interferir en la recepción de otras energías, estos han de ralentizarse, para en los instantes de silencio, poder conectar con las energías que nos envuelven, debido a la interconexión existente entre todo y entre todos.
Cualquier pensamiento, cualquier sentimiento, cualquier emoción, cualquier molestia física, son energía, y esa energía envuelve a la persona. Cualquiera, en estado de silencio interior que conecte con esa persona, va a sentir exactamente la energía que desprende o envuelve a la persona.
Un momento excelente para apreciar otras sensaciones que no sean de la persona misma, es el momento de la meditación. Porque es en ese momento de soledad y silencio, cuando el meditador se encuentra en la actitud necesaria para abrirse a otras energías, para abrirse a diferentes vibraciones.
¿Cómo hacerlo?: Entra en meditación, en este caso, es recomendable una meditación silenciosa. Conecta con tu respiración, y cuando todo/a tú seas respiración, date permiso para conectar con otras energías. Puedes decir en tu interior: “Todas mis sensaciones están relacionadas con………..”. A partir de ese momento, cualquier sensación que aparezca en tu campo energético o en tu cuerpo físico, no es tuya, es de esa persona con la cual te has relacionado. Puedes seguir tu meditación manteniéndote en esa sensación, si la mantienes sin juzgar y sin cuestionar, llegará un momento en que habrá desaparecido de tu conciencia. En ese momento habrás hecho de terapeuta energético, porque al desaparecer de tu conciencia la sensación de la energía, habrá cesado la causa que estaba generando esa energía en la otra persona.
Esta es la base de algunas terapias de sanación energética. Aunque como nunca debemos interferir en cuestiones de otras personas, para utilizar esta técnica en sanación, en necesario la autorización de la otra persona.
Como puedes ver, todo conduce a lo mismo: Parar el pensamiento, vivir desde el interior, fluir con la energía, fluir con la vida, vivir el presente. Sentir y no pensar.
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