· Transgresión voluntaria de un precepto tenido por bueno.
· Trasgresión voluntaria de los mandamientos religiosos o divinos.
· El pecado es una ofensa a Dios. Es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo.
· Desviación moral del ser humano que lo lleva a una conducta ofensiva a los ojos de Dios. El pecado impide la relación con Dios.
· Acción deliberada y engañosa, contraria a la voluntad de Dios expresada en la Ley.
El Hinduismo, sin embargo, no percibe al pecado como un crimen contra Dios, sino como un acto contra el dharma -- orden moral -- y contra el propio ser de uno.
El concepto de pecado, no existe tampoco en las enseñanzas de Buddha. Pero existe el concepto de acción-reacción, (karma), es decir que nuestros actos traen consecuencias. Observar la motivación y la intención de nuestras acciones y mantenerlas apegadas al amor compasivo evita la acumulación de karma negativo.
Resumiendo, se ofende a Dios en religiones como la cristiana, judaica e islámica, pero no se le ofende en otras, como el hinduismo o el budismo, aunque el budismo no sea exactamente una religión.
¿Quiere esto decir, que si un hinduista realiza una acción que en la moralidad cristiana se cataloga como pecado, Dios no lo tiene en cuenta?, o ¿Si lo tiene en cuenta sin que lo sepa el hinduista y, por lo tanto, le condena?
Lo que denominan pecado sólo es un intento más de dominio y manipulación de las distintas religiones, a través del miedo. No existe el pecado. Dios no se ofende por nada de lo que los humanos podamos hacer, decir o pensar, y no se ofende porque Dios es Amor, Dios nos ama sobre todas las cosas, y Él sabe, mejor que nadie, que lo que hagamos, digamos o pensemos los humanos, es cosa del ego, no del alma. Para Dios somos como un bebé para su mama, no hay nada que perdonar al bebé, porque nada de lo que haga ofende. Somos bebés de Dios, estamos creciendo, y de la misma manera que el bebé está aprendiendo a vivir en la vida física, nosotros estamos preparándonos para vivir la vida eterna. Y en ese aprendizaje, cometemos errores, que no pecados.
Esos errores son necesarios para que el alma asimile la experiencia. A veces, caemos en el error más de una vez, pero no importa, lo importante es rectificar ese error. Dios, ante nuestro error, en su Magnífica Bondad, sólo esboza una sonrisa, como diciendo: “Vaya, otra vez”. Pero es, precisamente de esos errores, de donde va a salir el afianzamiento de la experiencia para el alma. Experiencia que una vez asimilada va a hacer que nunca más se repita el error, ni en esta, ni en ninguna otra vida. Lo que se ha aprendido, se conserva para la eternidad.
Aunque no exista el pecado y no seamos condenados al fuego eterno que prometen las religiones, nuestras acciones, si que tienen consecuencias, tanto en nuestra vida física, como en nuestra vida fuera del cuerpo. A cada acción le corresponde una reacción, y esta teoría científica, sí que está recogida no sólo en las religiones que postulan por el pecado, (aunque no les interesa publicitarlo), sino también, por todas aquellas que no lo contemplan. Ni el más mínimo pensamiento queda fuera de esta ley, recordar que el pensamiento es energía.
Es esta cadena de acciones y reacciones, de caer en el error, levantarse, rectificarlo y aprender, la que nos ata a la rueda de nacer y morir una y otra vez. ¿Hasta cuándo?, pues hasta que nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos, sean sólo impulsados por el Amor, pero sin deseos, sin apegos, sin esperar nada a cambio, ni recompensas, ni felicitaciones.
Hasta que llegue ese día de esa vida, estaremos aquí. No creas que porque medites una hora al día, o porque seas voluntario en una organización humanitaria, o vayas a misa, o porque no cometas los pecados que las organizaciones religiosas pregonan, ya lo tienes todo hecho, no, ni mucho menos. Tendrás todo el trabajo hecho en la Tierra cuando la guía que dirige tus pasos sea el Amor. Hasta entonces seguiremos coincidiendo en el camino. ¡Feliz viaje!
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