Este es el prólogo de un nuevo libro, (Vivir desde el corazón
es más fácil), que editará la Fundación Elial, pero que comienza su andadura en
el blog.
Según estén
preparados los capítulos, o partes de estos, iremos colgándolos.
En una de
las páginas laterales, (Libro: Vivir desde el corazón es más fácil), se irá
añadiendo cada capítulo, con lo que el libro aparecerá en su totalidad.
Trabajar en un centro de sanación,
donde todas las terapias se realizan de manera gratuita, hace que acudan al
centro un gran número de personas, lo cual abre un abanico de posibilidades
increíble, para conocer realmente el estado emocional de las personas, para
conocer como condiciona la sociedad en la salud de sus miembros, y sobre todo,
para conocer la escasa voluntad de los seres humanos para trabajar en su propia
recuperación.
Estamos
acostumbrados a intentar curarlo todo con pastillas, pero aun no se han
inventado las píldoras que sanen el miedo, o la rabia, o la falta de amor, que
son los verdaderos orígenes de muchas de las enfermedades que se intentan sanar
con pastillas. Pero la auténtica causa del problema, no se va a sanar con
ningún método que no suponga la introspección en nuestro propio interior, para
encontrar, de manera honesta, la verdadera razón del mal que nos aqueja, y
trabajar después, con voluntad, en nuestra propia sanación.
Cada persona
que acude por la consulta viene con los
mismos síntomas que traía consigo la persona de la visita anterior, y
son los mismos que traerá la siguiente persona: Infelicidad, ansiedad, miedo,
estrés, tristeza, sensación de soledad. En
casos más extremos, todas esas emociones desbocadas ya han hecho mella en el
cuerpo físico, siempre atacando en las partes más débiles de este.
Cuando el
mal ya se ha apoderado del cuerpo, cuando existe un dolor o una molestia física,
la persona es más consciente y más constante, y es capaz de seguir con más
interés las indicaciones del terapeuta, siempre, tanto más, cuanto mayor es el
mal en el cuerpo. Pero, si de momento, el problema solamente es emocional,
tienen más tendencia a no seguir con la terapia, y mucho menos a seguir las
indicaciones para que el problema remita.
No les
parece importante la infelicidad o la ansiedad, y con un poco de suerte, a lo
mejor, pasa algo a mitad de semana, que hace que el ánimo se eleve un poquito,
y ya está bien, para que perder el tiempo en meditar, en observarse o en ser
honesto con uno mismo, para ver qué es lo que realmente existe en el interior.
Pueden estar meses y hasta años,
lamentándose del sufrimiento, arrojando sobre los demás su dolor, siendo
incapaces de bucear, un cuarto de hora cada día en su interior, para descubrir
la causa de su verdadero sufrimiento y poder así ponerle remedio.
Siempre he
pensado, que sería fabuloso si se pudiera abrir el cerebro de las personas, y
se pudiera introducir en su interior una especie de memoria que indicara a la
persona que pensamientos son los que la hacen sufrir y ser infeliz, y cuales la
pueden ayudar a alcanzar eso que busca desesperadamente, la felicidad. Pero, de
momento, eso no es posible.
Se que leer
no sirve de mucho, porque son muchas las personas que leen con avidez un libro
tras otro, sin que jamás pongan en práctica nada de lo leído, pero siento la
necesidad de intentarlo. Por un libro más, tampoco pasa nada.
En las redes
sociales corren pensamientos deliciosos, y leía uno que decía: “Tener un hijo,
plantar un árbol y escribir un libro, es fácil. Lo difícil es criar al hijo,
regar el árbol y que alguien lea el libro”. En el caso del libro, no es tan
fácil escribirlo, aunque si se consigue, una vez editado, si una sola persona
puede sacar algún provecho, en mi caso, me doy por satisfecho. Y si nadie
obtuviera de él ni un solo beneficio, bueno, también está bien, ya que en el
proceso de escribirlo, entro en contacto con la parte más íntima que hay en mí,
y yo, al menos, si estoy sacando un beneficio. El beneficio de recordar que no
soy el cuerpo que está delante de la computadora, que soy algo mucho más grande
y con mucho más poder de lo que el conjunto de la sociedad está haciéndome
creer desde que tengo uso de razón.
Ya he pasado
por las fases, en las que he tenido que escuchar que soy raro, que soy un loco
o que me han sorbido el seso. Ya hace bastante tiempo que no me importa, en
absoluto, lo que los demás puedan pensar de mí. Hace mucho tiempo también, que
no existen para mí los compromisos sociales. Hace mucho tiempo, que mi único
trabajo es la búsqueda de la felicidad, de mi felicidad.
No hace mucho escribía en el blog,
donde irán apareciendo los capítulos de este libro: “Soy feliz en mi trabajo,
pero no por mi trabajo. Soy feliz con mi esposa, pero no por mi esposa. Soy
feliz con mi vida, pero no por mi vida”. Sencillamente soy feliz. Felicidad que
ya he encontrado dentro de mí, no sé en qué medida, porque supongo que en la
felicidad como casi todo en la vida, debe de haber grados. Supongo que una vez
conseguida la felicidad plena, ya no será necesario seguir dentro de un cuerpo,
porque la felicidad plena supone vivir el Amor, supone sentir la conexión con
todo lo creado, supone haber integrado en el cuerpo físico la grandeza de
nuestra divinidad.
Voy a dejar dentro de este libro los
pensamientos, las sensaciones, los sentimientos y las reflexiones que van
llegando a mí en cada meditación, y las enseñanzas que en cada circunstancia de
la vida voy asumiendo. En suma, mi desaprendizaje de aquello que me enseñó la
sociedad y el aprendizaje asumido durante la vida. Todo aderezado con algún
ejercicio y meditaciones, que pueden servir para el desanclaje de la sociedad y
la unión con la propia alma.
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