De la misma manera que una
golondrina no hace verano, una bandera o unos accidentes geográficos no hacen
ni pueblo, ni ciudad, ni provincia, ni región, ni país, ni continente, ni por
supuesto el mundo.
Todo eso lo hacen las personas. Un
mundo sin personas, no sería nada, aunque el mundo que nos hemos dado no es que
sea mucho más que nada. Vivimos en un mundo de desigualdad, desiguales por raza,
por creencia, por sexo; vivimos en un mundo en que no todos tienen las mismas
oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, de acceso a la
alimentación, de acceso a la sanidad, de acceso a la cultura, de acceso a la
educación, vivimos en un mundo en el que no nos alegramos por la felicidad de
otro ser humano, muchos ante esto pueden criticar: ”A saber como lo ha logrado”;
vivimos en un mundo de mentiras, un mundo deshonesto, un mundo sin respeto.
Si alguien cree que exagero, que vea
las noticias tres días seguidos. La masacre, el genocidio del pueblo palestino,
lo están generando algunos que se denominan
seres humanos, con la anuencia de otros seres humanos; las guerras y/o
conflictos de algún tipo, (guerra civil, drogas, inseguridad, dictaduras, religión,
separatismo, etc.), en países como Siria, Afganistán, Irak, Venezuela, Méjico,
Somalia, Ucrania, Egipto, Corea, Colombia, solo por nombrar los más
representativos, las generan los seres humanos; los asesinatos, los robos, las
violaciones, los provocan los seres humanos; la hambruna de ochocientos
cincuenta millones de personas, siendo aun más dramática en países como
Somalia, Etiopia, Yibuti, Kenia o Uganda, son responsabilidad de los seres
humanos; la extrema pobreza que convive con la extrema riqueza en países de América
Latina, es responsabilidad de los seres humanos. Podría escribir horas y horas
sobre la desigualdad en el mundo, pero parecen suficientes ejemplos.
Lo más dramático, es que todo esto
es provocado por los hijos de Dios. La esencia de todos los seres humanos, es
divina. ¿Para qué nos vale a los seres humanos nuestra divinidad?, ¿Para
asesinar en nombre de Dios?, ¿Para mutilar a las niñas en su nombre?, ¿Para discriminar
a las mujeres, a los homosexuales, a los divorciados, por mandato de Dios?,
¿Para condenar sin compasión al fuego eterno? Los seres humanos somos más
alimañas con nuestros hermanos que los propios animales.
Es cierto que la vida humana no es
más que un tránsito muy cortito, pero en ese tránsito, el sufrimiento que nos
provocamos a nosotros mismos, y los unos a los otros es de una dureza extrema.
¿No creéis que es momento de actuar
y de vivir desde el corazón?, ¿No creéis que es momento de dejar de vivir desde
nuestras mentes enfermizas?, ¿No creéis que es momento de dejar de vivir desde la
maquinación y desde el engaño? Es momento de vivir la honestidad, es momento de
entregarse, es momento de respetar, es momento de servir, es momento de
recibir, es momento de la felicidad.
Si pudiéramos meter la cabeza por un agujerito
del cielo, para que pudiéramos ver nuestra verdadera grandeza, nuestra
verdadera divinidad, no volveríamos después de esa visión al derroche de vida
que llevamos en la actualidad, y empezaríamos a vivir una vida plena y total,
sin los condicionamientos que nos ponemos ahora, sin miedo.
Nuestro objetivo sólo debería
ser: Transformar el sufrimiento en Amor, transformar la tristeza en alegría,
transformar la pobreza en abundancia, transformar el egoísmo en servicio a los
demás.
Aunque el mundo es un desastre, es posible
mejorarlo. Un mundo más equitativo, un mundo en el que no importe ni el lugar
de nacimiento, ni la raza, ni las creencias, ni el sexo. Un mundo en el que
todos sus habitantes tengan las mismas oportunidades de acceso a las riquezas
del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sintamos
alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sintamos a
nuestro prójimo como nuestro hermano.
Podemos, si queremos, crear un mundo lleno de
Amor. Cambiando una persona se puede cambiar el mundo, porque conseguirá que
cambie su entorno.
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