El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 27 de abril de 2022

¡Tuya es la culpa!

           ¡La culpa es tuya!, ¡Estás haciendo que me suba la tensión!, ¡Siempre consigues que lleguemos tarde!, ¡Si tú me quisieras!, ¡Me estás matando!, ¡Ya te lo dije!, ¡Si no fuera por los niños!

           ¿Has oído alguna vez frases como estas?, ¿las has dicho alguna vez?

          Eso se llama culpar a los demás, aunque curiosamente, sólo les culpabilizamos de nuestros errores, de nuestras decisiones erróneas, de las circunstancias adversas. Pero los otros nunca son responsables de nuestras decisiones erróneas, como, tampoco, lo son de nuestras decisiones correctas.

Culpar a los otros es un rasgo de inmadurez, es indicador de que estás estancado en tu evolución, es no aceptar la responsabilidad de tu vida, es maltratar emocionalmente a la persona que culpabilizas, es colocarte siempre en el papel de víctima.

Transitar por el camino de la vida es aprendizaje, y no sólo dejar que pasen los días uno tras otro, eso sólo es envejecer. Vivir es aprender, aprender es madurar, y comportarse con madurez implica, entre otras cosas, tomar decisiones conscientemente y aceptar las consecuencias que implican esos actos, aceptando como propios, tanto los éxitos como los fracasos.

Cuando descargas tus errores sobre otra persona, esta, si es madura y responsable, puede reaccionar dejando que la energía de la culpa que has lanzado sobre ella se disuelva sin más, pero ten cuidado, siempre va a quedar un poso que se va a ir incrementando según vayas amontonando sobre ella culpa tras culpa,  hasta que llegue el día en que, no sólo tus reproches, sino todas tus palabras van a causar el mismo efecto que la lluvia en el cristal, ningún efecto. Pero puede ser que la persona que recibe la culpa de tus errores no tenga la suficiente madurez, y entonces va a sentirse responsable de cada uno de tus fracasos, sintiéndose emocionalmente inmovilizada y culpable por algo que no le ha ocurrido a ella.  

Si eres la persona culpabilizada, ten en cuenta de que eso sucede porque lo admites. Para que no pase, tienes que enseñar a las personas que tienen que ver con tu vida y que tratan de manipularte, por medio de la culpa, de que tú eres muy capaz de enfrentarte con las desilusiones que les provoque tu comportamiento. El resultado puede ser que tarde un poco en llegar, pero el comportamiento de esas personas empezará a cambiar cuando vean que no te pueden forzar a sentirte culpable. Una vez que logres desconectar la culpa, la posibilidad de manipularte y de controlarte emocionalmente habrá desaparecido para siempre.

La mejor manera de gestionar tus errores no es culpabilizando al entorno, es viajar a tu interior: tienes que descubrir la razón de ese sentimiento de impotencia que te hace menospreciar a los demás culpabilizándoles de tus limitaciones. Siempre hay una razón, ¿complejo de inferioridad?, ¿miedo al fracaso?, ¿atacar al prójimo ante la sensación de íntima humillación?, siempre hay una razón, descúbrela antes de humillar a los que te rodean.

Recuerda: “No desees para los demás lo que no deseas para ti”. Imagina que la persona que está delante de ti, a la que vas a culpabilizar, eres tú mismo.



martes, 26 de abril de 2022

Y la vida sigue fluyendo, a pesar de todo

 

          Piensa en un rio de aguas tranquilas y trasparentes que discurren por su cauce sin oposición, con continuidad, y que después de un recorrido, más o menos largo, desemboca en el mar. La vida es como ese rio, nunca se detiene, siempre continua, siempre en movimiento, un segundo tras otro, discurriendo como las aguas del rio, siempre cambiantes, nunca es igual. La vida fluye en cada uno de nosotros como las aguas fluyen por su cauce.

        ¿Qué pasa si hay una roca en mitad del rio? El agua choca contra ella, rebota, retrocede, se abre en dos partes, se crean remolinos, los sedimentos que parecían dormidos en el lecho del rio suben a la superficie enturbiando el agua. Pero unos metros por delante de la roca el agua vuelve a su tranquilo discurrir. La vida, también, es como el rio, hasta que, a veces, nos encontramos con piedras que se interponen en el fluir de nuestra vida.

Sin embargo, mientras el agua del rio se torna serena una vez traspasado el obstáculo, el normal fluir de la vida en los seres humanos no vuelve después del obstáculo, porque la mente se encarga de fabricar más rocas y de arrojarlas al cauce de la vida.

          Es lo que pasa en el río cuando hay muchas rocas, a lo largo y ancho de su cauce. El agua ya no discurre tranquila, todo lo que hay son remolinos, y el avance del agua es un torbellino sin control. Cuando nuestra mente, (y pasa demasiadas veces), es como un tío vivo, llena de luces y ruido, dando vueltas y más vueltas, en torno a los problemas, a los miedos, a la autocompasión, se parece a ese rio lleno de obstáculos, y nosotros, creyéndonos que vamos a llegar al mar subidos en esa balsa, fabricada por nuestros pensamientos, en la que creemos tener seguridad, terminamos perdiendo la vida sólo por el hecho de no vivirla de manera consciente.

          Nuestros pensamientos repetitivos, nuestro esfuerzo por asirnos con desesperación a la seguridad, nuestro miedo a perder el control, nuestras indecisiones, nuestro apego al sufrimiento, hacen incluso que, en el cauce de la vida, por delante de las rocas, levantemos una inclusa que detiene completamente el agua, emponzoñándose, pudriéndose.

          Nos han enseñado que la única manera de tener éxito es generando y manteniendo un esfuerzo constante, es realizando un trabajo excesivo, es renunciando a nuestro propio placer, porque a eso le llaman egoísmo. Nos han enseñado que sólo se puede aprender son sufrimiento, que la letra con sangre entra que, antes de hacer, hemos de pensar en “que pensara la gente”. Es mentira, ¡nos han engañado!

          El aprendizaje es una diversión, el éxito no se persigue, el verdadero éxito llega cuando dejamos de ofrecer resistencia, cuando no nos aferramos a la vida, porque aferrarse a la vida persiguiendo el éxito, es perder el éxito y la vida. Rompamos las compuertas y limpiemos nuestro cauce de escollos para dejar que la vida fluya, sin perdernos en el tío vivo de nuestros pensamientos. Detengamos el carrusel de tu mente y bajemos, de nuevo, a la vida.

          Dejar que la vida fluya a través nuestro, es aceptar. Fluir, aceptar, no quiere decir que nos crucemos de brazos con resignación, no. Quiere decir que elijamos la paz en lugar del miedo, que elijamos la alegría en lugar de la tristeza, que elijamos la acción en lugar de las dudas, quiere decir que lo importante es la felicidad y no el pensamiento de los que nos rodean, quiere decir que elijamos el amor ante cualquier otra circunstancia, quiere decir “si”, “si a la vida”.

          Un buen trabajo sería empezar a aceptarte a ti y empezar a presentarte ante los demás tal como eres, sin máscaras:

Para eso podrías colocarte delante de un espejo y observar la expresión de tu cara. Toma conciencia de tu expresión, no juzgues si es un rostro serio, si es lánguido, si parece enfadado……… sólo observa.

Empieza a decir cosas hermosas a ese rostro que se refleja en el espejo: “que belleza”, “te quiero”, “que ojos tan bonitos”, sonríe y empieza a ver como es tu rostro cuando sonríes. No juzgues nada, no busques el por qué de nada, sólo quiérete, solo acéptate, y podrás observar como tu rostro se relaja y cambia. Haz este ejercicio durante cinco minutos cada día antes de tu meditación y que sea luego ese rostro el que sacas de casa para presentarte ante el mundo.

A partir de tu propia aceptación, será más fácil aceptar la vida. Poco a poco, vete desterrando el “no” y, empieza a utilizar el “si” con esa sonrisa que practicas en el espejo, empieza a aceptar los cambios de la vida sin oponerte, empieza a decidir sin darle vueltas y más vueltas que solo sirven para envenenar tu mente. Empieza a vivir todos los instantes, sin perderte ni uno solo.

El pensamiento lleva al sufrimiento y a la soledad. Para rasgar el velo de la soledad clica aquí.

 

lunes, 25 de abril de 2022

¿Por qué se rompe una pareja?


¿Cómo se forma normalmente una pareja? Una pareja es un compromiso que adquieren dos personas, entre sí, para convivir juntas. Unas veces es un compromiso personal, otras firmando unos papeles y, otras, haciendo que la religión del lugar bendiga esa unión con los rituales acostumbrados. Se da por supuesto que entre esas dos personas que deciden convivir juntas existe algo que parece fundamental: “el amor”. Pero, ¿cómo es ese amor?, ¿es el amor que se siente desde el corazón o el amor que se siente desde la mente?

¿Recordamos que significa amar?: Es aceptación de uno mismo, es aceptación del otro tal cual es, es dar a cambio de nada, es ser feliz haciendo que los demás sean felices, es comprensión total, es alegría, es colaboración, es amar sin juzgar, sin culpar, sin criticar. Es ver a Dios en tu pareja. ¿Es este el amor con el que has formado tu pareja?

Virginia Satir, escritora norteamericana, escribe del Amor Incondicional: "Te quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y enriquecernos de verdad".

Una relación basada en el amor, es la unión de dos almas que saben que con su unión sólo están cumpliendo el Plan Divino, y saben también, porque el alma lo sabe todo, que esa relación es finita, que puede durar un día, un mes, un año, un lustro, o una vida física, porque el objetivo de esa relación es, como todas, aprender, enseñar, acumular experiencias para el alma y, posiblemente, liberarnos de karma.

Las relaciones que no tienen como bandera ese amor, tienen muchas posibilidades de aburrirse, de cansarse, de engañarse, de vivir silencios o gritarse cada día, de manipularse emocionalmente, de dominar uno sobre el otro, de maltratarse y, en algunos casos, hasta de acabar con la vida del otro.

En realidad, no existe mucho amor en la formación de una pareja, porque si existiera no llegarían a plantearse, ninguno de los dos miembros de la pareja, el sentirse mal porque la relación se haya desgastado. El amor no se desgasta nunca.

La felicidad es consustancial con el Amor Divino: Si sientes Amor Divino, eres feliz, con independencia de tu pareja, de tu relación, de tu vida.

Para sentir el Amor Divino se ha de vivir desde el corazón, y no desde la mente, un segundo tras otro, un minuto tras otro, un día tras otro. No es suficiente sentirlo durante una meditación, y ya está, no, ha de ser permanente, porque, además, una relación desgastada, es ideal para perder la conexión con el corazón e instalarte en la mente a una velocidad increíble.

Si tienes una relación desgastada, enfréntate a la situación, con amor, e imagina que hablas contigo mismo, di lo que te gustaría que te dijeran a ti, y dilo como te gustaría que te lo dijeran a ti. Si estás en este punto es seguro que tu pareja no sabe lo que es el Amor Divino, actúa con ternura, sin crear falsas expectativas, porque como eso que llamamos cariño aún existe, que no se acabe eso cariño también.

Y si se ha desgastado del todo y se ha roto la pareja, acéptalo. Se supone que amas a la otra persona. Si es así, y ella ha decidido separarse, debes estar feliz, porque marcha creyendo que va a encontrar la felicidad en otro lugar. Y, aunque sepamos que no la va a encontrar hasta que no viaje a su interior, necesita su libertad para hacer lo que cree que le conviene. A la otra parte solo le queda desearle lo mejor y seguir su camino sin esa compañía.

              


domingo, 24 de abril de 2022

Propósito de vida

 

            Todo tiene un propósito, todo es como tiene que ser y una vez que se entiende  y se integra eso en la vida, esta resulta un verdadero paseo de paz y serenidad.

El propósito de la vida es aprender a amar como Dios nos ama, es decir, de manera incondicional. Decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.

 

En el libro "Como mariposa tocando el alma" se puede entender más sobre el propósito de la vida


viernes, 22 de abril de 2022

Relativo al pensamiento

 

Tengo muy claro yo no soy responsable de ninguno de los pensamientos que llegan a mi cerebro, estos llegan y punto. Yo no soy consciente de traerlos, salvo esos pensamientos que yo busco, con los que intento solucionar algún problema o planificar algún aspecto de mi vida. El resto de pensamientos, el 99%, aparecen de manera atropellada, uno tras otro, sin dejarse espacio entre ellos hasta que, ¡incauto de mí!, me quedo enganchado a alguno, casi siempre negativo, y comienzo con él una relación de camaradería, como si fuera mi confidente o mi amigo del alma, con el objetivo, creo yo, de buscar alguna solución que mejore la situación presentada por el pensamiento y, sin embargo, lo que se genera en una condición más abrupta y negativa que la que el pensamiento había presentado en su primera aparición.

No sé dónde pueden estar con anterioridad, ni por qué extraña circunstancia aparecen en mi cerebro.


Pero, si yo no soy responsable, ¿quién lo es?

Artur Powell explica en sus libros “El cuerpo mental” y “El cuerpo astral”, que los pensamientos son como nubecillas de energía que moran en el cuerpo mental, que es la tercera capa del aura, y que se activan para deslizarse, a través del aura, hasta el cerebro, para su manifestación.

Las razones para la activación de los pensamientos pueden ser muy variadas, la visión de un cuadro, escuchar una canción, una conversación entre dos personas, el encuentro con algún conocido, etc. A partir del momento en que aparece ese pensamiento es donde comienza la responsabilidad de la persona para mantenerlo en el cerebro o eliminarlo.

La “única” manera de eliminar un pensamiento es quitándole la energía, y se le quita la energía cuando, de manera consciente se cambia de pensamiento. Este es un acto de la voluntad.



jueves, 21 de abril de 2022

¿Pierdes cuando te comparas?, ¡cambia el modelo!

 

Para aprender a amarme, decidí hacerlo en las partes visibles de mi anatomía, es decir, en mi aspecto físico.

Siempre me comparaba con personas que eran más altas, más atractivas o más inteligentes, según mi criterio. El resultado era claro, siempre me veía más bajo, menos atractivo y menos inteligente, que el modelo elegido, lo cual hacía que me sintiera mal. Era lógico. Si me comparaba con alguien más alto, siempre me iba a ver más bajo. Si el modelo era más rico, siempre me iba a ver más pobre. Eso me llevó a pensar que para estar satisfecho conmigo tenía que cambiar el modelo, porque siempre iba a haber alguien más alto, más atractivo y más inteligente que yo.

Y cambié el modelo. Me comencé a comparar con quien era más bajo, menos atractivo y menos inteligente que yo. El resultado fue espectacular. Comencé a sentirme orgulloso de mi aspecto.

Yo era un calco de mi padre. Por lo tanto, si estaba orgulloso de mis padres, también, tenía que estarlo de los genes que hicieron que fuera tal como soy. En ese momento pensé en algo que me habían dicho, aunque no terminara de creérmelo, y era que yo había hecho una primera elección antes de venir a la vida. Por lo tanto, si yo era moreno y con ojos negros debía de haberlo elegido. Me sigue pareciendo una tontería, pero…

Y, aún comencé a hacer algo más. No compararme. Con independencia de si lo había elegido o no. A fin de cuentas yo no sabía nada de otras vidas. Lo único de lo que podía dar fe era de esta vida y empezaba a tener claro que cada uno es como es y punto. Si no me comparo, ni gano ni pierdo, todo está bien, todo está como tiene que ser. Yo voy a seguir siendo el mismo. Seguro que soy como soy por alguna determinada razón. ¿Quién era yo para desear cambiar una razón que, aunque desconocida, debía de existir? 

En cuanto a la inteligencia, estaba claro que nunca iba a ganar un Nobel, en ninguna especialidad, pero cuando me sentaba delante de una computadora esta no tenía ningún secreto para mí, ni en cuanto al software, ni en lo que respecta al hardware. ¿Para qué necesitaba más? era suficiente.

Fui consciente de que compararme con los demás siempre hacía que me sintiera frustrado, triste, infeliz y, además, generaba en mí un sentimiento de envidia que no podía ser bueno para mi estabilidad emocional.

Un nuevo pensamiento comenzó a hacerse un lugar en mi mente, comenzando con una pregunta: “¿Si tanto me gusta compararme, por qué no lo hago conmigo mismo?, ¿por qué no retarme a ser mejor cada día?, ¿por qué no trato de vencer mis propios miedos, que es algo consustancial conmigo?

miércoles, 20 de abril de 2022

El secreto para ser feliz

No deposites tu felicidad o tu bienestar en manos de otros. Todo depende de ti. No esperes que otros te den amor. Tú solo te tienes que ocupar de dar amor, no de suplicarlo.

Estarás conmigo que para tener un cuerpo atlético haces deporte, o para saber más de cualquier materia estudias, o cuando tienes sueño te acuestas y duermes. Nadie va a conseguir músculos para ti, ni va a estudiar para que tú aprendas, ni va a dormir para que a ti se te quite el sueño. Entonces, ¿por qué depositas la consecución de tu felicidad en otros, por ejemplo, una pareja, en lugar de tratar de conseguirla por ti mismo, como en los casos anteriores?

La felicidad es un estado interior. Es un estado de serenidad y de paz. Y nada que provenga del exterior va a hacer que lo consigas. Conseguirás alegría o euforia, pero será algo pasajero, mientras la felicidad, la auténtica felicidad es un estado permanente y se llega a ella cuando aceptas cada una de las situaciones que se van presentando.

          Ya sé que esto puede sonar muy bien, pero…, ¿Cómo se consigue?

Se puede llegar a conseguir viviendo el momento presente. Sabiendo que todo está bien. No preocupándote o sufriendo por un pasado que ya pasó o por un hipotético futuro que no sabes si llegará.