Me quedan algunas
dudas con relación al Karma. Bueno, en realidad, me quedan todas, porque de los
8 mil millones de personas que pueblan la Tierra, ¿cuántos saben lo que es el
Karma?, aún más, ¿cuántos han oído hablar de él?
Por lo tanto,
hablar del Karma no sé si puede ofrecer una perspectiva diferente, a quienes no
conocen el concepto, para ayudarles a expandir la comprensión espiritual
porque, es posible, que tampoco sean conscientes de su dimensión espiritual.
Soy consciente de
que no todos los seres humanos estamos transitando por el mismo punto
kilométrico. Es seguro que algunos ya estarán en su última vida y que otros
estarán iniciando su andadura como seres humanos y que, entre unos y otros, nos
encontramos una gran mayoría, cada uno, también, en diferente punto del camino.
Para ejemplo, el
mío puede ser un buen referente. Yo no escuché hablar del Karma hasta que
comencé a practicar yoga con algo más de 40 años y, sin embargo, mi vida hasta
entonces, como la de todos, estaba influenciada por mis pensamientos, mis
palabras y mis acciones, sin ser, en absoluto, consciente de ello. ¿Habría
variado, en algo, mi vida de tener conocimiento de la existencia del Karma?
Puedo asegurar que no.
Aunque, ahora que
estoy escribiendo y reflexionando sobre las ventajas o desventajas de conocer, o
no, lo que es el Karma, creo que tampoco es tan importante saber que existe. Me
baso en que, antes de saber del Karma, yo tenía buenos y malos pensamientos. En
relación a las palabras, unas veces, eran amables y agradables y, otras veces
no. Y con respecto a las acciones, unas eran buenas y otras no tanto. Puedo
afirmar que después de conocer sobre el Karma, mis pensamientos, mis palabras y
mis acciones han seguido por los mismos derroteros, sin detenerme, en ningún
momento, a reflexionar sobre las consecuencias que podían acarrear, en mi
futuro, como consecuencia de la reacción que mis acciones podían generar.
Es bien cierto que
el Karma implica una visión ética y espiritual de la vida y que nos invita a reflexionar sobre nuestras acciones y sus
consecuencias, y a buscar el equilibrio y la armonía con nosotros mismos y con
el mundo. El karma, también, nos ofrece la posibilidad de aprender de nuestros
errores y de superar nuestros obstáculos, para alcanzar la liberación y la
felicidad.
Lo que recuerdo, antes de saber sobre el Karma, es que después de realizar una acción
incorrecta, de tener pensamientos negativos o palabras que pudieran ofender a
otros, había una voz interior que me conminaba a reflexionar sobre mi erróneo
comportamiento, para pedir disculpas, para tratar de analizar el motivo de mí
proceder y, sobre todo, para que no se volviera a repetir tal desaguisado.
Ahora que sé sobre
el Karma, sigo actuando igual. La misma voz es la que sigue gobernando mi vida
y no soy consciente de haber reflexionado, ni una sola vez, sobre un pensamiento, una palabra o
una acción, motivado por el conocimiento de que existe el Karma.
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