El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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domingo, 23 de agosto de 2015

El perdón: Una gran medicina


            Tal como somos los seres humanos parece normal que si alguien nos ofende, nos desprecia o nos humilla, bien sea con palabras o con acciones, nos sintamos ofendidos, despreciados, humillados, posiblemente engañados, o robados, o sencillamente defraudados, aunque también nos podemos sentir ofendidos porque sencillamente alguien no haya cumplido con nuestras expectativas, ¡Los seres humanos somos así!  Y también parece normal que mantengamos en nuestro interior el recuerdo de tal ofensa, y que no sintamos en nosotros la necesidad, ni la intención de perdonar tal humillación. ¡Hasta ahí podíamos llegar!, después de lo que nos han hecho, ¡Cómo vamos a perdonar!, ¡A quien se le puede ocurrir semejante desfachatez!
            Pues a pesar de lo que nos hayan hecho, hay que perdonar, sin  tener en cuenta si ha sido más o menos grave hay que perdonar. Incluso me atrevería a decir que es más necesario perdonar cuanto mayor ha sido la ofensa.
            La ofensa que la persona mantiene en su recuerdo, es el caldo de cultivo de la ira, del rencor, del miedo, del resentimiento, del dolor, de las ataduras, del odio, del deseo de venganza, y de un montón más de sentimientos negativos. Todos estos sentimientos negativos son desequilibrios emocionales, que más pronto que tarde pueden afectar al cuerpo físico. Es decir, que hay que perdonar por una cuestión práctica, por una cuestión egoísta, hay que perdonar para encontrarse bien emocional, mental y físicamente.
            Aunque prácticamente todas las religiones mantienen en sus estatutos la necesidad del perdón para alcanzar la Gloria Eterna, en las distintas formas, según la ideología religiosa, pero como la Gloria Eterna no parece que tenga suficiente tirón, no solo entre los seguidores y feligreses de las distintas religiones, sino ni tan siquiera entre la cúpula directiva, (ya que todos incumplen sus propios estatutos), elijamos una razón más egoísta y más pragmática: nuestra salud.
            Mantener la ofensa viva en el recuerdo significa darle vueltas y vueltas a la ofensa un día sí y otro también, es decir, mantener la ofensa viva en el recuerdo es vivir en el pasado. Mantener la ofensa viva en el recuerdo significa elegir el sufrimiento. Pero el pasado ya pasó, el pasado no existe, recordar la ofensa significa mantener las ataduras de algo que ya no existe nada más que en el propio pensamiento, impidiendo vivir la vida plenamente.
 
Cuando algo pasa por la mente, para ella eso está sucediendo realmente en ese momento, ya que la mente no discrimina entre pasado, presente y futuro, para ella todo es ahora, por lo tanto, cada vez que pensamos en el hecho o en la persona que lo provocó, volvemos a experimentar las mismas sensaciones desagradables que vivimos originalmente, ya que generamos en ese momento la misma energía negativa que se generó en el momento de producirse la ofensa, o posiblemente más, ya que en la visualización de la ofensa podemos añadirle escenas que hagan aun más dramática la situación, con lo que la energía negativa generada puede desbordar cualquier previsión.
            Todo es energía. Cada pensamiento es energía. Imagina que la ofensa te ha generado rencor, que no es nada más que una pelotita de energía negativa, que se va repartiendo por los chakras, que son esas centrales de energía que determinan nuestro carácter, nuestras emociones y nuestro propio estado de salud física. Por un lado la propia forma de pensamiento de la ofensa, según se va descargando una y otra vez en el cerebro para expresarse, va creciendo y creciendo, hasta convertirse en una forma de pensamiento enorme, que hasta cambia de nombre, para llamarse entidad de pensamiento, con una característica fundamental, “tiene vida propia”, es decir, que quiere vivir, y su alimento es la energía generada con el propio pensamiento, con lo que el pensamiento de la ofensa vuelve una y otra vez al cerebro. Y por otro lado esa energía generada va alimentando la pelotita del rencor, hasta llegar al extremo, si no se pone remedio, de que esa energía de rencor va enquistándose en cada célula del cuerpo.
            Resumiendo, pensar permanentemente en la ofensa, manteniendo y alimentando el dolor y el rencor es cavar la propia tumba, o acelerar su traslado a ella, manteniendo además mientras dure la vida un estado emocional lamentable.
            Observa la paradoja: El ofensor, que es el que ofende, se queda tan feliz, sin que se altere su paz interior y sin sufrir el más mínimo desgaste emocional, mientras que el ofendido, que le da vueltas y más vueltas a la ofensa, alimenta su rencor y destroza su cuerpo energético, y por ende su cuerpo físico con ese veneno generado por sus pensamientos. Es como si el ofendido se tomara cada día una gota de veneno, quien sabe si esperando que se envenene el ofensor, cuando es él el único perjudicado.
            Perdonar no es más que la liberación de las emociones destructivas que nos atan al pasado de manera enfermiza: El perdón nos libera, por lo tanto de la ira, el miedo, el resentimiento, y un sinfín más de emociones negativas, permitiendo que el corazón se abra a la alegría, a la paz y al amor.
            El perdón es una de las claves para mantener o recuperar la salud, y sobre todo la llave maestra que nos va a dar acceso a la libertad. La libertad de vivir sin que las actitudes y los actos de otras personas dejen de tener poder sobre nosotros. Es realmente triste y lamentable vivir atados a las decisiones de otros, a las palabras de otros, o a las actitudes de otros, ya que eso es como si nos robaran la misma vida, porque dejamos de vivir una vida plena para vivir actitudes negativas de otros.
            El perdón no exime de su culpa al ofensor, ni le exime de las consecuencias, pero si permitirá que vivamos felices, con independencia de lo que piensen, digan o hagan los demás, tanto a nuestro favor como en nuestra contra.
            La serenidad que se consigue perdonando nos hace conscientes de que con nuestro perdón nada cambia del pasado, pero que si cambia, y de manera radical nuestro presente, presente que es la base para nuestro futuro, con lo cual cambiando ese presente aseguramos un futuro diferente al que nos esperaba con una vida llena de rencor y de sombras.
            El perdón es un proceso interior, es algo que afecta a nuestra manera de pensar, afecta a nuestra conducta y por supuesto a nuestras emociones.
            Sabemos que el proceso de perdonar está concluido cuando dejamos de sentirnos atrapados en una relación, sobre todo emocional y mental, con el ofensor, y cuando el recuerdo de la ofensa y del ofensor genera una reacción como ver el cielo azul, los pájaros volando, o el agua discurriendo por el río, vamos que no nos afecta en absoluto.
            Es necesario perdonar por nuestra salud física. Nada tienen que ver ni la espiritualidad, ni las religiones, solo es una cuestión de salud. Existen estudios que demuestran que la rabia, el rencor, la vergüenza, la agresividad y el sentimiento de culpabilidad crónica están muy relacionados con la enfermedad física.
            El resentimiento y la culpabilidad, sobre todo cuando han sido con frecuencia reprimidos, son factores que afectan, inhibiendo en gran manera al sistema inmunitario, con lo cual la enfermedad física está servida.
            Las personas que en su imaginación no conciben perdonar a otros, muestran cambios en la presión sanguínea, en la tensión muscular y en la respuesta inmunitaria; sin embargo, las que si pueden imaginarse perdonando a su ofensor manifiestan, de inmediato, una mejoría en su sistema cardiovascular, muscular y nervioso.
            Perdonar no es olvidar. El que espera llegar a olvidar para perdonar no lo logrará jamás, porque el cerebro lo registra todo. No se puede olvidar. Sin embargo cuando se dice: “Perdono, pero no olvido”, es como si avisáramos de que eso está dentro aguardando para cobrarse la deuda. Eso no es perdón.
            Perdonar no es justificar comportamientos negativos o inadecuados.
            Perdonar no quiere decir que apruebes o defiendas la conducta que te ha causado dolor, ni tampoco excluye que tomes medidas para cambiar la situación o proteger tus derechos.
            Perdonar no justifica en nada lo sucedido.
            Perdonar no es fingir que todo está bien cuando sientes que no es así.
            Perdonar no es tener que hablar directamente con la otra persona: El perdón no exige la comunicación. Sólo es un acto personal de liberación de energía que nos está haciendo daño.
            Perdonar no es ser ingenuos: Perdonar nunca significa permitir que un ofensor se salga con la suya, ni tampoco una manera de ignorar el problema. El perdón hace que la persona tenga una visión realista de quien es realmente el ofensor.
            Como perdonar es un trabajo interior, es algo que se puede hacer en soledad en la soledad de nuestra meditación. Después de tu meditación. Y si no haces meditación, (que deberías hacer), en cualquier momento del día.
  • Sube las manos a la altura de los hombros, con los brazos al lado del cuerpo, cómodamente relajados, las palmas al frente.    
  • Lleva la atención al corazón.
  • Visualiza a la persona que vas a perdonar delante de ti.
  • Lleva la atención a tu corazón sintiendo que sale un rayo de luz, igual que de las palmas de tus manos, y repite en tu interior: Yo te perdono, cualquier cosa mala que me has hecho, voluntaria o involuntariamente, con pensamientos, palabras, hechos y omisiones, incluso aunque ya no te acuerdes de lo que es.
  • Y después dile: Y tú, perdóname por todo el daño que te he hecho, voluntaria o involuntariamente, con pensamientos, palabras, hechos y omisiones, incluso aunque ya no me acuerde de lo que es.
Y no nos queda más remedio que hacerlo hasta que recordemos el hecho sin sentir ninguna de las emociones negativas que nos generaba en un principio.

sábado, 8 de agosto de 2015

¿Por qué no sana todo el mundo de su enfermedad?


Perlas para el alma
 
 

Las personas sanan cuando internamente desean sanar, y eso no va a ser hasta que la persona haya completado el aprendizaje que esa enfermedad lleva asociado. Nadie, ni medico tradicional ni sanador, puede sanar a nadie que no lo desee. Solo se puede colaborar en la sanación de aquel que ha completado el aprendizaje y ha decidido sanar.
Cuando una enfermedad se ha manifestado ya a nivel físico, hay que tratar el cuerpo físico, pero hay que tratar con mucha más insistencia el origen, es decir, el problema energético que lo originó.
Mientras la persona tenga un proceso de aprendizaje en marcha o una lección incompleta, el trabajo con el cuerpo físico para restaurar la salud es idéntico a poner capas de pintura en la pared sin solucionar el problema que causa la humedad en la misma.

lunes, 6 de julio de 2015

Sobre los niños (Aura familiar)


            Cuando dos personas inician una vida en común, con independencia de sus auras individuales, se va formando un aura de pareja, aura que podemos denominar también aura de familia.
            El aura de familia es el conjunto de la energía de los dos miembros de la pareja, tanto en el plano individual como en el plano de actuación en esa mini sociedad que han formado. Es decir, no solamente la energía de cada individuo pasa a formar parte del aura de familia, sino también la energía derivada de su comportamiento en su mini sociedad. Por ejemplo: Los dos miembros de una pareja pueden ser, cada uno de manera independiente, encantadores, compasivos y alegres, pero su relación puede ser un caos, de gritos, de enfados, de engaños o silencios. La energía generada por su mala relación es la que va a ir ganando terreno, por lo que su aura de familia será cada vez más pequeña, más sucia, más pegajosa y más oscura, por usar calificativos que todos podamos entender como negativos y, que a todos nos acerquen a algo realmente asqueroso. Por supuesto que también se van a ver afectadas sus auras individuales.
            Las auras individuales y el aura de familia se van retroalimentando la una a las otras y viceversa.
            Cuando una pareja tiene una relación conflictiva, desde luego lo ideal sería que abandonaran la idea de mantener esa relación que les está destruyendo, e iniciar una separación basada, ya que parece que no puede ser en el amor y el cariño, que fuera al menos en el respeto.
            Pero no es el tema de esta entrada la relación conflictiva de las parejas, sino intentar saber que ocurre con el aura de familia, sobre todo cuando esa familia aumenta con la llegada al mundo de los hijos.
 
            Con independencia del cordón umbilical etéreo, que va a existir entre una madre y su hijo siempre, aunque cada vez más debilitado en la edad adulta. El niño, desde que nace hasta aproximadamente los siete años, tiene un campo energético, completamente vulnerable al ambiente en el que vive. Es decir, está completamente abierto a la energía del exterior, pero sobre todo a la energía de sus padres y por supuesto a la energía del aura familiar, de la que él ya forma parte, y reacciona de manera permanente, en función de su temperamento o su carácter, o mejor, lo que será su temperamento y su carácter.
            Ante la misma energía un niño puede sentir miedo, o ponerse enfermo y otro no, o lo manifieste más suavemente porque sea menos sensible. Pero a todos les va a afectar, la diferencia estriba en la sensibilidad del niño.
            Son muchos los niños que conviven con problemas emocionales de adultos, soledad, ansiedad, estrés, miedo, etc., y no parece, analizando su vida, que exista una razón lógica para ese desequilibrio emocional. El problema está en que solo se analiza lo que se ve en el niño, pero ¿Qué pasa con el comportamiento de los padres? Teniendo en cuenta que los que llevan a la consulta al niño son sus padres y no  van a contar que la relación entre ellos no es la adecuada, o que se siente, (normalmente uno de ellos), tan mal, que aparca al niño delante de la tele; no es fácil llegar a la causa primera de la problemática del niño, problemática que en algunos casos puede derivar en problemas físicos.
            Aun hay más: Los niños que se pasan horas y horas con las nanas que les cuidan pueden tener un problema añadido: Tienen otra energía que les afecta, positivamente si la nana es un dechado de paz, de serenidad y amor o negativamente por los problemas que pudiera arrastrar la nana.
            Muchos problemas de niños pequeños se resuelven trabajando con los padres, siempre y cuando ellos estén de acuerdo, ya que incluso un exceso de celo en el cuidado de los niños, que bien puede ser un miedo no manifestado, pero energéticamente presente, puede afectar al desarrollo emocional del niño.
            Para que el niño tenga una buena salud física y sobre todo emocional necesita que los padres, bien sean: ambos padres, o ambas madres, o solo la madre o solo el padre, según esté estructurada la familia, vivan en alegría, amor, dedicación, respeto, sin miedos, sin traumas, sin ansiedades.
            Para solucionar un problema emocional, o en algunas ocasiones físico de un niño, es posible que se necesite trabajar en varios frentes: en el aura familiar, en uno o en los dos progenitores, y por supuesto en el niño. Sin olvidar que ha de existir, primero el reconocimiento de los padres de su comportamiento, posiblemente destructivo y el compromiso para cambiar ese comportamiento entre ellos y hacia el niño.
            Trabajar solamente en el niño puede solucionar el problema en el corto plazo, pero seguro que no tardando mucho vuelve a aparecer la misma o parecida problemática, ya que no se ha actuado en la fuente de la energía de la que se nutre el niño, el aura de la familia y los propios padres.  
            Es cierto que los niños no vienen al mundo ni con un pan debajo del brazo ni con un manual de trato. Son los padres los que han de ir aprendiendo con la práctica. Pero sobre todo tienen que tener en cuenta que  los niños aprenden con el ejemplo.  
         

viernes, 12 de junio de 2015

¿Sanación? no gracias


            ¿Qué pensar de una persona que acude a un terapeuta, posiblemente porque no ha encontrado alivio a sus problemas con la medicina tradicional, y ante la  indicación del plan de trabajo a realizar presentado por este, contesta que no tiene tiempo?
            Parece lógico pensar que la persona no quiere solucionar los problemas que, en un principio, parece que quería solucionar con su visita.
Así es el ser humano. La inmensa mayoría, en realidad, no busca la sanación, lo que busca es un milagro. Y si, los milagros existen, pero sólo se dan cuando se piensa, se habla y se actúa desde el alma, es decir, cuando se vive en sintonía con el alma, cuando se vive en sintonía con el Universo, en definitiva, cuando se vive en sintonía con Dios.
            No son conscientes los seres humanos de que su ritmo de vida, el nulo control que tienen sobre sus pensamientos, sus emociones desbocadas, la voracidad de sus deseos, y la falta de amor y de respeto hacia sí mismos, y por añadidura hacia los demás, son las causas responsables de sus múltiples enfermedades, tanto físicas como emocionales.
            La vida de la inmensa mayoría de las personas es un caos en sí misma, centrada en unos objetivos ficticios y pocas veces alcanzados, porque no saben cómo hacerlo, lo que genera una infinidad de emociones, que más que negativas, son negras, oscuras, espeluznantes. Todos desean ser amados, pero no aman; desean que llegue a ellos la riqueza, pero no dan; desean ser comprendidos, pero critican sin conocimiento a todo lo que se mueve; desean ser respetados, pero pisotean los más elementales derechos de los demás; desean ser felices y buscan la felicidad en la consecución de sus deseos y en los estercoleros emocionales, que es lo que conocen por ser donde habitualmente moran.
            La energía que reina en los campos energéticos de esa inmensa mayoría es la soledad, la ansiedad, el estrés, la rabia, la desilusión y el miedo.
            Es con esa energía con la que están alimentando, no solo sus cuerpos emocional y mental, sino también su cuerpo físico. Es difícil por lo tanto pretender que unas pastillas sanen la soledad o la ansiedad, o la  desesperación o el miedo. Si acaso, lo que pueden conseguir es esconder los efectos, pero la causa, que es el caos en que se encuentra inmersa la persona seguirá machacándola de manera despiadada.
            A la vista de esto, parece claro donde se encuentra la sanación. La sanación se encuentra en un cambio de vida, en un control del pensamiento, en no desear compulsivamente.
            El cambio de vida, o de ciertos aspectos de la vida parece imprescindible. De todos es sabido que si siempre se hacen las mismas cosas, el resultado siempre será el mismo. Si se quiere cambiar el resultado, algo habrá que cambiar por el camino. Pero aun así, conociendo esto, la gente no está dispuesta a cambiar, por un sinfín de razones en las que no merece la pena entrar, aunque la primera y principal parece ser el miedo. Pues bien, aun tienen otra alternativa, ya que no aman esa vida que no quieren cambiar, lo que les queda es aceptarla.  
   

viernes, 8 de mayo de 2015

Los niños, sus papas y la energía


            Son múltiples los factores que inciden en el carácter, en el crecimiento, en el desarrollo y en el aprendizaje de los niños.
            El primer factor es totalmente elegido por el alma que va a encarnar, él decide junto con los seres que planifican su vida cual va a ser la cantidad de Karma que va a llevar a la vida para su tratamiento, él decide el lugar de nacimiento, él decide los padres, (junto a ellos), él decide cual va a ser su misión principal, así como cual va a ser la base de su carácter para desarrollar todo el trabajo planificado en su libreto de vida.
            El segundo factor es genético, también elegido. El alma que va a nacer ya eligió a sus padres por su material genético, y eso es lo que se va a encontrar cuando tome posesión del cuerpo. Es importante la herencia genética, pero no determinante. Todos sabemos por experiencia propia o ajena, que nunca son iguales dos hermanos nacidos de los mismos padres.
            El tercer factor es la enseñanza. Enseñanza cuya libro principal no contiene ni letras ni imágenes, tiene vida: es el ejemplo. El ejemplo que el niño va recibiendo por el comportamiento de sus padres y educadores es la asignatura más importante en la educación de un niño. Hay que tener en cuenta que las acciones de los padres para con sus hijos son “palabra de Dios”. Aquello que hacen y dicen los padres, para el niño, es el ejemplo a seguir, porque si lo hacen sus padres “tiene que ser bueno”.
            Y existe un cuarto factor que es el propio carácter y estado emocional de los padres, al que los hijos tienen un acceso total a través del campo energético. Quiero centrarme en este cuarto factor.
Ninguno de estos factores por si solo es determinante, aunque si tenga alguno de ellos más preponderancia que otros en según el tipo de trabajo a realizar por cada alma. Y aunque todos los factores en conjunto son los que determinan el carácter y la forma de ser y de actuar del niño, la energía en la que convive el niño juega un papel muy importante para su desarrollo.
 
Quiero pensar que también tal circunstancia ha sido elegida ya que en la planificación de una vida no se deja nada al azar, lo que desde luego ya no conocemos es la razón por la que se ha elegido a unos padres con determinados caracteres y estados emocionales. Aunque hemos de tener en cuenta que todos estamos interconectados y que alguna de las misiones del niño bien pudiera ser ayudar a sus padres en su propio crecimiento.
Es de todos conocido que somos energía, una más densa y pesada que se ve: el cuerpo, y otra mucho más sutil que no se ve, y que es lo que todo el mundo, hasta los que no saben de energía conocen: el aura.
Ese aura que envuelve al cuerpo físico, no lo envuelve a cinco centímetros del cuerpo, es más extensa, más o menos extensa, en función del desarrollo de la persona, pero sea grande o pequeño ese desarrollo, la energía sobresale de la persona y cualquiera que conviva con esa persona está prácticamente todo el tiempo, dentro de su aura, dentro de su campo energético.
Todos estamos dentro del campo energético de los que conviven con nosotros, hasta tenemos un aura de pareja o de familia en común.
Esa energía que nos envuelva es lo que nosotros somos: La persona que siente ansiedad, la siente porque así es su energía y está en su aura, y lo mismo la que siente miedo, o es iracunda, o engaña, o etc., etc. Por lo tanto los que están alrededor sentirán la ansiedad del ansioso, el miedo del miedoso, el rencor del rencoroso, la alegría del que es feliz o la tristeza del que sufre. Pero en un 99,9% de los casos la persona no sabrá porque sin razón aparente siente ansiedad, miedo, rencor, tristeza o alegría.
No se sabrá conscientemente la razón de la emoción que aparece, pero inconscientemente la persona va a reaccionar ante ese estímulo. Un ejemplo claro: Al cabo de un rato de estar en unos grandes almacenes una persona sensible, ante tal cumulo de energía de tanta gente, (muchísimos con problemas emocionales), empieza a sentirse mal, crispado o nervioso, y necesita salir. Pues con el niño pasa lo mismo, en grado superlativo, ya que la energía le está afectando permanentemente, por poner un ejemplo: si un niño tiene unos padres estresados, el niño estará estresado.
El niño no solo va a reaccionar inconscientemente a eso que está recibiendo y que además es con lo que convive, sino que además puede su campo energético absorber también ese tipo de energía, con lo que la ansiedad, o el miedo, o la rabia o la alegría empezarán a ser el motor de su vida.
Últimamente estoy trabajando con niños, a veces creo que son demasiados, pero, está bien, todo tiene una razón de ser, y es claro que el problema de tres de cada cuatro niños, tiene que ver con sus padres. Los padres, lógicamente, tampoco son conscientes de esto, prueba evidente es que los traen a terapia o a yoga para que sus hijos cambien. Pero el mayor cambio se ha de dar en el hogar.
Los adultos nos hemos acostumbrado a nosotros mismos e incluso decimos sin pudor: “Yo soy así, muy nervioso”, o “La ansiedad me está matando”, o “Este mes no llegamos al día treinta”, o “Ya está tu padre echando las culpas a los demás”, etc., etc. Todo esto es energía, y es energía que estamos exportando hacia el mundo, sobre todo a nuestro mundo, al mundo de los niños, y no hace falta que estén presenten para escucharlo o no, la energía de la ansiedad, de la carencia, de la intolerancia o del estrés, está en el ambiente, porque está en el aura de sus padres, y ese va a ser el alimento del niño cuando llegue del colegio, un día tras otro, mañana, tarde y noche.
Modificando la energía se modifica el carácter, y esa modificación de la energía, es decir, la limpieza de la energía enferma y la energización con energía sana se puede conseguir con alguna de las terapias energéticas que existen, que se llamen como se llamen, todas hacen lo mismo, limpian y energizan, o se puede conseguir también, más lentamente, haciendo yoga y meditando. Pero si no se modifica el ambiente cambiando su energía las personas que rodean al niño, todo volverá a ser como antes en no mucho tiempo.
Por lo tanto, es bueno que los padres sean conscientes de cómo son ellos, mental y emocionalmente, ya que eso que ellos son está afectando a sus hijos. Y los niños no sólo no tienen los recursos de los mayores para gestionar sus problemas emocionales, sino que además están para satisfacer los caprichos de sus progenitores, que le pueden exigir ciertos comportamientos al niño, sin tener idea de cómo se encuentra su hijo emocionalmente.
Todos los niños deberían aprender desde pequeños a meditar y a entrar dentro de ellos, para encontrar la paz que necesitarán no solo de adultos, sino que también necesitan ahora en su niñez. Y los padres, en vez de quejarse, e incluso antes de llevar a sus hijos a terapias, ya sean alternativas o no, sería bueno que también hicieran un trabajo serio de introspección para buscar similitudes con lo que le sucede a su hijo. Posiblemente, si son honestos consigo mismos, se sorprenderán al encontrar dentro de sí mismos el problema de su hijo, corregido y aumentado.  A partir de ahí, verán claro que la terapia es para ambos, el adulto para modificar su carácter y el niño para construirlo. 

miércoles, 15 de octubre de 2014

Pensamientos


            Los pensamientos no son más que energía. Son nubecitas de energía que se encuentran en una de las capas del aura, el cuerpo mental.
El acto de tener un pensamiento concreto pone en vibración el cuerpo mental. Esta vibración se transfiere a la materia astral de la persona, desde aquí afecta a las partículas etéricas del cerebro, y por medio de estas, pone en acción la materia gris más densa del cuerpo físico, y así se expresa un pensamiento. Todos estos pasos son los que se realizan para que un pensamiento se convierta en conciencia activa en el cerebro físico.
El pensamiento en nosotros, es el que actúa, el que crea y cumple los decretos de la voluntad. La persona puede crear en sí misma cualquier cualidad deseada, mediante pensamiento sostenido y concentrado, mediante la meditación.
Pero la mente de la persona que es incapaz de eliminar vacilaciones y que deja sus problemas sin resolver, no puede ni alcanzar concentración ni meditar.
La materia mental, igual que cualquier otra, está sujeta a las leyes de hábito, y es posible entrenarla mediante práctica constante, hasta que se habitúe a quedar estable, para de esta manera, poderla moldear a voluntad y convertirla en un sirviente obediente del verdadero ser.
El mejor medio y más rápido para dominar la divagación de la mente es, sin duda, el empleo de la voluntad.
            El poder de concentración se puede adquirir en la vida cotidiana, enfocando toda nuestra atención sobre lo que hacemos; poner en ello todo nuestro poder y ejercitarlo lo mejor que sabemos. ¡Fíjate, estamos hablando de meditación!
No debería pasar un solo día, sin practicar ejercicios para la mente, ya que sólo mediante el ejercicio se fortalece; el abandono significa siempre debilidad y, con el tiempo, atrofia. Es como cualquier músculo, si lo ejercitas se fortalece.
Cuando no ejercitamos la mente permanecemos atados a sus antojos, y uno de los antojos más apetecidos por la mente son las preocupaciones. ¿Qué es una preocupación? Podríamos decir que una preocupación es el proceso de repetir la misma línea de pensamiento una y otra vez, con ligeras modificaciones, sin llegar a un resultado determinado; y, a veces, sin ni siquiera buscarlo.
            Incluso la misma palabra la define: Pre-ocupación, es decir, ocuparse antes de tiempo.
 
            La mente no quiere perder el control, y para eso necesita estar siempre trabajando. Una buena manera, para ella, es sacar un tema a la luz, y darle vueltas y más vueltas. Por supuesto que no quiere llegar a ningún resultado, ya que entonces se acabaría lo que ella considera su control. Y la persona, que normalmente carece de voluntad y de carácter, no puede enfrentarse a ella, ya que ni siquiera sabe, en la inmensa mayoría de los casos, que está siendo dominada por la mente.
El resultado de esto, es una persona preocupada, dándole vueltas al mismo tema de manera permanente, hablando a todo el mundo de “su problema”, “de cómo puede ser”, “de lo infeliz que se siente”, “de lo injusta de la vida”, etc., etc.
“Somos exactamente lo que pensamos”. ¿Qué será entonces una persona imbuida en una misma línea de pensamiento permanentemente? Pues será lo que su mente la va presentando: Será un reflejo de su preocupación.
Energías de la misma calidad se atraen, con lo cual, la persona está atrayendo a su vida, justamente aquello que ocupa su mente una hora tras otra. Está diseñando su vida con su preocupación.
¿Qué hacer? Lo primero es ser consciente del dominio que la mente está ejerciendo, y una vez consciente, es momento de ponerle remedio.
Un remedio rápido para salir de la preocupación es ser consciente de la respiración. Como el pensamiento es energía, lo que ocurre manteniendo el pensamiento, es alimentarle, es darle más energía. De nada vale decir: “No quiero tener este pensamiento”, porque vas a seguir teniéndolo. ¿Qué pasa cuando alguien te dice que no pienses en un elefante blanco?, pues que lo primero que viene a tu mente es justamente eso, un elefante blanco.
Lo que se ha de hacer para dejar de alimentar el pensamiento es llevar la atención a otro punto, y el mejor es la respiración, ya que es algo que siempre está en nosotros. Llevando la atención a la respiración, sintiendo el aire que entra y el aire que sale, sintiendo donde roza el aire en las fosas nasales al entrar y al salir, sintiendo la diferencia de temperatura entre el aire que entra y el que sale, se deja de dar energía al pensamiento, y este desaparece. Es posible que retorne al cabo de pocas respiraciones, es igual, para eso está la voluntad, se vuelve a la respiración todas las veces que sea necesario.
Sin embargo, la  mejor manera de deshacerse de un canal de preocupación, es llevar a la mente el pensamiento opuesto. En ese momento, la persona, está utilizando “su voluntad”, está “fortaleciendo su carácter”, está “tomando las riendas de su vida”, está “comenzando a caminar por el camino de la felicidad”, está “tomando fuerzas desde su interior”, está “acercándose a Dios”.
Pero, a veces, no se sabe muy bien cuál es el pensamiento opuesto al pensamiento de la preocupación, e incluso aunque se sepa, puede ser difícil mantener el pensamiento contrario. Por ejemplo: El canal de preocupación de una madre, puede ser producido por que el niño no estudia lo suficiente y no va a superar el curso. ¿Cuál es el pensamiento contrario?, ¿Pensar que el niño es muy listo y estudia mucho? Si, ese es. Pero la realidad va a golpear a la madre, ya que el niño va a seguir sin estudiar, además la madre va a atraer, debido a su preocupación más desidia y menos ganas de estudiar para su hijo. Entonces ¿Qué? Lo que ha de procurar la madre, además de todas las acciones que haya puesto en marcha para que el hijo estudie, es sacar la preocupación de la mente, y lo mejor, ya que el pensamiento contrario es difícil de mantener, es reflexionar en meditación sobre un pensamiento mucho más grande tal como: Yo Soy Paz, Yo Soy Amor, Yo Soy Alegría, Yo Soy el Alma. Y no solamente en meditación, se puede mantener ese pensamiento a lo largo de todo el día.
A medida que se va reflexionando, la Paz, la Alegría y el Amor van a envolver a la persona, con lo cual va a ir desapareciendo cualquier tipo de preocupación.
Porque no solamente hay que dominar a la mente para aprender a pensar, sino también  hay que aprender a dejar de pensar a voluntad. Dejar de pensar a voluntad se consigue cuando la persona lleva la atención a su interior.
Todo esto es mucho más fácil meditando. La meditación es lo contrario a la preocupación, ya que meditar es dirigir a la mente concentrada y fijamente, a cualquier objeto. Y ¿Qué mejor objeto que la paz, el amor y la alegría?
 

viernes, 12 de septiembre de 2014

Dios nos espera


«Dejad que los niños vengan a mí,
no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.
Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él»
Marcos 10:14
 

En el último mensaje canalizado, el Maestro nos decía: “El corazón de Dios es un mar de infinita bondad que espera por Vds. No es necesario que Le invoquen en oración, ni tan siquiera que digan su nombre. Él está con Vds. en todo momento y en todo lugar”.
¡Dios nos espera!, pero en las condiciones en que se encuentra la humanidad, ¿Cuánto tiempo tendrá que esperar? Los seres humanos ni tan siquiera somos conscientes de que Dios nos está esperando, porque no sabemos que Él es el final de nuestra carrera, Él es la meta, pero también es el inicio, de la misma manera que es el camino, o si lo sabemos no actuamos desde ese conocimiento.
Los seres humanos buscamos a Dios, sin aceptar que Dios ya está en nosotros, y disfrazamos esa búsqueda, que es la búsqueda autentica, la búsqueda definitiva, con pequeñas búsquedas, con jueguecitos, con pequeñeces.

 
Viajamos a lugares recónditos de la Tierra en busca de espacios fantásticos de energía. Energía que despilfarramos nada más llegar a casa, cuando no por el camino, juzgando situaciones, criticando personas, no aceptando nuestra vida o parte de ella, siendo deshonestos con nosotros mismos y los demás, manteniendo rincones de ira o de rencor en nuestro corazón, desaprovechando las oportunidades para ayudar y servir a los demás.
Podemos retirarnos del mundo durante unos días para mantenernos en silencio y meditar. Y al llegar a casa, volvemos a hablar por los codos, volvemos a dejar que la meditación se convierta en algo que hacemos el día que “tenemos tiempo”, o el día que estamos bajos anímicamente.
Podemos asistir a conferencias y cursos de crecimiento personal, para ser un poco más conscientes ya que proliferan como setas. Cursos que serán olvidados a los pocos días de su realización, sin haber puesto en práctica nada de lo aprendido en ellos.
Somos especialistas en frases bonitas, que ninguno pone en práctica, pero que quedan bien en el muro de nuestras redes sociales.
¿De qué sirve todo eso?, para hablar de ello, para sentirnos importantes, para hacer demostraciones de nuestra pseudo-espiritualidad, para que otros se queden con la boca abierta ante nuestra sabiduría espiritual. Pero realmente son pequeñeces, son jueguecitos, porque mientras tanto seguimos enojados con los hermanos, engañando a la pareja, criticando todo lo que se mueve, no dedicando el tiempo suficiente a los hijos, dudando de todo, no respetando a nada ni a nadie, teniéndole miedo no solo a la muerte, sino también a la misma vida. Y sobre todo se nos olvida lo más importante, nos olvidamos de Dios, nos olvidamos de quienes somos, nos olvidamos de dónde venimos, nos olvidamos adónde vamos, nos olvidamos para que estamos aquí, nos olvidamos de quienes son realmente los que nos rodean.
Hemos de ser conscientes de que lo que realmente hemos venido a hacer en la  vida es retornar a Dios, porque de Él venimos, y podemos hacerlo de frente, sin rodeos, a lo grande. ¿Cómo?, amando. Cualquier otra cosa no sería más que darle vueltas una y otra vez a la vida, a una vida que nos enmaraña en las redes de su ilusión una y otra vez, y así llevamos cientos o miles de vidas. ¿Cuántas más nos esperan?, ¿Cuánto tiempo tendremos a Dios esperando por nosotros? Tenemos suerte de que Su paciencia es infinita, y sobre todo tenemos suerte de que nos ama. Termino que no podemos utilizar nosotros, ¿o sí? Alguna vez te has hecho la pregunta: ¿Amas a Dios?
 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Alegría versus tristeza


            Los seres humanos somos capaces de recordar hasta la extenuación los momentos dolorosos de nuestras vidas. Los recordamos, los sufrimos y lloramos con su recuerdo, los contamos, unas veces nos corroe la rabia, otras la ira, hablamos de nuestro dolor sin venir a cuento, nos lamentamos, siendo incluso incapaces de sentir el dolor ajeno, porque “no es nada comparado con lo que me ha pasado a mí”.
Sin embargo, somos incapaces de recordar con parecida intensidad los momentos felices. Hasta diría que estos pasan por nuestra vida sin pena ni gloria. Después de unos momentos de euforia, caen en el olvido, hasta el extremo de que si nos piden que recordemos algún acontecimiento feliz de nuestra vida, podemos quedar dubitativos, tratando de descubrir alguno de esos momentos.
            De la misma manera nos comportamos ante la enfermedad, nos podemos pasar el día lamentándonos, sintiendo nuestro dolor, explicando a todo aquel que se cruza con nosotros lo mal que nos encontramos, lo infelices que nos sentimos, la mala suerte que parece haberse aliado con nosotros, y un sinfín de desgracias más. Pero cuando estamos sanos, no explicamos a todas las personas con las que nos encontramos, que estamos sanos, que nos sentimos bien, que vaya suerte la nuestra, que nos encontramos felices por la buena salud. ¿Por qué será?
 
            ¿Quiere decir esto que hay muchos más momentos de dolor que momentos felices en las vidas de las personas? No es así. Normalmente pasamos más tiempos neutros, sin episodios excepcionales ni de felicidad, ni de dolor, de la misma manera que pasamos más tiempo de nuestra vida, sanos que enfermos. Y llamo momentos neutros a momentos que, en realidad, los deberíamos calificar como excepcionales, como son el amanecer de cada día, ver una salida o una puesta de sol, sentir el canto de los pájaros, el olor de la tierra después de la lluvia, escuchar la risa inocente de los niños, sentir el abrazo de los que nos quieren, tener hambre y poder comer, y un sinfín de cosas más.
            Podemos llorar años la desaparición de un ser querido, pero no festejamos años el nacimiento de otro ser querido. Podemos lamentarnos mucho tiempo por la pérdida de un trabajo, pero no nos alegramos el mismo tiempo cuando lo encontramos y nos contratan. Podría seguir poniendo infinidad de ejemplos, pero no merece la pena, seguro que cada uno de vosotros puede pensar en su ejemplo favorito.
            Sabemos, al menos todos los que nos asomamos a esta ventana, que energías iguales se atraen, sabemos que somos lo que pensamos, sabemos que el Universo nos regala aquello que permanece en nuestra mente con una cierta intensidad. Pero, es igual, somos incapaces de cambiar nuestro pensamiento, somos incapaces de mantener los sucesos buenos en nuestra mente durante más tiempo que los malos, somos incapaces de ser felices. ¿Será que nos gusta el sufrimiento?, ¿Será que no terminamos de creernos que somos energía?, ¿Será que a pesar de todo nuestro conocimiento, somos incapaces de dominar a la mente?, ¿Será que practicamos poco la mucha teoría que atesoramos?, ¿Será que no habremos integrado en nosotros nuestra divinidad?, ¿Será que nos falta voluntad?, ¿Será que no tenemos carácter?, ¿Qué será?
 

martes, 9 de septiembre de 2014

Cambia tu energía para cambiar tu vida (2 de 2)


Continuación…………..
Palabra: Después de las imágenes y después del pensamiento, llega la palabra. Es conveniente ser cuidadosos con las “malas palabras”, tienen una vibración muy baja. De la misma manera que tienen también muy baja la energía, la queja, el juicio o la crítica hacia otras personas.
Cuando nos quejamos de algo, sólo estamos afirmando más el problema: Evita el “no sé”, el “no puedo”, el “no tengo”, “estoy enfermo”, “me duele la cabeza”, “seguro que no va a funcionar”, etc., etc.
Evita participar en discusiones o en reuniones donde sólo se hable vanamente. Utiliza los tres filtros de Sócrates: En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por la práctica de su conocimiento, con alto respeto. Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
Espera un minuto, replicó Sócrates. Antes de decirme cualquier cosa querría que pasaras un pequeño examen. Es llamado el examen del triple filtro.
¿Triple filtro?
Correcto, continuó Sócrates. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea tomar un momento y filtrar lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.
El primer filtro es la verdad: ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
No, dijo el hombre, realmente sólo escuché sobre eso y...
... Muy bien, dijo Sócrates. ¡Entonces realmente no sabes si es cierto o no!
Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad: ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
No, por el contrario...
Entonces, continuó Sócrates, tú deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. Tú puedes aún pasar el examen, porque queda un filtro; el filtro de la utilidad: ¿Será útil para mí lo que vas a decirme de mi amigo?
No, realmente no.
Bien, concluyó Sócrates. Si lo que deseas decirme no es cierto ni bueno e incluso no es útil, ¿por qué decírmelo?
 
Cuida la energía de la palabra y resérvala para decretar aquello que sea importante para ti.
Placer físico: No hay nada que aumente más la energía personal que el placer físico. Practica actividades que te brinden ese placer: como los deportes, el baile, la gimnasia, el caminar por un parque o frente al mar. La visita a lugares naturales siempre ayuda a elevar la vibración personal.
La risa aumenta de manera  considerable el nivel energético personal, además de acelerar los procesos curativos del cuerpo. Rodéate de gente que te haga reír; mira programas cómicos, especialmente aquellos en que el humor no es personal; encuéntrale el lado cómico a todo lo que te sucede y verás cómo las soluciones aparecen más fácilmente. Si estás muy enojado y alguien te hace reír, notarás que no puedes volver a enojarte como antes. La risa y el enojo no son compatibles. Cuando más nos reímos, más rápido desaparece la ira.
A veces, es conveniente valerse del recuerdo de situaciones felices del pasado. La mayoría de la gente se pasa todo el tiempo recordando todo lo malo que le ha tocado vivir y lamentándose; eso sólo sirve para atraer más cosas malas al presente porque se está generando el mismo tipo de energías. Recuerda los momentos felices de tu vida.
Cuando una pareja está en problemas, siempre les recomiendo que intenten revivir sus primeras etapas de enamoramiento. La mente es muy poderosa, pero un poco tonta, cuando algo aparece en ella, no sabe si es del momento o de hace unos cuantos años.
Las personas que se sienten solas y se quejan de su soledad, sólo atraen más soledad o relaciones que fracasan rápidamente. Si éste es tu caso y no puedes recordar ningún momento romántico de tu pasado, tienes que crearlo en tu imaginación. Concéntrate en las imágenes, palabras y sensaciones que te ayuden a vibrar en la frecuencia del amor y, entonces, al amor aparecerá en tu vida. Recuerda que las energías iguales se atraen, ¡solo el Amor atrae al Amor!
Alimentación: Si lo que entra por la boca está sucio, ensucia el cuerpo, es decir genera energía negativa. Hay alimentos que tienen una vibración muy baja, como las carnes. Entre éstas, las rojas son las peores. El comer carne aumenta la parte primitiva del ser humano, con lo que la agresividad puede salir a flote con más facilidad.
Sería conveniente una alimentación basada en ensaladas, frutas, verduras, pasta y pescado.
Meditación: Incorpora a tu vida el hábito de la meditación.
Es seguro que aunque no sigas estas recomendaciones totalmente, algo va a cambiar en tu vida, porque habrás cambiado tu energía.

Cambia tu energía para cambiar tu vida (1 de 2)


            Decía en la entrada anterior que no solamente la composición del ser humano es energía, sino que energía es todo lo que este genera habitualmente con sus pensamientos, sus palabras, sus sentimientos y sus emociones. De tal manera, que el campo energético alrededor de la persona queda compuesto por la energía que normalmente esta genera.
            Por lo tanto, para cambiar la energía es necesario cambiar pensamientos, palabras, emociones y hábitos de vida. Con esto, al cambiar la energía cambiará la vida de la persona, ya que atraerá cosas distintas.
 
            Pensamiento: Comencemos hablando del pensamiento: El pensamiento es creador. La energía del pensamiento atrae justamente aquello en lo que se piensa, y además el pensamiento es la antesala de la acción, y es con las acciones de hoy como creamos la vida de mañana. Somos aquello que pensamos, quien piensa en sufrimiento, sufre y quien piensa en alegría, es feliz. Sabemos que la energía va siempre detrás del pensamiento, y que con cada pensamiento que se cruza en nuestra mente dejamos un retazo de vida, porque no somos conscientes de ese retazo de vida que perdemos, y lo peor, es que ese retazo de vida no vuelve a pasar delante de nosotros.
            La mente es como una ranita, siempre saltando de pensamiento en pensamiento, nunca se está quieta.
            Y a pesar de saber todo esto, seguimos dándole cuerda a nuestra mente, sin ponerla coto, ni atarla en corto. Pero, seguramente, no es porque no queramos, es, sencillamente, porque no podemos. La mente es demasiado poderosa para cualquiera, y siempre está presentando un pensamiento tras otro.
Existen varios tipos de pensamientos: Pensamientos negativos, que son aquellos que tienen su origen en los malos hábitos o en los vicios de las personas: Ira, avaricia, orgullo, apegos, envidia, críticas, etc. Cada uno de estos pensamientos impregna de energía negativa, de energía sucia, de energía enferma y de energía contaminada, el sistema energético de la persona, su aura y sus chakras.
Pensamientos inútiles, que son todos aquellos que nada tienen que ver con la realidad de la vida: Son los castillos en el aire, son las preocupaciones inútiles, son los pensamientos circulares, son los malos entendidos, etc. Estos pensamientos son los responsables del desgaste de energía, o de la formación de bloqueos energéticos debido a la repetición de los mismos pensamientos una y otra vez.
Pensamientos necesarios, que son los que están conectados con el fluir de la vida: Sobre familia, trabajo, resolución de problemas, programación de la vida, etc. Estos pensamientos ayudan a mantener la calidad de la energía de la persona, y pueden ayudar a incrementar la energía positiva en el campo energético de la persona, por el mero hecho de que la persona hace aquello que tiene que hacer.
Pensamientos positivos, que son los que centran en el beneficio o aprendizaje de todo lo que pasa por nuestra vida, como es la aceptación, el respeto, la valoración, el “todo está bien”. La energía de estos pensamientos impregna el sistema energético con energía positiva.
Pensamientos elevados, que son los relacionados con el alma, con la meditación, con el silencio, con el servicio. La energía generada por estos pensamientos llevan a la persona a la paz, al amor, a la serenidad, a la felicidad y a la alegría, ayudando a limpiar la energía negativa de los cuerpos energéticos de la persona.
La mejor fórmula para poder evitar el desenfreno de la mente es mantener en ella pensamientos elevados, no dejando espacio para cualquier otro pensamiento. Es la mejor forma para generar energía positiva, es la mejor forma de limpiar los bloqueos negativos del cuerpo energético, y además, es el camino más corto para acercarnos a Dios.
Es posible que no se te ocurra como mantener pensamientos elevados en la mente. Utiliza el “YO SOY”. Puedes decir en tu interior, de manera permanente:
Yo Soy el Alma
Yo Soy Paz
Yo Soy Amor
Yo Soy Alegría
Yo Soy Serenidad
Yo Soy Bondad
Yo Soy un Hijo de Dios
Yo Soy Salud
Yo Soy Prosperidad
Yo Soy…… añadiendo todo lo bueno que se te ocurra.
Imágenes: También es bueno trabajar con las imágenes, y concentrar tu atención en las imágenes que sean más positivas para tu evolución. Las buenas noticias no son noticia, por lo tanto cuando vemos las noticias por la televisión, todas son malas noticias: imágenes de guerra, crueldad, pobreza, enfermedad y catástrofes, son el pan nuestro de cada día. Si estas noticias las dejamos pasar, no afectará a nuestro campo energético, pero si nos detenemos en ellas, si las comentamos, si las sufrimos, de alguna manera, van a seguir añadiendo una energía poco favorecedora para nuestro cambio, para nuestra evolución, para nuestro crecimiento.
Continuará…………………