El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 2 de julio de 2025

No desesperes en la espera



Querido hijo:

        He recibido tu carta con amor y atención, como hago con cada pensamiento, pregunta y oración que surge de tus labios o tu corazón. Primero, permíteme decirte que comprendo tus inquietudes. La espera, tal como la experimentas, es parte de la experiencia humana, y sí, tiene un propósito profundo, aunque a veces parezca confuso.

La vida, mi querido hijo, es como un río. Fluye constantemente y nunca se detiene, pero en ese flujo, hay pausas: momentos en los que debes detenerte, reflexionar y observar. Es en esas pausas donde nace lo que llamas "espera". La espera no es un vacío; es un espacio que yo creé para que encuentres algo valioso. No es solo un lapso entre el presente y el futuro; es el presente mismo, que a menudo pasa desapercibido mientras tus ojos están fijos en lo que está por venir.

Entender el propósito de la espera requiere paciencia, atención y fe. La espera te enseña paciencia, sí, pero también te enseña gratitud y humildad. Cuando esperas algo, tu corazón se abre al deseo, y el deseo es una manifestación del amor. Sin espera, no habría anhelo, y sin anhelo, no habría propósito. ¿Qué es la vida sin propósito? Cada paso que das en la espera te aproxima a comprender que lo que buscas no siempre es tangible; a veces es un aprendizaje, una emoción, un despertar espiritual que necesitas más que cualquier otra cosa.

Entiendo que la espera puede ser difícil. En tu humanidad, a veces se siente como un castigo, como si estuvieras atrapado en una rueda que no deja de girar. Puede ser agotadora, frustrante, e incluso desalentadora. Pero quiero que sepas que nunca estás solo en tus esperas. Estoy contigo en cada paso, escucho cada oración y comprendo cada lágrima. Incluso en los momentos de silencio, cuando parece que no hay respuesta, mi presencia está contigo, aunque no la percibas.

La espera también tiene la capacidad de transformar. En ella, encuentras fuerza que no sabías que tenías y descubres belleza en los lugares más inesperados. Hijo mío, te invito a mirar la espera desde otra perspectiva. En lugar de verla como un obstáculo, mírala como un regalo, un tiempo para crecer, para aprender, para explorar el presente. A menudo, en la espera, encuentras las cosas más hermosas: una conexión inesperada, una lección vital, un instante de paz. La espera te da tiempo para prepararte, para recibir con plenitud lo que está por llegar.

Cuando esperas con el corazón abierto, comienzas a ver que la espera en sí misma no está vacía; está llena de vida, de oportunidades. De hecho, no todo lo que esperas llegará como lo imaginas. A veces, como bien dices, lo que deseas no es lo que necesitas, y yo, en mi amor por ti, siempre priorizo lo que es mejor para tu alma. Confía en mi plan, aunque no lo comprendas por completo. La espera, aunque a veces parezca interminable, siempre tiene un propósito.

Hay veces en las que lo que esperas se convierte en algo diferente, algo que incluso supera tus expectativas. Hay otras ocasiones en las que no recibes lo que deseabas, pero te das cuenta de que era lo mejor para ti. La espera te ayuda a discernir, a valorar lo que realmente importa y a dejar ir aquello que ya no tiene lugar en tu vida. Todo esto forma parte de tu plan de vida, un plan que está diseñado para llevarte hacia el amor, la paz y la plenitud.

Te animo a vivir en el presente mientras esperas. Celebra los momentos que tienes ahora, encuentra la belleza en las pequeñas cosas que te rodean. La vida no es una sucesión de metas; es un viaje lleno de descubrimientos. A menudo, la espera te permite ver el valor de lo que ya tienes, porque el presente está lleno de regalos que a veces pasan desapercibidos mientras tus ojos están fijos en el futuro.

Recuerda siempre, mi querido hijo: no estás esperando solo por cosas terrenales; estás esperando por mí, por mi amor, por mi guía, por mi paz. Y aunque el mundo te diga que la espera es algo negativo, yo te digo que es un tiempo sagrado, un regalo para tu crecimiento espiritual. En la espera, hay un espacio para que profundices en tu fe, en tu confianza en mí y en tu conexión con aquellos que te rodean.

Además, quiero que sepas que yo también espero. Espero por ti, espero verte crecer, espero verte sonreír y sentir paz. Espero que encuentres plenitud en mí, que tu espíritu se llene de mi amor y que comprendas que no estás solo en esta jornada de vida. La espera es una danza entre tú y yo, entre el tiempo y la eternidad, entre el anhelo y la realización.

Querido hijo, cada momento de espera tiene un propósito, y en cada espera estoy contigo. Mi amor por ti es infinito y mi plan para ti es perfecto, aunque a veces sea difícil de entender desde tu perspectiva humana. Confía en que todo lo que ocurre, incluso la espera, tiene un propósito divino.

Vive con confianza, mi querido hijo. Aprecia cada instante, cada pausa, cada espera. En ellas, encontrarás no solo respuestas, sino también mi presencia y mi amor eterno.

Con todo mi amor.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo 

  

Esclavos de la incertidumbre



         El Maestro solía pintar inolvidables “cuadros verbales”, con el objeto de ilustrar un determinado hecho espiritual. “La vida es así”, dijo en cierta ocasión, “han preparado una merienda campestre y, repentinamente, aparece un oso que vuelca su mesa, y se ven forzados a huir.

         Los hombres conducen sus vidas en esta forma: luchan por obtener un poco de dicha y de seguridad, pero súbitamente aparece el oso de la enfermedad, sus corazones se detienen, y se ven obligados a partir.

        ¿Por qué vivir en semejante estado de incertidumbre? Objetivos carentes de importancia han asumido el papel primordial en sus vidas. Permiten que diversas actividades se apoderen de su tiempo esclavizándoles. ¿Cuántos años se han deslizado ya en esta forma? ¿por qué permitir que se escurra el resto de sus vidas en ausencia de todo progreso espiritual? Si se deciden hoy a no aceptar que los obstáculos les desanimen, les será dado todo el poder de superarlos”.

 PARAMAHANSA YOGANANDA


La propia opinión

 


No son las cosas las que atormenta a los hombres sino los principios y las opiniones que los hombres se forman acerca de ellas. La muerte, por ejemplo, no es terrible; si lo fuera, así le habría parecido a Sócrates.

Lo que hace horrible a la muerte es el terror que sentimos por la opinión que de ella nos hemos formado. En consecuencia, si nos hallamos impedidos, turbados o apenados, nunca culpemos de ello a los demás sino a nuestras propias opiniones. Un ignorante le echará la culpa a los demás por su propia miseria. Alguien que empieza a ser instruido se echará la culpa a sí mismo. Alguien perfectamente instruido ni se reprochará a sí mismo, ni tampoco a los demás.

EPICTETO


martes, 1 de julio de 2025

Espera

 


Querido Dios:

       Hoy escribo estas palabras con una mezcla de esperanza y dudas en mi corazón. Me pregunto, ¿por qué nuestra existencia parece estar marcada por la espera? Nos pasamos los días, los meses, los años aguardando algo: un momento especial, una respuesta, un milagro. Parece como si la espera fuese la esencia misma de la vida.

Desde pequeños, aprendemos a esperar. Esperamos que llegue el verano, que se haga el pastel en el horno, que mamá nos lea un cuento antes de dormir. Y mientras crecemos, esas esperas se transforman: esperamos encontrar el amor, alcanzar nuestras metas, recibir el reconocimiento por nuestro esfuerzo. Y cuando logramos algo, no tardamos mucho en comenzar a esperar lo siguiente, como si el acto de esperar nunca tuviera fin.

Sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿es esto lo que tú planeaste para nosotros? ¿Esta constante sensación de que estamos incompletos, de que lo que buscamos siempre está un paso más allá? A veces, la espera se siente como un peso, como un vacío que nunca se llena. Nos prometemos que seremos felices cuando ocurra "eso" que estamos esperando, pero ¿y si nunca llega? ¿Y si al final de todo descubrimos que nuestras vidas no eran más que una sucesión de esperas?

Nos enseñan que la paciencia es una virtud, y sé que tú nos has bendecido con ella. Pero reconozco que, en mi humanidad, a veces me falta. En la espera, he sentido frustración, desilusión y cansancio. Incluso he cuestionado si tú estás escuchando, si mi espera es en vano. ¿Por qué nos haces esperar tanto? ¿Es la espera una lección, una forma de hacernos valorar el presente, o simplemente parte del misterio de tu plan?

En muchas ocasiones, la espera está cargada de incertidumbre. Aguardamos con la esperanza de que lo que estamos esperando traiga alegría, paz o claridad. Pero esa esperanza, aunque poderosa, puede tambalearse cuando la espera se alarga. En esos momentos de duda, me pregunto si estoy entendiendo mal tu mensaje, si lo que espero es algo que tú consideras innecesario o irrelevante para mi vida. Y así, me encuentro buscando respuestas que parecen no llegar nunca.

La espera también nos confronta con nuestra propia vulnerabilidad. Al esperar, nos damos cuenta de que no tenemos control absoluto sobre nuestras vidas. Podemos planear, trabajar y esforzarnos, pero hay cosas que simplemente no están en nuestras manos. Ese reconocimiento puede ser desconcertante, pero también liberador. En la espera, somos invitados a soltar nuestras ansias de control y confiar en ti, en tu tiempo, en tu sabiduría.

Te pido que ilumines mi corazón, Dios, porque en medio de mi incertidumbre, sigo confiando en ti. Sé que la vida tiene un propósito y que cada espera, por dura que sea, tiene un significado. Pero aun así, necesito tus palabras, tu guía. Por favor, ayúdame a entender el sentido de esta espera interminable que define nuestra existencia.

También he llegado a darme cuenta de que la espera no siempre es negativa. Hay belleza en la espera, aunque a veces sea difícil de ver. En esos momentos de pausa, podemos descubrir cosas que, de otro modo, habrían pasado desapercibidas. La espera nos da tiempo para reflexionar, para aprender, para crecer. Nos da la oportunidad de conectar con otros, de fortalecer nuestra fe y de encontrar alegría en las pequeñas cosas de la vida.

Sin embargo, soy consciente de que no siempre aprovecho ese tiempo como debería. En mi impaciencia, a menudo me encuentro ansioso y preocupado, mirando hacia el futuro en lugar de vivir en el presente. Por eso, te pido que me ayudes a cambiar mi perspectiva. Enséñame a ver la espera como un regalo, como una oportunidad para estar más cerca de ti y de los demás.

La espera también nos enseña humildad. Nos recuerda que no somos el centro del universo, que nuestras vidas están interconectadas con las de los demás y con tu gran plan. Nos invita a reconocer que no siempre sabemos lo que es mejor para nosotros y a confiar en tu sabiduría y amor. En ese sentido, la espera es un acto de fe, una expresión de confianza en ti.

A lo largo de mi vida, he visto cómo algunas de mis esperas han dado fruto. He experimentado la alegría de ver sueños cumplidos, metas alcanzadas y deseos realizados. En esos momentos, he sentido una profunda gratitud hacia ti. Pero también sé que no todas las esperas tienen el final que esperamos. Hay veces en las que lo que llega no es lo que deseábamos, pero con el tiempo, nos damos cuenta de que era justo lo que necesitábamos. En esos casos, tu amor y tu cuidado se hacen evidentes de formas que no siempre entendemos al principio.

Querido Dios, gracias por escucharme, incluso cuando mis palabras están llenas de dudas y preguntas. Sé que tú comprendes mi corazón mejor que yo mismo. Confío en que cada espera tiene un propósito, aunque no siempre pueda verlo claramente. Ayúdame a vivir en el presente, a encontrar alegría en el ahora y a confiar en tu plan, incluso cuando la espera parezca interminable.

En última instancia, espero en ti, Dios. Más allá de las cosas materiales o los logros terrenales, mi mayor anhelo es estar cerca de ti, sentir tu amor, tu paz y tu guía. Y sé que tú nunca me fallarás. En la espera, te encuentro, y en ti, encuentro todo lo que necesito.

Con esperanza y gratitud.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo

 

 

 

 


sábado, 28 de junio de 2025

Que controla el ser humano

 


Hay cosas que están bajo nuestro control y otras que no lo están.

Bajo nuestro control se hallan las opiniones, las preferencias, los deseos, las aversiones y, en una palabra, todo lo que es inherente a nuestras acciones. Fuera de nuestro control está el cuerpo, las riquezas, la reputación, las autoridades y, en una palabra, todo lo que no es inherente a nuestras acciones.

Lo que controlamos es libre por naturaleza y no puede ser impedido ni impuesto a ningún hombre; pero lo que no controlamos es débil, servil, limitado, y sujeto a un poder ajeno.

Recuerda, pues, que te perjudicarás si consideras libre y tuyo lo que por naturaleza es servil y ajeno. Te lamentarás, te confundirás, y terminarás culpando a los dioses y a los hombres de tu desgracia.

Por el contrario, nadie podrá impedirte ni imponerte algo si consideras tuyo sólo lo que en verdad te pertenece y ajeno lo que en efecto es de otros. De esa forma, no criticarás a nadie ni acusarás a nadie; no harás nada en contra de tu voluntad, no tendrás enemigos y no sufrirás ningún perjuicio.

EPICTETO


El poder de la oración

 


“Maestro, indíqueme qué plegaria debería emplear para atraer más rápidamente al Divino Amado”, pidió un devoto hindú.

Paramahansaji respondió: “Ofrécele al Señor las gemas de oración que yacen en las profundidades de la mina de tu propio corazón”.

PARAMAHANSA YOGANANDA


DECRETO: Para un propósito determinado

 



viernes, 27 de junio de 2025

Hablemos de política

 


Creo que ninguna de las 1.624 entradas de este blog, desde que lo empecé en octubre de 2010, se ha centrado exclusivamente en la política. Supongo que tampoco tiene demasiada importancia, porque dudo que alguien lea realmente las entradas que publico. Es cierto que las estadísticas muestran muchas visitas, pero tengo claro que buena parte son bots que se conectan automáticamente, así que no creo que haya mucha lectura real.

Pero, oye, si por casualidad estás leyendo esto… ¡hazme un favor! Déjame un comentario. Solo con poner la fecha y la hora me basta. Así sabré que no escribo solo para fantasmas digitales.

Ahora sí, volvamos al tema. 

Esta entrada va sobre lo que pienso de la política.

Para empezar, creo que un político debería ser, por definición, alguien que representa a la ciudadanía y trabaja por el bien común. Es decir, debería:

- Servir al interés público, no a sus intereses personales ni a los de su partido. 

- Escuchar y representar a quienes lo han elegido. 

- Promover leyes y políticas que mejoren la calidad de vida y resuelvan los problemas reales de la sociedad.

Una duda que me persigue desde siempre es: ¿por qué hay opiniones tan distintas sobre lo que significa “bien común”?

Para entender mejor esta reflexión, conviene aclarar desde qué punto de vista hablo: yo me considero “progresista”. ¿Qué significa eso para mí?

- Significa respetar a las personas por encima de todo. 

- Creer en la evolución constante de la sociedad. 

- Apoyar reformas que promuevan la justicia social, la igualdad y los derechos humanos. 

- Cuestionar las tradiciones cuando frenan el progreso. 

- Defender la igualdad de género, los derechos del colectivo LGTBIQ+ y el fin de cualquier forma de discriminación. 

- Apostar por una educación y sanidad públicas, universales y gratuitas. 

- Cuidar el medioambiente con políticas sostenibles y valientes. 

- Y favorecer una economía más justa mediante políticas redistributivas que reduzcan la desigualdad.

Con esta forma de pensar, es comprensible que me identifique con la izquierda política. Y, sinceramente, nunca he entendido por qué muchas personas —especialmente las que se definen como de derechas, conservadoras o incluso de extrema derecha— no defienden estos principios. Menos aun comprendo cómo un obrero, alguien que vive del trabajo diario, puede apoyar con su voto opciones políticas que no parecen pensar en él.

Hoy en España vivimos tiempos políticos especialmente convulsos. Es posible que el presidente del Gobierno se vea forzado a convocar elecciones. De ser así, la derecha y la extrema derecha probablemente celebrarán con entusiasmo lo que consideran su gran oportunidad para alcanzar el poder.

Es cierto que últimamente han salido a la luz escándalos de corrupción que afectan al partido de gobierno. Tal vez eso justifique unas nuevas elecciones. Pero lo realmente preocupante —y profundamente triste— es que desde el principio de esta legislatura se ha llevado a cabo una campaña de acoso y derribo por parte de los partidos de derecha, con el apoyo de ciertos medios de comunicación, grandes fortunas y una parte nada despreciable de la judicatura.

Sí, el dicho dice que “el pueblo unido jamás será vencido”. Pero también es verdad que quienes buscan debilitar ese pueblo cuentan con muchos recursos, estrategias y poder. Y mientras tanto, logran mantenernos divididos.

En fin, si hay elecciones... yo tengo claro que seguiré votando a la izquierda.


Camino espiritual

 


La forma en que una persona reacciona ante la adversidad —o frente a lo que percibe como una amenaza a sus intereses o creencias— dice mucho sobre el punto en el que se encuentra en su proceso de evolución interior, lo que suelo llamar su “camino espiritual”.

Antes de seguir, me parece importante aclarar qué entiendo por “camino espiritual”. No se trata de acumular conocimientos místicos ni alcanzar niveles elevados en alguna escala esotérica. Hablo de algo más cotidiano, más íntimo y a la vez universal: el recorrido que hacemos desde el nacimiento hasta la muerte, un viaje repleto de estaciones, desafíos y aprendizajes cuyo único objetivo es nuestro crecimiento como seres humanos.

Ahora bien, crecer no significa volverse más fuerte, más influyente o más sabio en términos externos. No. Hablo de un crecimiento mucho más sutil y poderoso: aquel que se mide por la cantidad de amor que vamos integrando en nuestro interior. Porque, al final de cuentas, la vida es una escuela del alma, y su única lección esencial es aprender a amar.

Por eso llamo a esta travesía entre el nacimiento y la muerte “camino espiritual”. Es una búsqueda profunda que trasciende cualquier dogma religioso. Un viaje interior que cada uno recorre de forma única, movido por el anhelo de encontrar propósito, paz, conexión y comprensión de uno mismo con el mundo.

Aunque cada alma tiene su propio ritmo y modo, muchos comparten ciertas etapas en este camino:

- Despertar: Suele llegar a través de una crisis o un profundo malestar. Algo dentro de nosotros susurra: “¿De verdad esto es la vida? Tiene que haber algo más…” Es el momento en que comenzamos a mirar más allá de lo material.

- Búsqueda: Se abre entonces una etapa de exploración. Nos acercamos a diferentes filosofías, prácticas, culturas o enseñanzas que resuenan con algo profundo en nuestro interior.

- Transformación interior: La práctica de la meditación, la contemplación, la oración o el arte introspectivo empieza a cambiar la manera en que percibimos la vida. Poco a poco, la persona se transforma desde dentro, liberándose de viejos patrones.

- Conexión: Surge una sensación más profunda de pertenencia. Nos sentimos parte del universo, conectados con la naturaleza, lo divino o los demás seres humanos desde una nueva sensibilidad.

- Servicio y compasión: Como consecuencia natural de la transformación y la conexión, aparece el deseo genuino de contribuir al bienestar de otros. Es el amor que ha madurado en nosotros y ahora quiere expandirse.

Por eso decía al principio que nuestras reacciones ante la vida —sobre todo ante las dificultades— son el mejor termómetro de nuestra evolución espiritual. Cuanto mayor es nuestra capacidad de responder con amor, comprensión y ecuanimidad ante lo que nos hiere o incomoda, más cerca estamos de ese aprendizaje esencial: amar sin condiciones.

Reaccionar con amor: el termómetro del alma


jueves, 26 de junio de 2025

Amigos

 


El verdadero calificativo de amigo lo merece aquel a quien, después de haberle juzgado digno de tal nombre, le confiamos los secretos como a nosotros mismos.

LUCIO ANNEO SÉNECA


miércoles, 25 de junio de 2025

Huellas de bondad

 


Querido hijo: 

         Leo tus palabras con una atención amorosa y un corazón lleno de comprensión. Cada uno de tus pensamientos, cada duda y cada inquietud que compartes conmigo son un reflejo del lazo profundo que existe entre nosotros. Y me llena de gratitud y amor verte expresar con tanta sinceridad lo que sientes en lo más hondo de tu ser. 

Entiendo que has enfrentado momentos de dificultad, que has sentido el peso de la incertidumbre y la carga de la soledad incluso cuando tus actos de generosidad han sido constantes y desinteresados. Tu bondad, esa luz que irradias al dar sin esperar nada a cambio, es un don preciado que nunca ha pasado desapercibido ante mis ojos. Aunque hay momentos en los que puedas dudar del impacto de tus acciones, quiero que sepas que tu generosidad ha sembrado semillas que florecen en formas que a veces escapan a la vista inmediata. 

La promesa de "ciento por uno" es más profunda de lo que puede parecer a simple vista. No se trata exclusivamente de bienes materiales o recompensas tangibles. Lo que te prometo es un enriquecimiento que trasciende lo físico, un estado de paz, plenitud y conexión que supera las expectativas terrenales. Cada acto de bondad que realizas deja una huella que no se mide en monedas ni en posesiones, sino en las transformaciones que inspiras en las almas de otros. 

Las bendiciones no siempre llegan de manera inmediata o en la forma que esperas. A veces, las manifestaciones de esos regalos divinos se presentan en instantes de paz interior, en la gratitud sincera de quien ha recibido tu apoyo, en la construcción de lazos de amor que tejen una red invisible de conexiones humanas. Cada acción generosa que llevas a cabo genera un impacto que perdura más allá del tiempo que podemos comprender. 

Sé que has aguardado reciprocidad en los momentos más oscuros, y cuando las respuestas no han llegado en los términos que deseabas, te has preguntado si tus esfuerzos han sido en vano. Pero lo que debes recordar es que, en esos mismos momentos de lucha y adversidad, has demostrado una fortaleza interna que brilla como una prueba de las bendiciones que han germinado dentro de ti. 

Tu capacidad para mantener la fe, para enfrentar los desafíos con valentía, y para seguir siendo una fuente de luz para quienes te rodean, es un reflejo de las recompensas que el universo te devuelve, aunque a veces no las reconozcas como tales. Tus actos han iluminado el camino de muchas vidas, incluso en días en los que sientes que tu propia luz se apaga. 

Quiero que sepas que tu papel en este mundo es único. Nadie más tiene el don de tocar las vidas que tú has tocado de la manera en que lo has hecho. Cada gesto desinteresado, cada sacrificio que has ofrecido, tiene un propósito más allá de lo que a menudo alcanzas a percibir. Todo forma parte de un plan mayor, un diseño divino que se despliega paso a paso, incluso cuando los caminos parecen oscuros o inciertos. 

Cuando las dudas amenacen con nublar tu espíritu, recuerda que no estás solo. Estoy a tu lado en cada paso que das, en cada susurro de oración, en cada lágrima que derramas. Y aunque la recompensa que esperas no siempre se manifieste de inmediato, la esencia de tu bondad y tu generosidad jamás será olvidada ni pasada por alto. 

Confía en que cada experiencia que vives, cada sacrificio y esfuerzo, tiene un propósito profundo. A veces, las respuestas que buscas están ocultas en los momentos más inesperados, en los detalles más pequeños de la vida diaria. Mantén tu fe viva y tu esperanza intacta, porque estoy contigo en cada instante, guiándote hacia un futuro lleno de significado.

Hijo mío, sigue adelante con el corazón lleno de amor, porque en el amor está la semilla de toda recompensa verdadera. Las bendiciones que buscas llegarán, tal vez no en la forma que imaginas, pero sí de la manera más adecuada para tu alma. Confía en mi plan y en el propósito que he trazado para ti, porque nunca te abandono. 

Con amor eterno.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo

 


Mentira

 


Cuando alguien habla mal de ti, es seguro que no sabe como eres en realidad, porque nadie se equivoca deliberadamente.

Porque si, deliberadamente, hablan mal de ti, sabiendo que no es cierto, eso es una mentira.

-   Si esa mentira causa daño o manipula a otros con malicia, entonces parece que existe una falta de ética y podemos llamar al autor: miserable. Les ocurre a muchos políticos.

-      También se le podría calificar de ruin, por su bajeza moral.


lunes, 23 de junio de 2025

DECRETO: para tener paz en el hogar.

 



Cambia tu

 




Dos discípulos, enfadados injustamente con uno de sus hermanos, llevaron en cierta ocasión sus quejas ante el Maestro, quien escuchó en silencio y, cuando ellos hubieron acabado, dijo simplemente: “Cambien ustedes mismos”.

PARAMAHANSA YOGANANDA


lunes, 16 de junio de 2025

Todo depende de la opinión


 


Todo depende de la opinión.

La ambición, el lujo y la avaricia se remontan a ella, y también nuestras aflicciones.

Somos tan desgraciados como creemos serlo.

LUCIO ANNEO SÉNECA

Ciento por uno

 


Querido Dios: 

        Hoy me encuentro frente a Ti, buscando palabras que puedan expresar todo lo que llevo dentro. Mi corazón está cargado de pensamientos y emociones que, aunque difíciles de articular, necesitan ser compartidos contigo, porque sé que eres quien mejor puede comprenderme. 

Desde hace mucho tiempo, siempre he tratado de ser una persona generosa, alguien que da sin calcular ni medir. En los momentos en que he tenido abundancia, he compartido con alegría y con una profunda gratitud. No he escatimado cuando me pedían ayuda, cuando alguien necesitaba un empujón en los momentos difíciles. He dado con las manos llenas, sin temor y sin reservas, porque creía en la belleza de la generosidad, en el poder transformador de ayudar a los demás. 

Sin embargo, ahora que mi realidad ha cambiado, siento que esa generosidad que antes irradiaba, ha quedado relegada. No es que haya desaparecido de mi corazón, pero me encuentro en una posición vulnerable: una donde las fuerzas se agotan y las necesidades se acumulan. Y lo que me duele profundamente es que, en esos momentos de dificultad, cuando he necesitado apoyo, no siempre lo he encontrado. 

Se habla mucho de la promesa de "recibirás ciento por uno". Una frase que durante mucho tiempo creí fervientemente. Pero ahora que estoy aquí, reflexionando sobre mi camino y sobre las pruebas que he enfrentado, esa promesa me parece más un eslogan. ¿Es realmente cierta? ¿Es algo que puedo esperar con confianza, o simplemente una expresión creada para consolar al que da y motivar al que pide? 

Porque, querido Dios, si soy honesto, cuando más necesitaba ese "ciento por uno", no siempre se manifestó en mi vida. No digo que nunca haya recibido ayuda ni bendiciones, pero las circunstancias han sido tan retadoras que, muchas veces, tuve que luchar incansablemente para salir adelante. Sentí como si estuviera solo, navegando en un mar turbulento, buscando un puerto seguro que nunca llegaba. 

Sé que la vida está llena de caminos misteriosos, que hay un equilibrio que a veces no podemos entender. Pero en este momento, me cuesta encontrarle sentido. ¿Acaso lo que damos realmente regresa a nosotros? ¿Existe un balance divino, una justicia que retribuya nuestros actos de bondad? Porque cuando miro hacia atrás, y analizo todo lo que he dado, no puedo evitar sentir que ese "ciento por uno" ha sido más bien una meta inalcanzable. 

No estoy aquí para reprochar ni para exigir explicaciones, sino para buscar claridad. Para tratar de entender el propósito detrás de estas palabras. ¿Qué significa realmente esa promesa? ¿Es algo que debe ser aceptado sin cuestionar, como un acto de pura fe? ¿O hay algo más profundo que aún no he alcanzado a comprender? Porque, aunque me esfuerzo por mantener mi fe intacta, las dudas a veces se apoderan de mí. Y me pregunto, ¿qué sentido tiene dar sin medida, si al final, cuando me encuentro necesitado, no siempre recibo lo que se promete? 

A pesar de todo, no pierdo la esperanza de entender Tu mensaje. De descubrir lo que realmente intentas enseñarme a través de estas experiencias. Porque sé que hay una sabiduría infinita en Ti, una perspectiva que trasciende la comprensión humana. Y quiero aprender de esa sabiduría, quiero encontrar respuestas que me ayuden a entender mi propósito y a aceptar las pruebas con mayor serenidad. 

Por último, querido Dios, quiero agradecerte. No porque todo esté claro, ni porque tenga todas las respuestas, sino porque sé que estás aquí, escuchando mis palabras y acompañándome en este camino lleno de retos. A pesar de las dudas, a pesar de las preguntas sin respuesta, no dejo de creer en Tu amor. Y aunque me cuesta entender sus formas, sé que Tu presencia es constante, incluso en los momentos en que me siento perdido. 

Gracias por permitirme abrir mi corazón ante Ti, con transparencia y sin miedo. Por escucharme con paciencia, por sostenerme con Tu fuerza invisible. Mi fe sigue viva, aunque a veces vacile, y mi esperanza permanece, incluso en los días más oscuros. 

            Con humildad y gratitud, 

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo

Juicios

 


Si te hace daño algo que viene de fuera, no es eso lo que te turba, sino tu juicio sobre ello. Te cabe la posibilidad de borrarlo. Si te hace daño alguna de las cosas que pertenecen a tu disposición, ¿quién te impide enderezar tu doctrina? También, si te produce daño no hacer eso que te parecía saludable, ¿por qué no lo haces en lugar de lamentarte? “Es que hay un impedimento muy fuerte”. Que no te haga daño: no se te acusa por no actuar. “Pero no merece la pena vivir si no se actúa”. Sal benévolo de una vida en la que también muere el que actúa, y hazlo además satisfecho con los impedimentos.

MARCO AURELIO

 


domingo, 15 de junio de 2025

Turbación

 


Cuando las circunstancias te obliguen a turbarte, repliégate rápido en ti mismo y no rompas tu ritmo más de lo que sea necesario. Serás más dueño de la armonía si no dejas de volver a ella.

MARCO AURELIO


Pobreza, riqueza

 


Mas no es pobreza aquella que es alegre; no es pobre el que tiene poco, sino el que ambiciona más. Pues, ¿qué importa cuánto caudal encierre en su arca, cuánto en sus graneros, cuánto ganado apaciente o cuántos préstamos haga, si codicia lo ajeno, si calcula no lo adquirido, sino lo que le queda por adquirir? ¿Preguntas cuál es el límite conveniente a las riquezas? Primero tener lo necesario, luego lo suficiente.

LUCIO ANNEO SÉNECA


Nada en la vida es un error

 


Querido hijo:

         Tu carta ha llenado mi corazón con el eco de tus preguntas, tus dudas y tus anhelos más profundos. Antes que nada, quiero que recuerdes algo esencial: cada pensamiento tuyo, cada lágrima derramada y cada sonrisa que ilumina tu rostro son importantes para mí. Tú eres una obra de amor, un ser creado con un propósito único, destinado a experimentar la vida en toda su riqueza y profundidad. No hay nada en ti que sea un error, pues cada detalle de tu existencia es valioso y significativo.

Sé que los desafíos de la vida pueden parecer abrumadores. Entiendo que la mortalidad y la incertidumbre que conlleva pueden despertar en ti un sinfín de emociones y preguntas difíciles. Pero quiero que recuerdes algo muy importante: cada día que te levantas, cada aliento que tomas, tiene un propósito. Aunque en ocasiones te parezca que las pruebas que enfrentas no tienen sentido, ten la certeza de que, en las mismas, se esconde una oportunidad para aprender, crecer y amar más profundamente. La vida no fue diseñada para ser fácil o carente de dificultades, pero en sus imperfecciones se encuentran lecciones valiosas que enriquecen tu alma y te conectan más íntimamente conmigo y con los demás.

El dolor y las dificultades, aunque duros de afrontar, no definen la totalidad de tu existencia. Son una parte del camino, pero no el destino final. Quiero que sepas que, incluso en los momentos más oscuros, cuando las sombras parecen interminables, la luz nunca deja de brillar. Esa luz está en el amor que te rodea, en la esperanza que puede renacer en tu corazón y en la belleza que habita incluso en los lugares más inesperados. Esa luz también eres tú, con tu capacidad de sembrar bondad, de conectar con otros y de reflejar mi amor en tus acciones diarias.

En los instantes en que te sientas perdido o desconectado, recuerda que nunca estás solo. Yo estoy contigo siempre, en cada paso que das, incluso cuando crees que me has perdido de vista. Te acompaño en tus alegrías y en tus penas, en tus logros y en tus caídas, ofreciéndote mi amor incondicional y mi guía para que encuentres el camino hacia la paz y la plenitud.

Vivir plenamente no significa huir de las dificultades ni pretender que la vida sea un constante estado de felicidad. Vivir plenamente es aprender a enfrentar los desafíos con valentía, a encontrar significado incluso en las pruebas más duras y a valorar las pequeñas maravillas que te rodean cada día. Te invito a buscar en lo cotidiano aquello que despierta en ti gratitud y alegría: una mirada amable, el aroma fresco de la tierra después de la lluvia, una conversación sincera, o un simple momento de silencio en el que puedas sentirte en conexión conmigo.

La mortalidad, aunque difícil de aceptar, es un recordatorio de que cada instante que tienes es un regalo. No temas a la muerte, pues es una parte natural del ciclo de la vida. Pero mientras tus días estén llenos de vida, quiero que los vivas con entusiasmo, con amor, con valentía y con un propósito claro. Aprovecha cada oportunidad para dejar huellas positivas en el mundo, para construir relaciones genuinas, para soñar sin límites y para disfrutar del milagro que es simplemente existir.

Hijo mío, no dudes de mi presencia y de mi amor infinito por ti. En los momentos de duda, cierra los ojos y siente la fuerza de mi amor sosteniéndote. En los días de alegría, celebra la vida con el corazón abierto. Y en los tiempos de incertidumbre, confía en que, aunque no siempre puedas ver el camino con claridad, estoy aquí para guiarte y caminar contigo.

Abre tus ojos al presente, porque el hoy es el mayor regalo que puedes recibir. Permite que la belleza y la bondad que hay a tu alrededor te envuelvan, y deja que mi amor sea la luz que ilumina tu camino, incluso en los días más oscuros. Siempre estoy aquí, deseando que encuentres la paz, la alegría y la plenitud que tanto buscas.

Con un amor eterno e incondicional, 

Tu Padre que te ama.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo


jueves, 12 de junio de 2025

Felicidad

 


La verdadera felicidad no consiste en tenerlo todo, sino en no desear nada. 

 Lucio Anneo Séneca 

Pensamiento positivo

 


Si alguien confiara el cuidado de tu cuerpo al primero en llegar, te indignarías; y cuando tú mismo abandonas tu alma al primero en llegar, a fin de que, si te injuria, tu alma será confundida y turbada, ¿no te avergüenzas de ello?

EPICTETO


Inercia espiritual

 


A menudo Paramahansaji prevenía a sus discípulos en contra de los peligros de la inercia espiritual.

“Los minutos son más importantes que los años”, solía decir. “Si no mantienen a Dios en sus pensamientos cada minuto de si vida, los años se les escurrirán inadvertidamente, y cuanto más necesiten del Señor, es posible que sean incapaces de sentir su presencia. Pero si llenan de divinas aspiraciones los minutos de su vida, los años se verán automáticamente saturados de ellas”.

PARAMAHANSA YOGANANDA


Regresión emocional

 


          Por esas asociaciones desconocidas que se generan en nuestro cerebro, acabo de recordar un evento que, hasta ahora, creía completamente olvidado. Fue algo que ocurrió hace más de cuarenta años, sepultado bajo capas de nuevas experiencias, rutinas y pensamientos que han ido ocupando mi mente con el paso del tiempo. Sin embargo, de manera casi involuntaria, he permitido que este recuerdo resurja, dándole espacio en mi presente sin haberlo convocado de manera consciente.

A medida que el pensamiento cobraba fuerza, me fui sumergiendo lentamente en el mismo estado emocional que me acompañó en aquel entonces. Es sorprendente la capacidad de nuestra mente para recrear no solo los hechos, sino también las sensaciones asociadas a ellos. Durante un buen rato, me vi atrapado en una especie de regresión emocional, reviviendo la ansiedad, el miedo y la sensación de desasosiego que experimenté en aquella época. A pesar del tiempo transcurrido, esos sentimientos se hicieron presentes con una intensidad casi idéntica a la de aquel momento. ¿Cómo es posible que un recuerdo tenga tal poder sobre nosotros?

Este fenómeno me lleva a una pregunta aún más profunda: ¿Qué es, realmente, el tiempo? Solemos concebirlo como una línea continua, algo que avanza inexorablemente desde el pasado hacia el futuro, sin detenerse, sin retroceder. Pero si esto fuera cierto, ¿por qué entonces podemos viajar en un instante a cualquier evento pasado con solo activar el botón del recuerdo? La memoria nos ofrece una forma de desafiar la percepción lineal del tiempo, permitiéndonos retroceder y experimentar momentos como si aún fueran parte del presente.

Si no existieran los espejos, esos testigos implacables de nuestra evolución física, reflejando cada nueva cana o arruga que se asoma con el paso de los años; si no fuera por los pequeños achaques y molestias que nos recuerdan que el cuerpo envejece, podríamos llegar a pensar que el tiempo no se mueve. En nuestro interior, en la esencia de lo que realmente somos, parece que no hay un sentido real de transcurrir. Tal vez no somos del todo conscientes de los cambios en nuestra percepción interna porque nuestra identidad profunda no está sujeta al reloj.

Es curioso cómo una simple evocación puede transportarnos a una época anterior, como si el tiempo nunca hubiera pasado. Nos ocurre cuando escuchamos una canción que marcó una etapa de nuestra vida, cuando percibimos un aroma que nos remite a la infancia, o cuando volvemos a pisar un lugar cargado de significado para nosotros. De pronto, no somos quienes somos ahora, sino quienes fuimos entonces. Lo vivido no se ha ido, permanece latente en algún rincón de nuestro ser, esperando el momento propicio para salir a la superficie.

Pero entonces, si podemos viajar mentalmente al pasado de manera tan vívida, ¿por qué no somos capaces de detener el tiempo en un presente perpetuo? Si no activáramos el mecanismo de los recuerdos, si pudiéramos moderar el ímpetu de nuestros deseos y el afán de proyectarnos hacia el futuro, tal vez viviríamos en un eterno ahora, en un presente continuo e inmutable. Sería como alcanzar un estado puro de conciencia, libre de ataduras temporales, donde el único propósito sería experimentar la realidad sin distracciones.

Sin embargo, nuestra naturaleza parece estar diseñada para moverse entre el pasado y el futuro de manera constante. Recordamos para aprender, para sentir, para revivir lo que nos marcó. Proyectamos hacia el futuro para anticiparnos, para construir, para tener esperanza en lo que vendrá. Esta dualidad hace que el presente, aunque real, sea muchas veces efímero, pues nuestra mente rara vez se queda quieta en él.

Si pudiéramos permanecer en ese presente absoluto, si lográramos despojarnos de la carga del pasado y la incertidumbre del futuro, ¿alcanzaríamos la felicidad permanente? Quizás sí, porque buena parte de nuestro sufrimiento proviene de los recuerdos dolorosos que nos persiguen y de los temores a lo desconocido. Al evitar la nostalgia y la ansiedad por lo que está por venir, podríamos enfocarnos solo en la vivencia pura del instante. No habría tristeza por lo que se perdió ni preocupación por lo que podría suceder. Solo existiría la calma de estar, simplemente, aquí y ahora.

No obstante, ¿sería posible una existencia así? ¿Es realmente deseable vivir sin recuerdos ni expectativas? Quizás no, porque los recuerdos dan profundidad a nuestra identidad, nos conectan con quienes somos y con los aprendizajes que hemos adquirido. Son el testimonio de nuestra historia, la evidencia de nuestras vivencias, y nos permiten entender el camino que hemos recorrido. De la misma manera, la anticipación del futuro nos motiva, nos da propósitos y nos empuja a crecer.

El tiempo es, en definitiva, un misterio fascinante. No es solo una sucesión de momentos medidos por relojes, sino un fenómeno subjetivo que cada persona experimenta de manera única. Es flexible, maleable, y puede expandirse o contraerse según nuestra percepción. Podemos sentir que ciertos días pasan volando y otros se alargan indefinidamente. Podemos revivir experiencias con una claridad asombrosa o perder por completo el rastro de ciertos fragmentos de nuestra existencia.

Tal vez el verdadero secreto no sea eliminar los recuerdos ni dejar de pensar en el futuro, sino aprender a equilibrarnos en ellos sin perder de vista el presente. Aceptar que el tiempo nos moldea, nos transforma, pero que, en el fondo, nuestra esencia permanece. Y que, aunque viajemos mentalmente hacia atrás o proyectemos lo que está por venir, la verdadera vida sucede aquí, en este instante, en el único espacio que realmente existe.

 

miércoles, 11 de junio de 2025

Busquen el Todo

 


“No se lamenten si no perciben ni luces ni imágenes en sus meditaciones”, díjoles el Maestro a los devotos. “Profundicen al máximo en la percepción del Supremo Gozo, y en verdad encontrarán en él la presencia de Dios. Busquen el Todo, no una parte de él”.

PARAMAHANSA YOGANANDA

 


Decreto: La Ley del Perdón