El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 14 de octubre de 2022

Antay elimina sus pensamientos de miedo


Capítulo XII. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima"

Era tal el estado de nervios en el que me encontraba que no fui consciente de haber caminado para llegar a casa, pero estaba claro que lo había hecho porque me encontraba sentado en el sofá de casa. Estaba aterrado ante la idea de fracasar. No recuerdo haber tenido tanto miedo en toda mi vida.

Mi pensamiento se había convertido en un ente siniestro que me iba haciendo preguntas, cada una más truculenta que la anterior: ¿Seguro que estás preparado para realizar ese trabajo?, ¿qué pasa si aceptas y fracasas?, vas a perder la tranquilidad con la que vives ahora.

Esto era igual que con las relaciones, que para no sufrir mejor no involucrarme emocionalmente, pues para no fracasar en el trabajo mejor no aceptar la oferta. Si ahora como trabajador independiente podía ganarme la vida, ¿para qué quería más?

Llevaba horas tirado en el sofá de casa inmerso en una batalla incruenta con mi pensamiento. Estaba emocional y mentalmente agotado. Era consciente de la fuerza que el pensamiento estaba ejerciendo sobre mí, presentando todo tipo de escenas dramáticas, cada una más truculenta que la anterior y, lo más triste, no es que me dejara llevar por ellas, sino que me daba perfecta cuenta del infierno mental y del estado tan lamentable en el que me encontraba.

“¡Basta!, ¡no puedo seguir así!, ¡tengo que hacer algo!”, me grité a mí mismo.

Acostado, como estaba en el sofá, comencé a cantar el himno a Gurú Ram Das, que era un mantra que había aprendido en mis escasas incursiones en páginas de espiritualidad.

Cantaba rápido y con rabia para evitar que la mente tuviera un solo resquicio por el que deslizar, de manera sibilina, ningún pensamiento.

No habrían pasado ni diez minutos cuando sonó el timbre de la entrada. Supuse que debía de ser Diana, pero no me apetecía abrir y comenzar a explicar el absurdo miedo que me envolvía de la cabeza a los pies, por algo que ella, como todos los mortales, menos yo, calificaría como positivo, muy positivo. No siempre le ofrecen a alguien que, además, está sin trabajo, dirigir un departamento en una empresa solvente.

No me moví del sofá y seguí recitando el mantra una y otra vez.

La velocidad con la que recitaba el mantra se iba reduciendo de manera paulatina. La rabia con la que cantaba llegó a desaparecer y, parece que, se llevó con ella el miedo que, desde hacía horas, era el rey de mi pensamiento y de mis emociones.

Seguía cantando con un ritmo lento y una entonación suave.

El espacio que el miedo había ido desocupando se fue rellenando de una energía que, a veces, sentía como un escalofrío recorriendo mi columna y que se ramificaba por brazos y piernas. Sentía esa misma energía vibrando en mi cabeza.

Y con un poco de miedo, (hay que reconocer que soy un miedica), me atreví a preguntar:

-    ¿Estás ahí?, -esperaba encontrar a ese pensamiento mío que se hace pasar por Dios o a Dios haciéndose pasar por mi propio pensamiento.

Pero no. Parece que esta vez no estaba. Si era Dios debía de estar disfrutando del mantra, tanto como yo, y si era el pensamiento debía de haberse adormecido con el canto, por lo que seguí cantando.

Media hora más de canto fue suficiente para sentirme otra vez en mi centro, cuando sentí dentro de mí:

-    ¡Vaya, parece que se ha evaporado todo tu miedo!,- Oh, pensé, parece que no estaba tan solo como me imaginaba.

jueves, 13 de octubre de 2022

MAHA-SACRAL-MUDRA – Mudra de la pelvis mayor

 MAHA-SACRAL-MUDRA – Mudra de la pelvis mayor



Cómo se hace:

Posición 1: Durante 10 respiraciones.

Unir las yemas de los dedos anular de una mano con la otra, y las de los meñiques con las de los pulgares en cada mano.

Posición 2: Otras 10 respiraciones.

Unir las yemas de los meñiques de una mano con la otra y las de los anulares con la de los pulgares en cada mano.

Sirve para:

En caso de molestias abdominales.

Para los dolores de la menstruación.

Para una actividad intestinal débil.

Para trastornos de vejiga o próstata.

Problemas de hemorroides.

Duración:

Según se necesite o 3 veces al día durante 7 minutos.

Meditación para la armonía y la felicidad

 


La inteligencia al servicio del amor

 


Tenemos múltiples semejanzas con los animales irracionales, pero también tenemos algunas diferencias. La más importante de las diferencias es la inteligencia, inteligencia que es bandera de nuestra racionalidad, inteligencia que le permite al ser humano preguntarse sobre su existencia, o sobre su futuro, inteligencia que le permite reflexionar sobre la causa del sufrimiento, o en cómo aplicar el aprendizaje recopilado por sus enseñanzas a lo largo de su vida para solucionar problemas nuevos, inteligencia que le permite expresarse y comunicarse, etc., etc.

              La inteligencia, por si sola, no es significativa de nada, ni en la vida física, ni en la vida emocional, ni en la vida espiritual. Porque la inteligencia, en sí misma, no lleva aparejada ni la felicidad, ni la alegría, ni la riqueza material, ni la paz interior. Es al servicio de quien está la inteligencia, lo que determina como es la vida, y la muerte de la persona.

              La inteligencia al servicio del miedo nos llevará a un mundo de dolor, a un mundo de sufrimiento, a un mundo de ansiedad, a un mundo de amargura. La inteligencia al servicio de los instintos nos llevará a un mundo de hábitos desbocados, a un mundo de lujuria, a un mundo de avaricia, a un mundo de miseria, a un mundo de desigualdades. La inteligencia, sin embargo, al servicio del amor nos llevará a un mundo de paz, a un mundo de alegría, a un mundo de servicio, a un mundo de justicia social.

              Dejar la inteligencia al servicio del miedo o de los instintos, es como dejar de usar la inteligencia, y ¿qué pasa si un ser humano, es decir, un animal racional, deja de usar su inteligencia?, ¿cuál es entonces su diferencia con los animales irracionales? Ninguna, ya que un ser humano que no utiliza su inteligencia, difícilmente puede utilizar su voluntad, con lo que todas sus acciones estarán dirigidas por sus instintos, igual que los animales irracionales.

              Una parte muy importante de nuestra sociedad ha dejado su inteligencia al servicio del miedo y de los instintos, sin ejercer ningún tipo de control sobre su inteligencia, lo cual es aprovechado por otra parte, muy pequeña de la sociedad, (políticos, religiosos, personas influyentes), con la inteligencia al servicio de sus propias mentes o al servicio de la materia, para controlar a los primeros. Todos, los unos y los otros, han conseguido una sociedad con el resultado de todos conocidos: Guerras, dolor, muertes, sufrimiento, enfermedad, tristeza, corrupción, abusos, hambre, miseria.

              Es el uso razonable de la inteligencia, la inteligencia al servicio del amor, lo que permite al ser humano hacerse consciente de su origen, de su vida y de su destino, es lo que permite al ser humano vivir conscientemente en el amor, es lo que permite al ser humano gozar de una vida plena, sin dolor, sin sufrimiento, sin amargura, es lo que permite al ser humano vivir en sintonía con su propia divinidad. 

miércoles, 12 de octubre de 2022

Te amo Perú

  


Miércoles 12 de octubre 2022

 

Todavía, después de casi 12 años en Perú, me sorprendo cuando alguien me pregunta: ¿Qué haces en Perú?

Hoy me ha pasado, ha sido un taxista, que nada más subir al coche me ha hecho la pregunta.

La respuesta que he dado ha sido la respuesta estándar, “pues nada, vivir. Todos los sitios son buenos para vivir, y acá se está bien”.

Pero esa respuesta no es la auténtica. Son pocas las personas que saben la verdadera razón de mi viaje al Perú. Tengo que reconocer que es la historia de un verdadero babau y como en este diario voy dando fe de mis actos de babau, pensé que estaría bien que estuviera aquí recogido, para que no se pierda una tontería tan grande, por si algún día pierdo la memoria.

 Eran las 10 de la mañana del viernes 21 de enero del año 2011. Estaba cansado. Entre viajes y esperas, llevaba 22 horas pegado a mis maletas, desde que llegué al aeropuerto de Barcelona, para iniciar un viaje hacia lo desconocido, hasta este momento, sentado en la sala de espera de salida de los vuelos nacionales del aeropuerto Jorge Chávez de Lima, cuando pude escuchar, con alivio, el anuncio de la salida de mi vuelo: “Su atención, por favor. En unos minutos estaremos listos para iniciar el embarque del vuelo de Latam 2010 con destino a Cusco. Recordamos que en primer término embarcaremos los pasajeros del Club Economy, aquellos que necesiten asistencia especial, y pasajeros que viajen con niños menores de 3 años. Muchas gracias”.

Todos los pasos que había ido dando en mi vida son los que me habían llevado, sin tener yo ni la más remota idea, hasta donde me encontraba ahora. Listo para embarcar con destino a Cusco, una ciudad desconocida para mí, aunque muy conocida, para las guías turísticas. Cusco, la capital de los incas, es conocido como el ombligo del mundo, en referencia al Universo, porque, según la mitología inca, en ella confluían el mundo inferior, el mundo visible y el mundo superior.

En las 3 horas que llevaba en Lima me había dado tiempo a desayunar, aunque para mi cuerpo solo era otra comida, una más, en una maratón de horas despierto, dando cabezadas y comiendo. Había paseado por los exteriores del aeropuerto para que circulara la sangre por mi cuerpo después de tantas horas sentado en los aviones, primero de Barcelona a Madrid y, después, de Madrid a Lima.

Aun no eran las 8 de la mañana y hacía un calor insoportable y pegajoso, debido a un sol que lucía con todo su esplendor en un cielo por completo despejado. El verano en Lima, parece ser que, este año, estaba siendo intenso según comentaban los autóctonos del lugar. Chocante para mí que venía de un invierno frío en España, vestido, además, con camisa de manga larga, jersey y anorak, que tuve que sacarme si no quería morir de asfixia.

Y, sobre todo, me había dado tiempo a pensar. ¿Qué estaba haciendo aquí?, con 60 años, como si fuera un jovenzuelo en busca de aventuras.

Yo no buscaba aventuras, aunque tampoco sabía que estaba buscando. En realidad, no tenía conciencia de que estuviera buscando cosa alguna. Creo que estoy un poco loco, aunque me consuela pensar que debo de estar siguiendo los designios del alma. ¡Está claro que el que no se consuela es porque no quiere!

Todo comenzó hace nueve meses. Fue como un parto indoloro. Estaba meditando, como hacía cada día desde hace muchos años.

Antay encontró trabajo

 


Capítulo XII. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"

-    Entiendo. La nueva idea es la siguiente: Voy a poner en marcha algo que me ronda por la cabeza hace un par de años, ampliar el negocio. Quiero implementar un departamento de informática que se encargue, no solo, del mantenimiento de todos los terminales y de las aplicaciones, de todas las oficinas, sino, también, que se encarguen de introducir y dar de baja del sistema todas las propiedades. La idea es que los comerciales se encarguen más del trabajo de campo y de atención de clientes, liberándoles, en lo posible, de tareas administrativas. Este nuevo departamento tendría, además, a su cargo la instalación de nuevas aplicaciones en las oficinas de Colombia, que en la actualidad son ocho en Bogotá, pero tengo previsto ampliar a otras capitales como Barranquilla, Medellín y Bucaramanga.

>> ¿Qué le parece la idea? –concluyó el señor Moretti.

-    No le puedo decir señor. No conozco el rubro de la inmobiliaria. Conozco la informática y sé que puedo hacer cualquier cosa. Pero me parece que una sola persona para todo eso es totalmente insuficiente.

-    Por supuesto que es insuficiente. He pensado que el departamento podía iniciar su andadura con seis personas, dos técnicos de primer nivel y cuatro administrativos, más el director – el señor Moretti hizo un silencio, supongo que esperando mi opinión.

-    ¿A cuántos comerciales tienen que apoyar los administrativos informáticos?, y ¿cuántas fallas presentan los equipos? –era imprescindible tener, al menos, esa información para estimar las personas necesarias.

-      Comerciales son algo más de mil. Las altas para introducir en el sistema podrían ser, como máximo, unas cien diarias. El tiempo para introducir cada alta puede variar entre quince minutos y cuarenta y cinco minutos. Las bajas se dan en un minuto cada una. Y las averías o problemas de equipos, calcule uno a la quincena, aunque espero que se reduzcan, ya que al centralizar el trabajo en los administrativos informáticos se reduciría el parque de terminales, como mínimo, en un cincuenta por ciento.

>> Mi cálculo ha sido, que para introducir en el sistema cien altas a media hora, por término medio, son un total de cincuentas horas al día. Si cada administrativo trabaja ocho horas, diarias, serían necesarias seis personas. Por supuesto, los técnicos mientras no tengan que realizar reparaciones apoyarían, durante toda la jornada, al personal administrativo. Esa sería una condición que aparecería en el contrato.

>> ¿Qué le parece? –y el señor Moretti se quedó esperando mi parecer.

-    Aunque no sabía muy bien donde quedaba yo en todo el montaje, le di mi opinión- Me parece correcto. Supongo que si esas personas no fueran suficientes se plantearía su incremento, al menos, en un administrativo, -y continué- ¿Me cuenta todo esto porque piensa en mí como uno de los técnicos?

-      No exactamente –y un nuevo silencio del señor Moretti, mientras me miraba fijamente a los ojos. Es como si fuera analizando a su interlocutor, (yo en este caso), en los silencios que iba dejando después de sus preguntas y, sobre todo, de sus respuestas.

-    Alguien tenía que romper el silencio- Entonces, ¿cómo un administrativo?

-    No. Quiero que sea el director del departamento. Que lo organice, que busque al personal, que visite todas las oficinas en Perú, tenga en cuenta que tenemos 60 oficinas, repartidas 30 en Lima y otras 30 en provincias, que retire los terminales que considere oportuno y que prepare la operativa con la que vamos a funcionar. Y para todo esto tiene sesenta días.

>> ¿Está de acuerdo?

-    ¿Me permite que me tome un par de días para pensarlo? –la verdad es que estaba un poco asustado.

-      Sí, me parece correcto. Su despacho y las oficinas, del que sería su departamento, estarán en la planta de arriba de este mismo edificio. Todos los viajes son a cargo de la empresa más una cantidad fija para gastos personales cada vez que viaje. Para los desplazamientos por carretera, y los desplazamientos en Lima y el Callao, tendrá vehículo de la empresa. Y contará con un asistente, que también tendrá que buscar usted mismo, aparte de las otras seis personas. Por supuesto, a todas las personas, que usted elija, las entrevistará el señor Ramírez, director de recursos humanos, que tendrá la última palabra en la contratación.

>> Del sueldo no se preocupe, será generoso y, contará, además, con un incentivo anual si se cumplen objetivos.

>> ¿Qué le parece si nos encontramos el jueves a esta misma hora? Si su respuesta es positiva, entre el jueves y viernes preparamos su contrato y el lunes comenzaría a trabajar.

-    Gracias. Nos encontramos el jueves, -casi no me salían las palabras.

-    Pues nos vemos el jueves –dijo el señor Moretti levantándose y extendiendo la mano, dando por concluida la entrevista.

Meditación para la pareja


 

martes, 11 de octubre de 2022

Agradecer

 


Capítulo XII. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

        La señora Claudia cerró la puerta y me encontré de nuevo en el despacho en el que había estado trabajando la semana anterior. El señor Moretti se veía como un hombre agradable y bonachón. Cabello entrecano, barba blanca arreglada, ojos idénticos a los de su hija, una sonrisa, que daba la impresión de ser permanente, iluminando su cara, y una prominente barriga.

-    Antay, es un placer saludarle –dijo adelantándose hacia mí, extendiendo la mano para estrechar la mía- y quiero darle las gracias por su magnífico trabajo.

-    El placer es mío señor Moretti –respondí mientras nos estrechábamos las manos- No tiene que darme las gracias, solo hice mi trabajo.

El mundo pareció detenerse en ese mismo instante y volví a escuchar la voz de Ángel:

-    Antay, cuando alguna persona te dé las gracias por alguna razón, como ahora, no debes contestar “de nada” porque cierras la puerta a la energía de la gratitud, que es una energía tan poderosa como la energía del perdón, de la bendición y del amor.

>> Al agradecer atraes más de lo mismo por lo que estás agradeciendo. Y, además, estás generando una energía que te ayuda a disfrutar de los placeres que rodean tu vida, ya sean grandes o pequeños.

>> Por lo tanto, agradece por todo. La casa donde vives, la cama donde duermes, la comida, el agua de la ducha, agradece hasta por el reloj que te despierta cada mañana. Y cuando digo todo, es todo, hasta lo más nimio.

>> Ser agradecidos tiene el poder de cambiar el estado de ánimo y hace que las personas se sientan especiales.

>> Una buena contestación sería, “ha sido un placer”, “gracias a ti”, “disfruté con el trabajo”, “encantado”, “cuando quieras”, “con mucho gusto”. Tenlo siempre presente, porque respondiendo así se produce un efecto multiplicador. Es como si se pusiera un espejo frente a ti y la imagen se hiciera infinita.

-      El señor Moretti seguía hablando- Siéntese, por favor, -y continuó- la primera intención, cuando hablé con usted, era para concretar como lo podíamos hacer, para contar siempre con sus servicios, ahora que Ramón, el informático que se encargaba de solucionar los problemas, se jubila. Pero cuando llegué de Bogotá hablé con Ramón, para interesarme por su salud y de sus intenciones, y cuando le comenté el problema, con el que usted tuvo que enfrentarse, me dijo que usted debía de ser muy bueno en su trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que no sabía nada de nuestra aplicación y por el poco tiempo en que solucionó el problema. Me confesó que a él le hubiera costado toda la mañana encontrar la falla y, es posible, que hubiera tenido que pedir ayuda.

>> Eso me llevó a replantearme mi primera idea que no era otra que ofrecerle ser el informático principal de la empresa, desde el exterior, es decir, trabajar como lo hacía Ramón. Llamarle cuando teníamos algún problema.

>> Pero, permítame, antes, una pregunta: ¿A qué se dedicaba la empresa en la que trabajaba y cuál era su trabajo?

-    Era una empresa de venta, instalación y reparación de equipos y aplicaciones informáticas y, también confeccionábamos páginas web. Y yo era el encargado. El dueño no aparecía nunca.

-    ¿Por qué cerró? –seguía preguntando el señor Moretti.

-    El dueño llevaba una vida muy por encima de sus posibilidades y todo el dinero que entraba era para costear esa vida, hasta que reventó la empresa.

-    ¿Cuánto tiempo llevaba usted en la empresa?

-    Diez años.

domingo, 9 de octubre de 2022

KUBERA-MUDRA

 KUBERA MUDRA



Kubera es el dios de la riqueza

Cómo se hace:

Con las dos manos unir la yema del pulgar, del dedo medio y del índice, mientras los otros dos dedos permanecen doblados en el centro de la mano.

Sirve para:

Se utiliza para conseguir algo concreto: un lugar para estacionar, un libro, una información, etc.

Duración:

No depende tanto del tiempo como de la intensidad. Tres minutos, dos veces al día, es suficiente.

Formula el deseo u objetivo con claridad, pregunta al corazón para saber si eso es bueno para ti y favorece tu riqueza interior o tu entorno. A continuación, haz el mudra, formula tres veces el deseo y presiona cada vez los dedos

Beneficios:

Ayuda a cumplir los deseos, también de abundancia y prosperidad.

Abre y limpia (mucosidad) los senos frontales.

Otorga paz interior, confianza y serenidad.


sábado, 8 de octubre de 2022

La vi y mi corazón dio un brinco

 


Capítulo XII. Parte 1. Novela "Ocurrió en Lima"

        El martes a las diez volví de nuevo a la empresa del señor Moretti, tal como habíamos concertado el día que estuve solucionando los problemas de la aplicación. La señora Claudia, tan amable como la primera vez que fui a la empresa, me comentó que su jefe me atendería enseguida, que estaba con una visita.

Está claro que para lo miedoso que soy, en cuanto a reflejos se refiere, no se puede decir que fuera muy rápido, ya que sentado, esperando al señor Moretti, fui consciente de algo que no me había planteado hasta ahora. ¿Me había citado solo para agradecerme por mi trabajo?, era extraño. También, es posible que quisiera conocerme para que me hiciera cargo de las reparaciones de los terminales de su empresa, de manera prioritaria, ahora que su informático estaba en el hospital pensando en jubilarse, según me comentó su asistente la señora Claudia. Sea lo que fuere iba a enterarme en breve.

Estaba enfrascado en mis pensamientos cuando escuché como se abría una puerta y un taconeo que se acercaba hasta donde me encontraba. La persona que se acercaba era, nada menos, que Indhira.

Estaba preciosa y mi corazón dio un vuelco tan tremendo que pensé que se me saldría por la boca. Estaba claro que no era una fiebre pasajera como pensaba la noche del domingo. Si fuera eso me hubiera quedado tan fresco al verla y no fue así.

Estaba llegando adonde yo me encontraba esperando, cuando fue consciente de quien era la persona que estaba sentada en la sala de visitas.

-    Antay –exclamó con cara de sorpresa- ¿Qué haces aquí?, ¡no me digas que necesitas un departamento!

-    Hola Indhira, ¿cómo estás?, no, no vengo a ver ningún departamento. Estoy citado creo que con tu papá.

-    Mi papá, que es tan puntual como tú, me estaba echando porque tenía una reunión con un informático. No tenía ni idea de que fueras tú. Nos dijo en casa que ese informático le había salvado de un problema grave porque Ramón, el informático de toda la vida, estaba en el hospital y que tu aparición fue casi milagrosa.

-    Supongo que el destino hizo que me encontraran y que yo no tuviera otro trabajo ese día. Nada milagroso. Aunque para la persona que tiene el problema si pudiera parecerlo.

-    Tu siempre tan modesto. A ver si nos vemos y seguimos nuestra charla del sábado pasado, que fue muy agradable. ¡Llámame un día y quedamos, si te parece!

-    Sí que lo haré –le dije convencido.

Mientras Indhira se separaba de mí para despedirse de la señora Claudia.

-    Señor Llica –era la señora Claudia- el señor Moretti le espera. No sabía que conocía a la señorita Indhira.

-    El día que vine no sabía que pudiera estar relacionada con esta empresa–dije a la señora Claudia mientras me acompañaba al despacho del señor Moretti.

-    Y tanto que está relacionada –dijo mientras abría la puerta del despacho y me anunciaba- Señor Moretti, el señor Llica.

-    Adelante –escuché que decía el padre de Indhira.

 

Bendecir, ayudar

 


Capítulo XI. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

-    Nunca me has hablado de la bendición- quise aclararle, aunque supongo que no necesitaría tal aclaración.

-    Para bendecir tiene que hacer lo mismo que para perdonar. Tiene que imaginar que su hermano está delante de ella. Si medita y lo hace después de la meditación es perfecto, pero si no medita puede sentarse y hacer tres o cuatro respiraciones, por la nariz, llevando la respiración al abdomen y manteniendo la atención en la respiración. Puede imaginar un rayo de luz que llega a su cabeza y baja hasta su corazón. Dejar que ese rayo salga de su corazón y llegue al corazón de su hermano mientras repite: Yo te bendigo con paz, con amor, con abundancia, con prosperidad, con felicidad, con alegría. Yo te bendigo.

>> En la bendición la energía del chakra cardiaco, que es la sede del amor, de la ternura, de la compasión, de la misericordia, crece, y puede hacerlo hasta cuatro o cinco veces. Y eso le pasa tanto a la persona que bendice como a la persona bendecida. Mientras dura esa expansión del chakra cardiaco, que no va más allá del tiempo que dure la bendición, la persona se siente en un estado, casi, de éxtasis. Aunque no sea consciente o no sepa que ocurre, su inconsciente si lo sabe y sabe que procede, en este caso, de su hermana, y en el siguiente encuentro, seguro que, la relación es más suave.

Durante mi conversación con Ángel me había olvidado, por completo, del mundo y, en ese mundo estaba almorzando con Diana. Fue ella la que me sacó de mi estado.

-    Antay…., Antay… ¿dónde estás?

-    ¡Oh! Disculpa Diana, creo que se me fue el santo el cielo. Estaba pensando que es lo que podrías hacer con tu hermano y me ha llegado una especie de revelación, ¡tienes que bendecirle!

-    ¿Qué? –Diana puso una cara de lo más extraño.

Le expliqué lo que segundos antes me había mencionado Ángel, sin decirle la fuente. No sé por qué, pero me pareció que, todavía, no era el momento.

Como la conversación derivó a temas más espirituales aproveché para hablarle de la fuerza del perdón y de la posibilidad de bendecir y perdonar, si es que guardaba en su interior algún tipo de rabia, de ira o de resentimiento hacia Rafael, su pareja.

Después de una larga sobremesa Diana pasó a su departamento con la firme intención de llamar a su madre y contarle las novedades de su vida.

El jueves, también comimos juntos, en esa ocasión, en su casa. En el encuentro me relató la conversación que tuvo con su madre, en la que ante la fuerza y la determinación de Diana, su madre se sintió tranquila, sin hacer leña del árbol caído. Habían quedado en que Diana iría el viernes a comer con ellos e insistió en que nosotros cenáramos el mismo viernes para contarme como fue el encuentro con sus padres.

Así lo hicimos. Diana estaba eufórica porque había conseguido pasar el mal trago de decírselo a sus padres sin que, en ningún momento, su padre hiciera gala de su sarcasmo ni su madre de la pena. Había conseguido relatar los hechos con total frialdad, sin que las lágrimas afloraran a sus ojos. 

Cuando volví a mi departamento fui consciente de que volvía, no solo contento por ella sino, también, orgulloso por cómo había llevado el tema con sus padres.

Me había convertido en tan solo cinco días en protector de Diana.

-    No ha sido en cinco días –era la voz de Ángel.

>> Llevas muchas vidas protegiéndola. Lo has hecho como padre, como hermano, como pareja y como amigo, en muchas vidas.

>> Así como ella y su hermano, en esta vida, tienen un círculo que cerrar, vosotros lo tenéis bien cerrado y vuestros encuentros son para ayudaros, de manera desinteresada, y para disfrutar de vuestra mutua compañía.

Antes de que pudiera decir nada Ángel cerró el canal de comunicación. 

El sábado, bien temprano, recibí otra llamada de trabajo. La tercera. La avería resultó ser más complicada que las anteriores, sobre todo, porque tuve que llevarme la computadora para reparar y comprobar en casa.

Así que la tarde del sábado y el domingo los pasé trabajando. Aunque el domingo no lo hice solo. Diana cuando se enteró que tenía trabajo, trajo comida y, en la tarde, después de almorzar, mientras yo trabajaba reparando la computadora, ella se quedó en el sofá viendo una de las películas románticas que a mi tanto me gustaban.

Terminamos, casi al unísono, ella de ver la película y yo de reparar la computadora. Decidimos salir a dar un paseo y comer algo para volver a casa y no tener que preparar cena.

Fue un paseo agradable. Como dos amigos, como dos hermanos, sin expectativas por parte de ninguno de los dos. En el paseo Diana me comentó que el lunes volvía al trabajo y que su horario era bien demandante. Se iba de casa a las siete de la mañana y no volvía hasta las siete o las ocho de la noche. Pensé que la explotaban, porque el horario pactado era de ocho a cinco, con una hora de descanso para el almuerzo y de las dos o tres horas de más que hacía no cobraba ni un minuto extra. Todo el tiempo de más lo hacía para tener a los jefes contentos. ¡Ya podían estarlo!

Una vez solo en casa, mi pensamiento se puso por su cuenta, a hacer un balance de mi semana. Fui consciente de que no había pensado en Indhira ni un solo día. Estaba claro que fue una fiebre pasajera.

viernes, 7 de octubre de 2022

Aliviar el dolor

 Miércoles 5 de octubre 2022

 

Sé que es imprescindible algún movimiento para iniciar un camino. Y, también sé que, para llegar al final de ese camino que se ha iniciado, el movimiento debe ser continuo.

¡Uf!, ¡y tan continuo! Yo llevo en él media vida y, aún no vislumbro la meta.

Llevado a la vida, a nuestra vida, el final del camino podría ser llegar a vivir en paz, con serenidad. Si me apuran, podría ir un poco más allá y decir que el final podría ser vivir la felicidad de manera permanente. No me refiero a momentos de euforia o alegría, me refiero a la felicidad plena. Yo, como soy un babau, creo que existe.

La felicidad plena es ese estado de paz interior en el que se sabe que todo está bien como está. Está bien la riqueza y la pobreza, está bien la salud y la enfermedad, está bien la algarabía y la tristeza, está bien la soledad y la compañía, está bien la sonoridad y el silencio. Es ese estado del que nada ni nadie podría sacarte.

Sé otra cosa. Sé que el estímulo que impele al movimiento inicial es, normalmente, el sufrimiento. Sin sufrimiento es difícil que haya movimiento, porque cuando una persona está bien no cambia nada, ¿para qué?, no se mueve, no se inmuta.

Es el sufrimiento, la insatisfacción, la nostalgia y, un sinfín de emociones negativas, las que sacan a la persona de su zona de confort, para encontrar un confort diferente que acabe con la negatividad que la invade.

Pero ese sufrimiento solo debe ser la espoleta para iniciar el movimiento. No se tiene que cargar el sufrimiento durante todo el camino. Y la razón para no cargar el sufrimiento, de manera permanente, es que no existe, que solo es una apreciación mental.

Está claro que la vida de todos está salpicada de eventos que nos hacen daño y que no podemos escapar de ellos. Pero, dependiendo de la capacidad de gestión de las emociones de cada persona, ese daño puede causar más o menos sufrimiento. Si tenemos en cuenta que el evento no tiene, por norma, continuación en el tiempo, mantener el sufrimiento solo depende de la fortaleza mental de la persona. Es cuestión de ella elegir cuanto y como le va a afectar el sufrimiento.

Tengo que reconocer que, a pesar de ser un babau, los sufrimientos que van apareciendo en mi vida, de momento, los voy controlando con mucha dignidad. No es que me resbalen, sin más, no, es que los trabajo.

La oración, la aceptación y la repetición de pensamientos positivos, son las herramientas que, me ayudan a evitar o aliviar el sufrimiento.

Aunque, a veces, pienso que me he pasado, porque mi esposa, más de una vez, me ha recriminado por pasar de puntillas frente a algún problema. Ella dice que no siento ni padezco. Yo creo que sí, lo que pasa que no me regodeo de dolor y sufrimiento.