Capítulo XII. Parte 1. Novela "Ocurrió en Lima"
El martes a las diez volví de nuevo a la empresa del señor Moretti, tal como habíamos concertado el día que estuve solucionando los problemas de la aplicación. La señora Claudia, tan amable como la primera vez que fui a la empresa, me comentó que su jefe me atendería enseguida, que estaba con una visita.
Está claro que para lo miedoso
que soy, en cuanto a reflejos se refiere, no se puede decir que fuera muy
rápido, ya que sentado, esperando al señor Moretti, fui consciente de algo que
no me había planteado hasta ahora. ¿Me había citado solo para agradecerme por
mi trabajo?, era extraño. También, es posible que quisiera conocerme para que
me hiciera cargo de las reparaciones de los terminales de su empresa, de manera
prioritaria, ahora que su informático estaba en el hospital pensando en
jubilarse, según me comentó su asistente la señora Claudia. Sea lo que fuere
iba a enterarme en breve.
Estaba enfrascado en mis
pensamientos cuando escuché como se abría una puerta y un taconeo que se
acercaba hasta donde me encontraba. La persona que se acercaba era, nada menos,
que Indhira.
Estaba preciosa y mi corazón
dio un vuelco tan tremendo que pensé que se me saldría por la boca. Estaba
claro que no era una fiebre pasajera como pensaba la noche del domingo. Si
fuera eso me hubiera quedado tan fresco al verla y no fue así.
Estaba llegando adonde yo me
encontraba esperando, cuando fue consciente de quien era la persona que estaba
sentada en la sala de visitas.
-
Antay –exclamó con cara de sorpresa-
¿Qué haces aquí?, ¡no me digas que necesitas un departamento!
-
Hola Indhira, ¿cómo estás?, no, no
vengo a ver ningún departamento. Estoy citado creo que con tu papá.
-
Mi papá, que es tan puntual como tú, me
estaba echando porque tenía una reunión con un informático. No tenía ni idea de
que fueras tú. Nos dijo en casa que ese informático le había salvado de un
problema grave porque Ramón, el informático de toda la vida, estaba en el
hospital y que tu aparición fue casi milagrosa.
-
Supongo que el destino hizo que me
encontraran y que yo no tuviera otro trabajo ese día. Nada milagroso. Aunque
para la persona que tiene el problema si pudiera parecerlo.
-
Tu siempre tan modesto. A ver si nos
vemos y seguimos nuestra charla del sábado pasado, que fue muy agradable.
¡Llámame un día y quedamos, si te parece!
-
Sí que lo haré –le dije convencido.
Mientras
Indhira se separaba de mí para despedirse de la señora Claudia.
-
Señor Llica –era la señora Claudia- el
señor Moretti le espera. No sabía que conocía a la señorita Indhira.
-
El día que vine no sabía que pudiera
estar relacionada con esta empresa–dije a la señora Claudia mientras me
acompañaba al despacho del señor Moretti.
-
Y tanto que está relacionada –dijo
mientras abría la puerta del despacho y me anunciaba- Señor Moretti, el señor
Llica.
-
Adelante –escuché que decía el padre de
Indhira.
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