Hablar de espiritualidad a alguien que vive en la miseria parece difícil, sin embargo, es posible que ya esté viviendo la espiritualidad de una manera distinta a como otros pudieran pensar. He sido consciente esta tarde, que la he dedicado a vislumbrar un poco lo que es Cusco, el Cusco del que no hablan las guías de turismo, el Cusco profundo, el Cusco de la gente que no sabe que Cusco es una ciudad turística, el Cusco que no conocen los turistas, porque así como en el centro se confunden todas las lenguas, en este Cusco profundo solo se escucha quechua y español.
En el mismo centro de lo que para alguien llegado del primer mundo parece miseria, se encuentra una colaboración, una ayuda, una amistad, una serenidad y un amor como no se puede ni vislumbrar en nuestro mundo. Las prisas no existen, pueden dejarlo todo solo por dar los buenos días, no existe el enfado, no se gritan, se dan la mano constantemente de manera suave, se ayudan por encima de cualquier otra cosa.
¿Para qué quieren saber que son alma, si ya actúan desde ella?, ¿para qué quieren saber que todos somos hermanos, si es su manera natural de interactuar con el otro?, ¿para qué quieren saber que se ha de vivir desde el corazón, si no saben vivir de otra manera?, ¿para qué quieren saber que han de hacer diezmo, si ya lo dan todo?, ¿para qué quieren saber técnicas de relajación, si no conocen las prisas ni el estrés? Ya son espirituales sin saber que es la espiritualidad.
Son los habitantes del primer mundo los que necesitan saber todo eso, porque su corazón se ha endurecido. Son espirituales de mente, de lecturas, de frases bonitas, de terapias y de simulacros de meditación.
Todos hemos pasado por esas vidas duras, y una vez superadas, nos permitimos nacer en países ricos y desarrollados, para finalizar nuestro crecimiento. Sin embargo, toda la ternura que tiene nuestro corazón cuando vivimos esas vidas de dureza, se convierte en dureza cuando se viven las vidas más livianas. Con lo cual se produce un estancamiento en el crecimiento, naciendo y muriendo una y otra vez, sin atisbar la ternura que tenia nuestro corazón en etapas anteriores.
Hay que recuperar esa ternura, hay que recuperar la ternura de los niños. No voy a recomendar una meditación, que a la postre va a servir de poco. Mi recomendación es una visión distinta en vuestro próximo viaje. La visión de las gentes. Dejar los monumentos a un lado, se pueden ver mucho mejor en las fotos, y visitar a las gentes, como viven, como sufren, como aman. Se aprende más de la gente que de las piedras.
Yo he aprendido más esta tarde visitando el Cusco profundo que viendo la piedra de los doce ángulos, a fin de cuentas, sólo es una piedra; el merito es el del inca que la recortó para colocarla, y el ya no está. Por eso la visita a los descendientes de ese inca, para ver los recortes que le hacen a la vida, ha sido mucho más didáctica.
Mirando el video, me acerco a ese lugar y me acuerdo de Cuba. Toda la calidez de sus gentes, su calma en todo, su paz. su todo. LO TIENEN TODO. Sinceramenrte siento que al pisar esas tierras solamente podemos enseñarles nuestro aprendizaje como alumnos de la Vida, porque eso es lo que somos anta tanta grandeza de espíritu.
ResponderEliminarUn beso
Has puesto en palabras lo que experimenté hace nueve años en Cusco y que fue el inicio de mi camino espiritual.
ResponderEliminarCarme
P.D.¿has probado ya la sopa quinoa?