Algunas veces no sé lo que está escrito hasta que termino. Hoy ha sido uno de esos días, y al leerlo, he comprobado que se mezclan dos temas, pero a mí me han parecido interesantes, y además me gusta, así que lo he dejado tal cual.
Los dos temas son: Uno cortito al principio en que aparece como hemos de llegar a tener el corazón tan puro como el de los niños para conseguir la felicidad, y un segundo de cómo enseñar a los niños a mantener ese corazón puro.
Ya sé que a los que todavía no sabéis como dejar de pensar en el amor para amar desde el corazón no os ha dado tiempo, ni tan siquiera, para empezar a practicar, pero no podíamos dejar que pasara el tiempo para esta nueva entrada que trata de “Los niños y el Amor”, porque los niños son la luz divina que nos va a guiar en este camino de la vida, porque como dijo Jesús: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.
Está claro que el proceso de la vida lleva a la madurez y al envejecimiento, no a la niñez, por eso Jesús se refiere a nuestro comportamiento: “ser como niños”, sinceros, juguetones, alegres, inquietos. En la humillación que reciben los niños en silencio está su puerta de entrada al cielo (a la felicidad), ya que por ser más pequeños e indefensos, se les vive regañando, dirigiendo, chillando y castigando, los niños son objeto de nuestro blanco para descargar sobre ellos nuestra ira, nuestro enfado, nuestra rabia, ya sé que también, a veces, descargamos en ellos nuestro amor y nuestra ternura, ¡pero son tan pocas!
En el “ser como niños”, viene implícita la negación a uno mismo, todos sabemos muy bien que los niños no poseen una identidad individual sino que son reconocidos como el hijo de……….. Hemos de perder la identidad hasta negarse a uno mismo para llegar a Dios.
No os asustéis, no es un trabajo nuevo, es más de lo mismo. Para ser como un niño solo hay que amar. Eso es lo que hacen los niños, “amar”, imagínate si aman que te si siguen amando a ti, que les golpeas, que les chillas, que les sientas delante de la tele para no bajar a la calle con ellos a jugar con la pelota, que la palabra que más te escuchan es “no”………………, imagínate si aman.
Pero no está este escrito sólo para que tú aprendas a ser un niño. El objeto de este escrito es, también, para que no conviertas a los niños en lo que tú eres. Perdón, estamos hablando a la generalidad, si tú ya amas, si ya vives desde el corazón, si no quieres que tu niño sea “coloca aquí cualquier carrera” por encima de cualquier cosa, felicidades, este escrito no es para ti.
Pero si eres de esa generalidad, que utiliza a los niños como arma arrojadiza, que les levantas la mano, que les gritas, que no les besas, ni abrazas, ni les recuerdas cada día diez o doce veces cuanto les quieres, si criticas delante de los niños, si prometes en falso, si mientes, si eres perezos@, si no tienes voluntad, si no cumples tus promesas con ellos, etc., etc., etc., este escrito si es para ti. ¡No hagas a los niños a tu imagen y semejanza!
El mayor aprendizaje de los niños no son tus palabras, son tus hechos, el mayor aprendizaje es tu ejemplo. Las palabras y los discursos a los niños les entran por un oído y les sale por el otro, pero tu ejemplo se va a grabar a fuego en su corazón, y ese será su verdadero aprendizaje.
Tienes que cambiar tú para que tus hijos aprendan a ser felices. Les puedes hablar, con dulzura, para explicarles lo que quieras, pero sobre todo que tu actitud sea acorde con lo que tratas de enseñarles. No les digas, por ejemplo, que el tabaco es malo si tú fumas; lo que tienes que hacer es dejar de fumar, porque su pensamiento es: Si mi padre/madre fuma, debe ser bueno, porque ellos son los mejores y lo saben todo. Igual en cualquier otro aspecto de la vida. Recuerdo haber leído una historia sobre Gandhi, en la que una madre se presenta a él con su hijo y le dice:”Señor Gandhi, le traigo a mi hijo para que le diga que deje de comer caramelos, que no son buenos para él”, y Gandhi la contestó: “Vuelva dentro de quince días, por favor”. Se marchó la señora con su niño y volvió a los quince días, y cuando se presentaron ante Gandhi este le dijo al niño: “Tienes que dejar de comer caramelos porque no son buenos ni para tus dientes ni para tu salud”. Entonces la señora le dice: “Y ¿Por qué no se lo dijo la primera vez que vinimos, en lugar de hacernos volver?; y Gandhi la contesta: “Es que hace quince días yo comía caramelos”.
Tener hijos y educarlos en el amor, es mucho más comprometido y difícil de lo que cualquiera puede pensar. Seguramente es lo más difícil que existe. Piensa que solo para que tus hijos aprendan a leer, la persona que les ha de enseñar, (que tampoco sabe enseñar, pero no es tema de hoy), ha tenido que hacer unos cuantos años de estudios y oposiciones. Tú, que no les vas a tener un ratiro para enseñarles a leer, sino que les vas a enseñar a vivir, ¿cuáles han sido tus estudios y oposiciones para padre/madre?, ¿cuáles tus meritos?, ¿una noche loca? Tener una noche loca y soltar una criatura infeliz al mundo lo sabe hacer cualquiera.
Si, ya sé que tu deseo, como el que todos los padres tenemos para nuestros hijos, es que consigan la felicidad. La manera más fácil de que tus hijos sean felices, es que aprendan de tu felicidad, con tu ejemplo. Si no es así, tendrán que llegar a tener cuarenta años, aparecer por un centro de yoga y meditación, para que otros les empiecen a hablar de que la felicidad no es una utopía y de que pueden conseguirla por si mism@s, que es la única manera de conseguir una felicidad autentica y permanente, ya que la carrera o el oficio conseguido a base del propio sacrificio y del ahorro de los padres no le ha dado la felicidad, ni se la ha dado la pareja por la que sus padres tanto suspiraban, ni se la ha dado la segunda residencia en la costa, ni los descensos por la nieve, ni el tratamiento antiarrugas, nada le ha dado una felicidad duradera. Tendrá que ser un extrañ@ quien les diga lo que es el amor y como se consigue.
¿Por qué no lo haces tú?, a fin de cuentas son tus hijos y dices que les quieres con locura. Deja de decir que les quieres y quiéreles, y enséñales ese amor y como se ama.
daría parte de mi vida porque los niños crecieran sintiéndose amados, muy muy lejos de sentirse abandonados, vejados o ignorados. Seños Dios... entra en la consciencia de cada ser humano que va a ser padre y dale la luz necesaria para amar a sus hijos...que así sea.
ResponderEliminarCreo.. bueno, no creo, sé que involuciono todo mi camino recorrido cuando siento dentro de mí que a la gente que que "abusa" en todos los órdenes de niños,les castigaría con lo peor. Ahí no puedo recurrir a karma, misión, evolución... ahí sale mi instinto cavernícola y así como te comportaste como una animal salvaje, así te trataría... lo puedo llevar a "causa y efecto" ??
CONDENA ABSOLUTA para los abusadores de niños. BA.