Somos Luz, somos energía, y es hora de saberlo, y cómo es posible que intelectualmente ya lo sepas, es hora de aceptarlo, y es hora de permitir que la sabiduría que creó el cuerpo corra por él; y que sea esa sabiduría la que nos permita avanzar en esta vida sin miedo, que sea esa sabiduría la que nos permita liberarnos de las ataduras que nos mantienen ligados a la materia, a la oscuridad, al sufrimiento, a la tristeza y al dolor.
Es hora de trabajar y avanzar para conectarnos con esa Luz, para sentir nuestra propia energía, para escuchar a nuestra Alma. Porque nos mantenemos estáticos, en el mismo lugar, no avanzamos. Sin ataduras o con ataduras, con miedo o sin miedo; no avanzamos. Siempre estamos en el mismo sitio, siempre los mismos problemas, siempre las mismas quejas.
Hoy por pereza, mañana porque estamos esperando al maestro que nos guíe, al otro día porque tenemos dudas de si estaremos preparados, al otro por el que dirán, y así sucesivamente un día tras otro. Siempre hay una disculpa, una buena disculpa para quedarnos sentados mirando la tele antes de meditar, antes de ayudar, antes de sentir, antes de amar.
Y entonces, sentimos ansiedad, sentimos estrés, sentimos una incómoda bola en nuestro interior que crece y crece, y que intentamos ignorar, pero no podemos. Sentimos de todo, porque esa sabiduría, esa luz, ese punto de conciencia que somos nosotros, no está de acuerdo con lo que hace nuestro cuerpo, no está de acuerdo con los caminos por donde le hace transitar la mente.
Leí una vez en algún sitio: “Benditos sean los seres humanos que comprenden que las dudas se irán resolviendo mientras avanzan por el camino, que los preparativos que antes hicieron, ahora no son necesarios. Que los cambios serán reconocidos y solucionados a medida que se presenten”.
No nos movemos porque vamos a esperar como se hace una meditación o como es esta o aquella terapia, o como es esa postura; o esperaré al día X para comenzar.
Pero la lección no es como sentarnos a meditar o como pensar, no. La lección es aprender a SER, porque la libertad de SER nos va a liberar de lo que calificamos como ignorancia, como obligación, del tener que……, o del deber de…….
Aprender a SER, es conectar con nuestro interior, es vivir desde el corazón; y en ese momento, de manera automática conectamos con la sabiduría que nos lleva más allá de los conocimientos de este mundo, del conocimiento de los libros, del conocimiento de los Maestros.
Todos hemos leído infinidad de libros espirituales o de crecimiento. Pero ninguno de esos libros imparte sabiduría, porque la sabiduría ya está en nosotros, y está desde siempre. Sólo hemos de trabajar para conectar con ella.
Y el trabajo no es duro, sólo es vivir desde nuestro centro. Nuestro centro es el corazón, sólo hemos de realizar un pequeñísimo viaje desde la mente al corazón, sólo hemos de dejar los pensamientos a un lado, y dejar que en su lugar se instale el Amor.
Desde ese lugar, impregnados de sabiduría, podremos entender que la vida es como un pequeño, pequeñísimo paréntesis de nuestra eternidad. Pero que en ese ínfimo paréntesis hemos de realizar un trabajo, el trabajo de Ser, el trabajo de conectar con nuestra Alma, todo lo demás se nos dará por añadidura, y será muy fácil porque cualquiera que llegue a su interior podrá descubrir que el trabajo a realizar en el tiempo de nuestro paréntesis tiene que ver con el Amor.
Entrar en nuestro interior, y sentir ese Amor, nos permite aceptar con total tranquilidad lo que somos. Sin juzgar, sin ira ni amargura, sin hostilidad ni remordimiento, sólo una tranquila disposición a aceptarlo, en lugar de combatirlo.
Cuando aceptamos lo que somos y vivimos cada momento de nuestra vida con plenitud y amor, las cosas, todas las cosas, todas las dudas, todos los problemas, se van resolviendo. Sin necesidad de tanta planificación y estudio. ¡Todo se resuelve mientras avanzamos por el camino!
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