La observación de la vida me lleva a pensar que todo en la vida es ilusión, que todo en la vida es pensamiento, que cada persona vive la vida en función del color de sus creencias, en función de sus deseos, en función de sus apegos, en función de sus pensamientos.
Y si no estás convencido/a de eso, observa la vida, observa las reacciones de las personas. Ante una circunstancia, cualquiera, del tipo que sea, las reacciones de las personas, son distintas y en muchas ocasiones opuestas. ¿Por qué?, si la circunstancia es una, ¿no debería de reaccionarse de la misma manera?, ¿Quién actúa correctamente?, ¿Quién se alegra?, ¿Quién se ofende? Si la circunstancia es rosa, ¿Por qué unos la ven blanca y otros la ven negra?, y es posible, que si alguno la ve de su verdadero color, tanto el grupo de los que la ven blanca, como el grupo de los que la ven negra, le tachen de loco.
¿Qué pasaría si se viviera la vida sin creencias?, ¿Qué pasaría si dejáramos descansar el pensamiento?, ¿Qué pasaría si se aparcaran los deseos?, ¿No crees que lo qué pasaría sería un respeto absoluto hacia los demás?, ¿No crees que se habrían acabado las críticas feroces, las inútiles discusiones, los disgustos, los enfados?, ¿No crees que se vería la vida tal cual es?
Si se viviera la vida con total desapego, se acabarían, por ejemplo, los partidos políticos, sólo existiría uno, el que siempre sirviera al pueblo, a todo el pueblo, no sólo a los ricos y poderosos como sucede en la actualidad. Si se viviera la vida con total objetividad, se acabarían las religiones, sólo quedaría una, la que enseñara a amar y a ser feliz, y como no hay en la actualidad, habría que crearla. Si se viviera la vida tal como es, ni tan siquiera habría forofos de un equipo u otro de ningún deporte, sólo habría amantes del deporte. Si se viviera la vida con hermandad, no habría hambre en el mundo, ni explotación. Si se viviera la vida sin pensamientos, sólo observándola, se acabarían las guerras entre naciones, los enfados entre hermanos, las discusiones entre vecinos.
Pero no es así, se anteponen los deseos, los intereses, los pensamientos. Se vive la vida desde el prisma que a cada uno le interesa, se vive la vida como cada uno piensa que se debe vivir, se vive la vida para satisfacer los propios deseos; dando como resultado una vida de desatinos, de desigualdades, de abusos.
¿Crees que a ti no te pasa?, nos pasa a todos. Analiza todas tus reacciones en cualquier aspecto de la vida, observa si eres ecuánime en cualquier circunstancia: en la vida familiar, en religión, con las amistades, en deporte, en política, etc., etc. Analízalo con honestidad, y en tu soledad interior respóndete.
Si te apetece, empieza a cambiar, pero no de palabra, sino de obra: vive la vida real, observándola sin más. Tú cambio hará que cambien los más próximos a ti. Es posible que todas nuestras estructuras corrompidas y caducas, (económicas, sociales, religiosas, políticas, culturales), no cambien de la noche a la mañana, puede ser que tú no veas el cambio, pero algo pasará en algún momento. Recuerda que todos tenemos las estructuras, sean del tipo que sea, que nos merecemos. Empieza a cambiar tú, que afecte a los demás, para merecer otra cosa.
¿Cómo cambiar?, es fácil. Mantén la atención, y observa la vida, sin calificar nada, sin juzgar nada. Observa la vida como observarías en tu primera visita el Coliseo romano, o el Machu Picchu, o el Taj Mahal, o la Sagrada Familia; con la boca abierta, sin palabras. Ten en cuenta que cada suceso en la vida es nuevo y único, y así cada segundo. A fin de cuentas, los monumentos mencionados puedes volver a visitarlos en una segunda ocasión. En la vida no, cada segundo es nuevo, no se repite. Vívelo como tal.
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