La felicidad permanente es un estado interior. Nada, absolutamente nada fuera de nosotros, nos va a dar la plena felicidad. Todo lo que se encuentra en el exterior nos puede dar momentos agradables, alegres, puede ser, que incluso, nos de momentos de serenidad, pero nada permanente, porque todo lo que se encuentra en el exterior es caduco, como la misma vida. Esos momentos pueden durar un día, un mes, un año, o varios, pero se acabará en algún momento. Y cuando esas sensaciones terminan, aun podemos sentirnos peor, por la ausencia de algo, con lo que nos sentíamos bien, a lo que nos habíamos acostumbrado.
Es igual encontrarse en el valle o en la cresta, ambos casos son ficticios, y tanto los momentos agradables como desagradables, desaparecerán en cuanto desaparezcan las causas que los producen.
Más allá de nuestro cuerpo no existe ningún tipo de calificativo ni de apreciación, “sólo es”. Calificar algo como bueno o malo, sólo es una apreciación mental, porque nada es ni bueno ni malo, las causas, los eventos, los momentos, “sólo son”. La felicidad no depende de ninguna causa, la felicidad es inherente a la esencia de la persona. Dejar de vivir el mundo exterior al que nos guía la mente, es dejar de vivir momentos agradables o desagradables, es conectar con algo que podemos llamar felicidad. Conectar con ella es encontrar el punto de equilibrio en la vida, es encontrar ese punto en el que todo es, no hay euforia, no hay tristeza, sólo hay serenidad y paz interior, no hay apego ni deseos, por lo tanto, no se darán las frustraciones ni las alegrías pasajeras.
Buscar la felicidad utilizando la mente, es no encontrarla. Llega sola cuando desaparecen los calificativos y los juicios, es un estado neutro, en el que sólo existe el momento presente, porque pasado y futuro también son apreciaciones mentales. Se puede decir de otra manera: Cuando se vive el presente, no hay sufrimiento por algo pasado, y no hay ficticias esperanzas de que se cumplan los deseos mañana, porque sólo vivimos el ahora.
Desecha el estado de euforia, como deseas desechar la tristeza, y busca el punto medio, el punto de equilibrio, que te va a llevar directamente a la felicidad.
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