(Continuación de la Nueva Religión II)
A la nueva religión, a la religión del Amor, no hay que apuntarse, ni
bautizarse, ni circuncidarse, ni aceptar públicamente a Dios y a su profeta. Y
no hay que hacer ninguna pantomima, porque la nueva religión crecerá en la
persona, a medida que la persona vaya aprendiendo a Amar.
No nacemos en pecado, de entrada, porque el pecado no existe, pero
aunque existiera, ¿Que pecado podría haber cometido un bebé que sale por
primera vez al mundo?, ¿Cómo va a ser él, el responsable de lo que pudieron
hacer unos personajes de ficción en un mundo imaginario?
La auténtica desgracia, es que el 99’9% de los niños, no tienen un
modelo. Sus padres, maestros y educadores no saben lo que es el Amor, por lo
que difícilmente pueden enseñarlo. Por lo tanto, nos toca a los mayores,
aprender primero, para enseñar después.
Aquí empieza nuestro trabajo:
Desprendimiento de lo viejo y aceptación de lo que Es.
Nuestro trabajo es un trabajo de sanación que se ha de realizar
aceptando. ¿Aceptando qué?, aceptando el dolor, aceptando el sufrimiento,
aceptando el miedo, aceptando a las personas tal cual son, aceptando a la vida.
¿Cómo hacerlo?: Piensa en algo que te haga sufrir, que te de dolor,
que te avergüence; puede ser inseguridad, impaciencia, pereza, etc., y cuando
lo hayas elegido busca dentro de ti, de manera honesta, la razón de cuál es el
motivo real. Si te das cuenta de lo que es, te ablandas, lo toleras, lo
perdonas y lo amas, pero no juzgues esa razón, sólo acéptala, ya que si la
juzgas, ese nuevo juicio y esa nueva crítica estarán, también, basadas en el
miedo y volverás a generar algo de lo que también tendrás que desprenderte.
Sólo acéptalo.
¿Qué es lo que hay debajo de nuestra necesidad de juzgar?, sólo miedo,
miedo a enfrentarnos con nuestra propia oscuridad, casi me atrevería a decir
que es miedo a vivir, es falta de Amor.
No juzgues nada, las cosas son
como son y no hemos de tener ningún interés en como deberían ser, en como
tendrían que ser, en como pensamos nosotros que han de ser.
La conciencia social, políticos, religiosos, los estándares de salud y de belleza nos dan modelos y
normas de cómo deberían ser las cosas, o de cómo deberíamos comportarnos.
Tratan de definirnos lo que es bueno, lo que hay que hacer, lo que está bien
visto.
Pero nosotros estamos intentando contactar con el Amor, y el Amor no
está interesado en definir que es bueno y que no lo es, porque el Amor sólo
está interesado en la realidad.
El instrumento del Amor es el corazón y el corazón está interesado en
todo lo que es, sólo en lo que es, no es lo que se juzga como bueno o como
malo; y si nos abrimos a vivir desde el corazón nos liberamos del juicio de
manera inmediata, y aceptamos quienes somos, sin más. No quienes queremos ser,
o quien quiere la sociedad que seamos, aceptamos quienes somos.
¿Cómo sanar los miedos que
anidan en nosotros?
Todos los miedos, todos los traumas, todos los sufrimientos, son
experiencias del pasado, y eso es lo que hay que sanar, ¿Cómo?: volviendo al
pasado, volviendo a esa experiencia, pero de una manera amorosa, es decir,
revivir la situación, pero estando centrados en el corazón, no dándole vueltas
a la mente: Para eso, siéntate en soledad y en silencio. Trae a tu mente la
situación y obsérvala como si estuvieras viendo una película, sin plantearte
nada, para evitar ningún tipo de emoción. Y así simplemente observando lo que
sucede, se crea una especie de separación entre el suceso y la persona, y es
esa separación la que hace a la persona dueña de la realidad, pudiendo aceptar
el suceso completo, sin volver a enjuiciarlo, ya que la persona comprende desde
el corazón, que para todo hay una causa,
es una experiencia más para el alma, y no tiene por que quedar grabada en la
mente.
Si por cualquier circunstancia, sintieras malestar, sintieras
incomodidad, rabia o cualquier otra sensación o emoción: perdona a las personas
que aparecen en tu recuerdo y bendice a esas personas y a la situación, y hazlo
tantas como fueran necesarias, hasta que realmente sientas que fue un
aprendizaje, que fue una experiencia necesaria en tu vida. Hasta que la
observes de manera imparcial, como si no fuera un episodio de tu vida.
Puedes utilizar la siguiente fórmula para perdonar y bendecir:
PERDONAR:
·
Sube las manos a la altura de los
hombros, con los brazos al lado del cuerpo, cómodamente relajados, las palmas
al frente.
·
Lleva la atención al corazón.
·
Visualiza a la persona o personas que
quieres perdonar delante de ti:
o
Lleva la atención a tu corazón sintiendo
que sale un rayo de luz, igual que de las palmas de tus manos, y repite en tu
interior:
o
Yo te perdono, cualquier cosa mala
que me has hecho, voluntaria o involuntariamente, con pensamientos, palabras,
hechos y omisiones, incluso aunque ya no te acuerdes de lo que es.
·
Y después dile:
o
Y tú, perdóname por todo el daño que
te he hecho, voluntaria o involuntariamente, con pensamientos, palabras, hechos
y omisiones, incluso aunque ya no me acuerde de lo que es.
BENDECIR:
·
Mantén las manos arriba y la atención
en la luz que sale de tu corazón y de tus manos.
·
Piensa en un momento feliz que te
haga revivir una emoción o sentimiento de alegría o felicidad, (puede estar
relacionado con cualquiera, o con cualquier situación).
·
Siente la emoción de ese momento feliz.
·
Visualiza nuevamente a la persona,
personas o a la situación que quieres bendecir delante de ti, y repite en tu
interior, sintiendo esa energía que sale de tu corazón y de las palmas de tus
manos:
o
“Yo te bendigo con paz, con amor, con alegría, con serenidad, con
abundancia y prosperidad......”. Bendice con todo lo bueno que deseas, como si
fueras tu mismo”.
Cuando
somos capaces de relacionarnos con todos los papeles y todas las escenas que
hemos ido interpretando en nuestra vida, quedamos libres para vivir desde el
corazón. Es entonces cuando estamos preparados para ser felices.
Es con las personas más cercanas a
nosotros, nuestros amigos, nuestra familia, nuestra pareja, con los que tenemos
que comenzar nuestro trabajo. Para eso podemos aplicar la Regla de Oro: “No
quieras para los demás lo que no desees para ti”. Es fácil aplicar la Regla de Oro
en desconocidos, porque como sólo estamos con ellos un ratito, podemos
colocarnos la máscara de las visitas y tratarles con amabilidad, con respeto, y
hasta con amor. Con los extraños, el trabajo que se ha de realizar es de
pensamiento, no hacer juicios de valor en nuestra mente, ni realizar ninguna
crítica mental, aceptarlos sin más. Habremos avanzado en nuestro trabajo cuando
consigamos estar delante de cualquier persona, sea la que sea, sea como sea:
rico, pobre, limpio, sucio, hombre, mujer, etc., y mantengamos la mente en
silencio.
El trabajo de acción, se realiza con
los nuestros: familia, amigos, compañeros de trabajo. ¿Recordamos que es el
Amor Divino?: El Amor Divino es aceptación de uno mismo, es aceptación del otro
tal cual es, es dar a cambio de nada, es aquello que te hace feliz haciendo que
los demás sean felices, es comprensión total, es alegría, es colaboración, es
amar sin juzgar, sin culpar, sin criticar; es ver a Dios en tu pareja.
Reflexiona, ¿Es este el Amor el que
repartes a los tuyos?, ¿Es así como te relacionas con ellos? La prueba de la
madurez del carácter es vivir bajo estas premisas, es conseguir que la familia,
amigos y conocidos sean felices a tu lado.
(Continuará)
Capítulo II, (Parte III) del libro Vivir desde el corazón es más
fácil.
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