Es mayor nuestro deseo de ser
espirituales,
que nuestra voluntad para trabajar y conseguirlo.
Hari Krishan Singh
La sociedad está total y absolutamente centrada en
la materia, manteniendo completamente abandonado al espíritu. Alguien puede
pensar que para mantener el espíritu ya están las religiones, sin embargo,
tampoco es así.
¿Cómo aprendemos en nuestro crecimiento?, ¿Qué saben
del Amor nuestros padres, nuestros maestros, nuestros modelos?, no saben nada,
absolutamente nada. Esta es la raíz del problema. Los que tienen que enseñar lo
que es el Amor, lo que es la felicidad, lo que es la paz a los que llegan a la
vida, no saben. Por eso cuando sus hijos crecen y tienen que enseñar a sus
propios hijos, tampoco saben.
Alguna vez, alguien tendrá que romper la inercia de
ignorancia que inunda la Tierra. Y aunque es cierto que cada vez son más las
personas que comienzan a tener un conocimiento teórico de la auténtica realidad
de la vida, es necesario que esa teoría se concrete en práctica para que la
nueva enseñanza se cimente en los conocimientos realmente necesarios para
superar con nota la principal asignatura de la existencia del alma: El Amor.
Pero pasar de la teoría a la práctica es un paso
complicado en el que se necesita una buena dosis de voluntad para dejar de
leer, o de ver, o de escuchar, para practicar. Vale más un gramo de práctica
que toneladas de teoría. Y hoy por hoy, todo queda en las frases bonitas que
colgamos en las redes sociales o en los libros que vamos leyendo antes de
dormir o en los medios de transporte. Es más un deseo de ser espiritual que
trabajar para conseguirlo. Pero menos es nada, está bien, por algo se empieza.
Si los Maestros, si los guías, si todos los que nos
contemplan desde el otro lado de la vida, pudieran expresar alguna emoción, sería
expectación. Ellos que están poniendo a nuestro alcance, de manera permanente,
los medios para que podamos conseguir nuestro fin, pueden comprobar cómo no
solo vamos desperdiciando todas las oportunidades vida tras vida, sino que
cargamos a nuestras espaldas nuevos episodios de desencuentros con nuestros
hermanos.
Y no se molestan, y no se enojan, y no lo tienen en
cuenta para privarnos de nuevas oportunidades, ellos siguen cuidándonos con
mimo y nos siguen ofreciendo y entregando su Amor de manera desinteresada, de
la misma manera que lo hace una madre hacia su bebé recién nacido.
Habría que ver como se comportarían nuestros egos en
las mismas circunstancias: Ofreciendo oportunidades que son reiteradamente
rechazadas. Es seguro que se escucharían comentarios como: “Púdrete, con todo
lo que hago por ti y no lo aprovechas”, “Nunca más me pidas ayuda”,
“Desagradecido”, “Todo lo hago por tu bien”, y un sinfín de lindezas por el
estilo. Es lo que hacemos habitualmente.
Dios no lo hace y sus ayudantes más cercanos
tampoco. En nuestro comportamiento está la primera diferencia, ahí está la
prueba irrefutable de nuestra falta de Amor. Llevemos el ejemplo a nuestra vida
diaria. ¿Somos capaces de demostrar esa paciencia infinita, que no es más que
una demostración de Amor, con cualquiera de nuestra familia o amigos?
Conocemos de sobra como es la vida sin Amor porque
es nuestra propia vida, porque es la vida de la Tierra. ¡Cuántos momentos de
tristeza, de ansiedad, de dolor, de melancolía, de miedo!, ¡Cuanta locura,
cuanta sinrazón!, ¡Cuántas muertes, cuanta hambre, cuanta injusticia! Nada de
eso se tiene o se da cuando se Ama. La vida que podríamos disfrutar por su
increíble belleza, la hemos convertido en un valle de lágrimas. Todos los
frutos que regala la generosidad de la Tierra los acaparan cuatro que los
venden al resto a precio de oro. Nos matamos los unos a los otros física y
emocionalmente por una moneda, por un espacio de poder, por un instante de
gloria.
Queremos poder, queremos gloria, queremos riquezas,
pero tenemos mal enfocado nuestro objetivo, porque queremos conseguirlo a costa
de nuestros hermanos, explotándoles a ellos, robándoles, engañándoles,
matándoles. Hay que variar ciento ochenta grados la mira y apuntar al corazón,
a nuestro corazón, y dispararle sus propios dardos, que no son otra cosa que
amor.
Cada dardo lleva implícito una de esas frases
bonitas que corren por las redes sociales, para que su esencia impregne cada
célula y paulatinamente se vaya integrando en el ser.
Permitámonos recordar alguna de las frases para
comenzar el trabajo de integración:
Es dando que se recibe.
Quien realmente Ama sólo
desea la felicidad del otro.
Es bendiciendo como somos bendecidos.
Juzgar y criticar diciendo “Es por tu bien”, no es
Amor, es ego.
Es amando como vamos a recibir amor.
No desees para los demás lo que no deseas para ti.
Con la vara que mides te medirán.
Somos lo que pensamos.
Vivimos la vida que hemos decidido vivir.
Si algo de tu vida no te gusta cámbialo. Si no
puedes acéptalo.
El resultado siempre será el mismo si siempre haces
las cosas de la misma manera. Si quieres que cambie el resultado final has de
modificar la manera de hacer.
El pensamiento es creador.
No dejes que tu mente te lleve al pasado, ya pasó.
No dejes que te lleve al futuro, es fantasía. Déjala serena y tranquila en este
momento.
Cuando pienses, cuando hables, cuando hagas piensa
que quien está delante de ti eres tu mismo.
Somos esclavos de todo lo que hemos conquistado.
Antes de intentar cambiar a otros cambia tú.
Tus pensamientos y tus acciones de hoy están
determinando como será tu mañana.
Solo se puede ser feliz quien se conforma con todo.
Mientras no se cambie el punto de mira no solo no
viviremos en el Amor, sino que ni tan siquiera se puede saber de qué se está
hablando. Es seguro que los que se han erigido en “jueces del mundo”, en “críticos
intolerantes”, en “perfeccionistas de los demás”, desprecian cualquier idea o
creencia que no sea coincidente con la suya propia. Esa es una manifestación
más de la falta de Amor y de la sobredosis de miedo que arrastran, porque de la
misma manera que la oscuridad es falta de luz, la falta de Amor provoca miedo.
Miedo a que otros sean mejor que él, miedo a que le quiten la razón, miedo a
que le engañen, miedo al ridículo, miedo a lo que puedan pensar los demás,
miedo a perder lo que ha conseguido, miedo a la muerte, miedo a la vida. Aunque
pudiera parecer lo contrario, no se valora a si mismo, por eso es imposible que
conozca la valía de los demás, tampoco se respeta, razón por la que maltrata a
todo el mundo, camina por el mundo aterrado tratando de ver entre las sombras
para preservar su integridad. Vivir así es no vivir, y no vive porque no sabe
de Amor.
Puede parecer exagerado, pero no lo es. Reflexiona sobre
tu vida. Es posible que encuentres alguna coincidencia, y si no la encuentras
en tu vida, (a veces nos cuesta ver realmente como somos), observa las vidas de
los que te acompañan en ella.
Sabemos que algún día finalizará tremenda locura, aunque
desde el observatorio actual de la vida no parezca próximo dicho fin.
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