Nuestra vida
es un conjunto de elecciones. Nosotros elegimos nuestros pensamientos, de la
misma manera que elegimos nuestros sentimientos. Nadie crea nuestros
pensamientos, lo hacemos nosotros mismos, por lo tanto, teniendo en cuenta que el
pensamiento es creador, es con ese pensamiento elegido por nosotros mismos como
vamos elaborando nuestra vida. Nuestra vida es nuestra propia elección, y no
podemos hacer responsable de ella a nada ni a nadie.
No vale, por
lo tanto, decir que con lo que te han llegado a hacer, o con lo que te ha
llegado a suceder, es imposible dejar de pensar en eso, es imposible no darle
vueltas, es imposible no atesorar ira en el interior, es imposible no sentir
ansiedad. De nada sirve todo eso que te hayan podido hacer, porque al final
todo queda reducido a un simple pensamiento, a un pensamiento elegido por ti,
que va a ser el responsable de tus sensaciones y de tus emociones.
Está claro, entonces, que podemos
elegir la alegría o la tristeza, podemos elegir la esperanza o la desconfianza,
podemos elegir el amor o el miedo, podemos elegir celebrar nuestra vida o
llevar una vida miserable, podemos elegir la oscuridad o la luz, podemos elegir
el odio o el perdón, podemos elegir la felicidad o la depresión, podemos elegir
la paz o la guerra, podemos elegir detener la vida para revivir una y otra vez
algún acontecimiento pasado o sencillamente vivir el momento.
A pasar que esta teoría es conocida
por muchísimas personas, pocas son las que intentan dominar el pensamiento, el
resto dejan vagar la mente a su antojo, con el resultado ya conocido.
Utilizando el dicho popular, lo que hacen es esconder la cabeza para no
percatarse del peligro, como los avestruces. Bueno en realidad solo es un
dicho, los avestruces no son tan tontos como los seres humanos, lo que hacen en
realidad, cuando localizan un foco de peligro, es lo contrario, es agacharse,
ya que al tener el cuello tan alto serían fácilmente localizables y su objetivo
es totalmente lo contrario. Colocan la cabeza pegada a la tierra reduciendo así
su altura considerablemente, pero no la introducen debajo de ella. La única explicación de que el
avestruz “esconda” su cabeza en la tierra se basa en la excavación de agujeros
para introducir sus huevos.
Si el avestruz escondiera la cabeza
sin ser consciente del peligro: “ojos que no ven corazón que no siente”, hace
tiempo que se habría extinguido. Los seres humanos, sin embargo, a pesar de
conocer que mantener un proceso de pensamiento erróneo y negativo es nocivo
para su salud emocional, y a la larga física, siguen manteniéndolo. La voluntad
en los seres humanos es una de las carencias más acusadas. Prefieren acudir a
los médicos a paliar los efectos, que trabajar, con un poco de voluntad, para
eliminar las causas.
Negarse, por cobardía o por falta de
voluntad a reconocer la verdad, a aceptar los hechos, por negativos o adversos
que sean, lleva a los seres humanos al desastre. Cuando es imprescindible para sanar sus vidas
la conciencia de lo que son y de donde están, aceptar la situación, admitir lo
que de negativo tienen sus pensamientos, y llegar a comprender que pueden
intervenir para invertir su situación es siempre el primer paso, paso
imprescindible, para trabajar y conseguir lo que realmente todos buscamos: La
felicidad.
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