Cada
amanecer, al abrir los ojos, se nos presenta una nueva oportunidad para
reinventarnos. No solo cada día, sino en cada momento que respiramos, podemos
decidir cambiar el rumbo.
Es la oportunidad de
pedir perdón por esas palabras que escaparon de nuestros labios y que han
dejado una sombra de incomodidad en nuestro ser.
Es la oportunidad de
administrar mejor nuestro tiempo, ese que a menudo decimos que escasea,
mientras nos perdemos en un mar de trivialidades en las redes sociales,
consumiendo contenido que ni siquiera consideramos auténtico.
Es la oportunidad de
enriquecer nuestra mente leyendo un poco más, o de plasmar nuestros
pensamientos en ese diario que desde hace tiempo danza en nuestra imaginación.
Y sí, el tiempo es un recurso limitado, pero es nuestra responsabilidad
gestionarlo sabiamente.
Es la oportunidad de
ser agradecidos, de valorar lo que tenemos. Muchas personas anhelan aquello que
damos por sentado, mientras nosotros nos consumimos en lamentos por lo que
creemos que nos falta.
Es la oportunidad de dedicarle más tiempo a tu familia. Deberían de ser tu prioridad. Haz que tu principal objetivo en la vida sea su felicidad.
Es la oportunidad de
meditar, de buscar un encuentro profundo con nuestro interior y con lo divino.
No dejes pasar este
instante. Es el momento perfecto para dar el primer paso hacia una vida
renovada. Atrévete a dejar atrás lo que fue y abraza con esperanza lo que está
por venir. Este es tu momento de transformación, donde cada elección es un paso
más hacia tu serenidad, tu felicidad, tu alegría y, posiblemente, a tu
propósito de vida que, aunque desconocido, puedes asegurar que cada
insatisfacción interior es una prueba fehaciente de que estas caminando lejos o
separándote de ese objetivo.
¡Comienza ahora, comienza fuerte, comienza con
propósito!
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