Capítulo XV. Parte 13. Novela "Ocurrió en Lima"
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Y, cambiando de tema, ¿qué tal tu encuentro con Pablo que es amigo tuyo desde
hace mucho tiempo? –se interesó Ángel.
- Uno de
los atributos de la amistad es la lealtad y Pablo ayer me pareció de una
lealtad inquebrantable. Gracias a él estoy capeando, con bastante dignidad, mi
falta de memoria. No sé lo que pasará mañana cuando esté en casa con Indhira y
con los niños. Pero no tengo miedo. Si no soy capaz de controlar la situación
le contaré a Indhira la verdad sobre mi estado.
- Si,
-reconoció Ángel- es un gran amigo. Y, en cuanto a tu situación en casa, creo
que saldrás airoso de la situación. Hablarle a tu esposa de tu falta de memoria
solo depende de ti. Haz lo que creas que debes de hacer.
- Dios te
oiga, -y, de inmediato, caí en la cuenta de con quién estaba hablando- ¡uy!,
perdón ya sé que te oye.
- Y a ti
también te oye. Dios escucha siempre y escucha a todos.
Por un
momento seguimos caminando en silencio hasta que recordando a Pablo y a Diana
le comenté a Ángel:
- Me
gustaría poder ayudar a Pablo. Parece que no está pasando por su mejor momento.
- ¿En su
matrimonio?, -no sé por qué preguntaba Ángel, seguro que lo sabía todo.
- Sí.
Creo que los amo a los dos, tanto a él como a Diana y por lo que me ha
comentado están pasando por una crisis. Imagínate que él se quiere venir a
trabajar a Miami dejando la gerencia de la empresa. En mis condiciones actuales
creo que no tengo la información necesaria para poder ayudarles, ¿Qué opinas?
- Que no
necesitas más información que la que tienes. En realidad, se aman, pero les
falta diálogo. El diálogo en la pareja es como el agua para las plantas. De la
misma manera que la planta necesita el agua para vivir, la pareja necesita el
diálogo para mantenerse viva, para mantener la ilusión, para saber uno de las
necesidades de otro, para entenderse, para conciliar, para evitar suposiciones,
para dialogar sobre sus sentimientos, sus ideas, para visibilizar los desacuerdos
y para alcanzar los objetivos compartidos.
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En esta pareja los dos quieren lo mismo, un hijo, pero no parece que estén
dispuestos a trabajar por lo que desean. Esperan que llegue del cielo como
llega el agua de la lluvia.
- Eso es
lo triste, que se aman y están dispuestos a echarlo todo por la borda. Cuando
Pablo me contaba la historia, le dije que en cuanto llegáramos a Lima
despediría a Diana y así se acababa el problema, ¿qué te parece?, -quise saber
la opinión de Ángel.
- No
parece una buena idea. Creo que lo mejor sería que hablaras con Diana, que es
algo que nadie ha hecho y escuchar que tiene que decir, para saber cuáles son
sus sueños, y que espera hacer para conseguirlos. Seguro que así tendrás la
información completa. Y a ti te va a hacer mucho caso.
Teniendo
en cuenta que había quedado con Pablo para almorzar caminamos de vuelta al
hotel. Había sido una mañana agradable en la que pude entender la razón de mi
estado.
- Antes
de llegar, Ángel me hizo un recordatorio. ¿Recuerdas que te dije cuando te
hablaba de las condiciones para incrementar el amor por uno mismo, el día que
nos encontramos en el Malecón, por primera vez, bajo la garúa?
- Creo
que una de las cosas que dijiste fue que tenemos que vivir con atención, ¿te
refieres a eso?
- Correcto.
Porque esa es la razón de que estemos ahora aquí, tú sin memoria y yo
recordándote sucesos.
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La vida es atención. Cuando pierdes la atención estás perdiendo la vida. Dios
no quiere que seas ingeniero, ni que trabajes mucho. Dios quiere que te
diviertas, que trates a todos como si fueran Él. Y si no puedes conseguirlo
imagina que eres tú a quien tratas. Permanece atento. De esa manera tendrás muy
claro de dónde vienes, para no volver sobre tus pasos. Recuerda que vienes del
miedo y le has vencido gracias al amor. No lo olvides.
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Nos encontraremos en Lima con tu memoria intacta. Feliz viaje de regreso a
casa.
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