Capítulo XV. Parte 8. Novela "Ocurrió en Lima"
Ya en
la habitación Antay pensó que tenía ante sí una prueba de fuego. Tenía que
llamar a Indhira y no podía centrarse en lo que habían sido las únicas tres
ocasiones en que habían estado juntos, porque siete años dan para mucho, para
mucha complicidad, para mucha familiaridad, para mucho entendimiento, para
muchos secretos, para entenderse sin palabras, para conocer el estado emocional
del otro solo por el tono de la voz y Antay no tenía experiencia en esa
relación. Para él era nuevo, era el primer día, y no tenía un punto de apoyo
que le sirviera de soporte, ni con ella ni con los niños.
- Pero
tenía que hacerlo, así que presionó el botón que abría, por primera vez en el
día, la puerta del miedo. Porque tenía miedo de lo que pudiera pasar en la
conversación, aunque tenía pensado decir que se le habían borrado 7 años de su
memoria en caso de no saber que decir. –Hola amor, -escucho la voz de Indhira
al otro lado del teléfono, -¿cómo ha ido?
- Ha ido
muy bien, cariño. Pablo ha hecho un gran trabajo. Está hecho. Ya puedes decir a
tu papá que reserve la mesa para el domingo, -esperaba que sonara familiar.
- Me
alegro tanto. Por papá y por ti. Le llamaré en cuanto colguemos, -¡bien!,
parecía que la entrada había sido lo habitual.
- Pensó
que tenía que interesarse por ella y los niños- ¿Qué tal tu día?, y ¿los niños?
- Los
niños están aquí saltando como locos esperando decirte algo. Espera que te los
paso y luego seguimos porque, si no, no nos van a dejar hablar, -te paso a
Alexis.
- Hola
papi. Quiero que me traigas un coche, ¿lo harás?, di que sí.
- Si,
cariño, te llevaré un coche.
- Gracias
papi. Adiós.
- Y, casi
de inmediato escuchó a María- Papi te amo.
- Yo,
también te amo. Y tu ¿qué quieres?, ¿otro coche?
- No
papi, un coche no. Tú ya sabes. Un beso, que mami quiere el teléfono, -y se
fue.
- Cariño,
no te gastes dinero, -era la voz de Indhira- los estás malcriando.
- ¿Yo
solo?, -preguntó Antay de manera inocente.
- Bueno
los dos, -concedió Indhira- pero tú más. Otra cosa, ¿cómo está Pablo?
- ¿Por
qué lo preguntas?, -la intuición de Antay le decía que la relación entre Pablo
y Diana estaba a punto de reventar e Indhira sabía tanto o más que él.
- Ha
venido Diana a casa. Llorando, hecha polvo. Están a punto de romper. No
entiendo, como puede ser, con lo enamorados que se les veía, -a Indhira se le
notaba preocupada.
- Algo
hemos hablado. A Pablo le gustaría tener hijos, pero para eso Diana tendría que
llevar una vida más sedentaria y, para llevar una vida más sedentaria, tendría
que dejar de trabajar y parece ser que no quiere. Pablo insiste en que quiere
hacerse cargo de las oficinas de aquí, de Miami y, así desaparece de Lima, no
se separan, pero tampoco están juntos.
- Tendríamos
que hablar con ellos, -Indhira siempre tratando de ayudar. Parece ser que no
había cambiado en estos 7 años.
- Si,
cariño, lo haremos, -aunque la memoria de los últimos 7 años seguía siendo un
misterio, por el cariño que sentía por Pablo y por Diana, tenían que hacer
algo.
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